con permiso
La operación BBVA-Sabadell hace saltar las alarmas en Europa por la concentración en Cataluña
El BCE sigue con lupa el intento del BBVA de zamparse al Sabadell. La fusión es en realidad una opa vestida de buen rollo, pero al regulador europeo le preocupa la elevada dosis de concentración que quedaría en Cataluña. La entidad de Torres ha corrido a airear su respeto por la catalanidad de su objetivo, pero todos saben que no hay consolidación sin eficiencias, y la mitad del personal de Sabadell está en Cataluña. Las elecciones allí son en una semana
BBVA ofrece al Sabadell una prima del 30%, una vicepresidencia y mantener la «catalanidad» del nuevo banco
Carlos Torres, presidente de BBVA (izq.), con su consejero delegado, Onur Genç
Cuatro años después, el BBVA se ha dado cuenta de que quería al Sabadell pero no lo sabía. Ahora, el banco que preside Carlos Torres se ha propuesto engullir a la última gran pieza del tablero bancario nacional, lo que le daría entrada automática ... a la gran partida europea, le reportaría un fantástico efectivo positivo vía optimización de redundancias y recortes y, lo que no es moco de pavo, le haría más resistente a eventuales veleidades gubernamentales en un momento en que Pedro Sánchez ha endurecido su discurso contra los poderosos, antes conocidos como «los del puro».
En esos mismos cuatro años Banco Sabadell ha pasado de ser el patito feo feo de la banca a un orgulloso cisne blanco que ha multiplicado por cuatro su valor en libros y que se encuentra en una clara senda alcista, con uno de los consejeros delegados –César González Bueno– mejor considerados del sector.
El movimiento de Torres ha generado distintas reacciones por la escasa ortodoxia con que se ha producido: una noticia adelantada por los medios, con escasa o nula información al Banco de España, y con una comunicación tan escueta como inusual a la pareja de baile, que no ha dudado en enfriar cualquier acaramelamiento.
Por si fuera poco no han tardado en proyectarse sombras más alargadas a propósito del entusiasmo con que el ministro de Presidencia, Félix Bolaños, ha recibido la noticia, optimismo que no fue tan elocuente cuando el Sabadell les dejó bien claro al Gobierno y a sus socios que no pensaba devolver su sede a Cataluña y que se encontraba muy a gusto en Levante.
Para más inri, que el anuncio coincida con un momento en que el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, esté de salida tampoco ayuda a disipar pensamientos retorcidos con segundas derivadas.
Y así las cosas, lejos de apostar por la consolidación transnacional, el sector bancario español engorda la concentración nacional, al igual que ha sucedido ya en telecomunicaciones con Orange y MásMóvil, con Telefónica pagando los platos rotos de unos 'remedies' que le han impuesto porque pasaba por ahí y tras un exceso de candidez, de creer que todo el monte es orégano y ver buenas personas donde solo hay medradores.
El BBVA, todavía con la espada de Damocles del caso Villarejo encima, se ha metido en una aventura que a buen seguro le costará mucho más y nada de 'con papelitos', sino con dinero contante y sonante, del de dar 'força' al canut.
El Gobierno español parece encantado, pero en Europa han saltado las alarmas. El Banco Central Europeo se malicia con la elevada tasa de concentración que resultaría en Cataluña, capital nada menos que de la gobernabilidad de Sánchez. No en vano, en la región catalana –por cierto, las elecciones allí son en una semana, no lo echen en saco roto...–, el Sabadell suma 5.862 empleados, 2.541 de ellos en la red, formada por 341 oficinas, y otros 3.321 en servicios centrales, de una plantilla total de 19.213 personas, de las cuales 13.441 en España. Y BBVA ya cuenta con una importante presencia en Cataluña, pues tras la crisis financiera se hizo con Unnim, un pequeño grupo de cajas catalanas, y posteriormente adquirió CatalunyaBanc.
Obvio, pues, que en el caso de que BBVA engulla a Sabadell habrá recortes de personal y de oficinas, como ha sucedido en cada proceso de integración en los últimos años. Si no díganme por qué el banco vasco ha cifrado ya unos costes de reestructuración en 1.450 millones de euros. Expertos consultados coinciden en resaltar que dado que este tipo de operaciones suele hacerse para lograr sinergias y reducir costes –tal y como ocurrió en la fusión de Caixabank y Bankia que provocó la salida de unos 6.000 empleados–, con esta última operación podríamos asistir a un ajuste de unos 4.000 empleados.
El cortejo de BBVA sobre el Sabadell bien recuerda al de la mantis religiosa. Después de muchos flecos contables quedaría la parte más sensible, la que acostumbra a llevarse por delante todas las grandes operaciones de concentración con independencia del sector afectado: el organigrama. González Bueno se antoja demasiado valioso como para perderse en una subestructura de dilución en compañía de Josep Oliu, por mucho que los estatutos de consolidación fijaran presidencias honoríficas y vicepresidencias trompeteras.
Las funciones ejecutivas son críticas en una resultante que crearía otro actor de máximo peso estructural, bancario, político y social. Claro que si necesitan ayuda también pueden preguntar en Indra, donde se acaban de inventar las figuras del presidente 'casiejecutivo' y el consejero medio delegado para seguir tirando y echarle el lazo a más fondos europeos. Lo dicho, unos figuras.