Operación retorno empresarial a Cataluña: de las orejas y sin indultos

El sanchismo disfruta siendo frívolo y desprecia la verdad, convencido de que perseverar en una creencia no muestra coherencia sino una servidumbre que limita su capacidad de actuar sin atenerse a más ley que su interés particular. Amnistía, 'lawfare', relator internacional, entrega de Rodalies, condonación de deuda, expulsión de la Guardia Civil y la Policía Nacional… Eso y mucho más está dispuesto a ceder Sánchez con tal de mantenerse en el poder. Igual da e igual le da. Pero lo que de verdad le importa es que ya no puede mantener a nadie engañado por un minuto más, porque sabe bien que por mucho que porfíe no puede añadir un centímetro más a su estatura. Es lo que hay. Nada más.

Las páginas del pacto entre PSOE y Junts hay que leerlas entre líneas y darles la credibilidad que ambos tienen, que es ninguna. Lo enjundioso está puesto de pasada y puede parecer ambiguo pero está bien claro, prístino. Es solo la incredulidad de quienes todavía no se creen lo que ven y niegan la evidente carga de veneno e infección puesta por unos malditos contra los asuntos públicos y la convivencia en España.

El separatismo se reduce a una sola cosa: codicia. Bueno, puede que dos: codicia y dinero. Están dispuestos a lograr ambas con todo tipo de trapacerías y vilezas. A eso y a la impudicia de Sánchez. El trato de la vergüenza firmado el Día de La Almudena se cimenta en un traspaso de bienes a Cataluña solo comparable a la voracidad autóctona por hincarle el diente a cuanto tengan a mano. Nada más atractivo que las empresas. Y cuanto más grande mejor. No se crean la trola de que el propósito es que vuelvan todas aquellas compañías que huyeron años atrás. Ese es solo el primer paso. Lo que buscan es un regreso forzado y humillante, primero, para echarlas el guante, después. Es un camino calcado al de los indultos que llevan a la amnistía para desembocar en un referéndum de independencia y ruptura. No hay más.

El objetivo no oculto es tratar de revertir la fuga de esas casi 9.000 empresas, alarmadas por la ruina económica derivada del procés y recuperar a los pesos pesados del tejido productivo catalán, entre los que destacan Caixa, Sabadell, Inmobiliaria Colonial, Naturgy, Cellnex, Abertis, Allianz, Codorníu, Planeta, Bimbo, Hotusa... «La vuelta no está sobre la mesa»; «puedes dar por descontado que la inmensa mayoría no volverá»; «la certidumbre y la seguridad jurídica no volverán a Cataluña, por tanto no volveremos»... son, en 'off', sus respuestas. Ahora, si regresan, ¿quiere decir que están de acuerdo con ese nuevo régimen? El caso es que ha tenido que salir, ya sin careta, Josep Sánchez Llibre -quizás nostálgico de su pasado menos confesable junto a Duran i Lleida por los reservados del madrileño Hotel Palace- para recordarnos que las empresas que se marcharon voluntariamente huyendo del desastre separatista han de volver «porque es donde deben estar». Así. A las bravas y por el artículo 33. ¿Qué es eso de que el destino de una compañía lo decidan sus accionistas en los órganos societarios de gobierno? ¡Hasta ahí podíamos llegar! Lo verdaderamente democrático, y lo que realmente siembra la convivencia, es llevarlos de vuelta de la oreja a Cataluña y que reconozcan que están equivocados, ofuscados por una España opresora. Reencuentro en vena... Eso para los que se marcharon, porque para los que siempre han estado también tienen planes. ¿Qué pensaban? Hay que potenciar la inversión en Cataluña por decreto y crear allí muchos puestos de trabajo -si están vacíos de contenido aún mejor- para situar una gruesa capa asfáltica de enchufados de Junts, ERC y el PSC, por ese orden.

Por cierto, atentos a las figuras de los delegados territoriales y los presidentes de las multinacionales para Cataluña, es la siguiente pica en la hoja de ruta del separatismo: qué mejor manera que mostrar al mundo que son un país en toda regla que tener sus propios primeros ejecutivos autóctonos. Por supuesto, todos con su RH soberanista, sometidos sin resistencia al motor superior y orgullosos, según la doctrina 'sánchezllibresca', de estar donde tienen que estar. Se admiten apuestas sobre quiénes van a ser los primeros entusiastas de esta ola de orfandad sanchista en enviar raudos a sus embajadores corporativos a Cataluña. Todo tan normal que asusta.