Rafael del Pino, arropado por el largo aplauso de sus accionistas, aprueba un cambio de sede que va de libertad y seguridad jurídica, no de impuestos, y que deja al Gobierno en evidencia ante Europa
Sin sorpresas. Dentro de lo previsto... por Rafael del Pino claro, no por Pedro Sánchez. Ferrovial no se va de España, mantendrá su actividad, el empleo, sus proyectos, su plan de inversiones y su cotización en España, además de contribuir fiscalmente en su ... país de origen, como lo ha venido haciendo hasta ahora. Como siempre vamos. Le ha faltado decir. ¡basta ya! pero como si lo hubiera dicho. El desarrollo de una junta tan esperada como de un final sin sorpresas. Crónica de una mudanza anunciada que va de libertad y seguridad jurídica y no de impuestos, que arrancaba un gran aplauso de todos sus accionistas, arropando al jefe tras tanta presión monclovita, una ovación 'per se', que se antojaba interminable e insultante frente al matonismo del Gobierno español.
Del Pino le ha dado al sanchismo una clase magistral de física práctica: todo lo que se construye en el aire termina cayendo al suelo. El Gobierno creó una burbuja de medias verdades, amenazas y odios políticos para retorcer la lógica empresarial de Ferrovial, y al final fue la lógica de los accionistas la que ha terminado aplastando el pensamiento dicotómico gubernamental del conmigo o en mi contra. La constructora traslada su sede porque así lo quieren sus legítimos propietarios y el Gobierno se queda solo con su cantinela de coacciones y advertencias que ya no asustan a nadie. La marcha de Ferrovial aflora una gran verdad: esto no va de evasión de impuestos ni de picarescas, sino de libertad y de seguridad jurídica. El sanchismo es lo contrario a las libertades y Del Pino lo ha escrito en mayúsculas en la pizarra empresarial, para que quede claro y por si algunos otros quieren seguir sus pasos.
La junta de Ferrovial ha desmoronado la estrategia del miedo de Sánchez y su banda de la cachiporra mediática. Ferrovial se marcha y ahí deja a Sánchez, Calviño, Montero, Bolaños y demás personajes ajenos a la vida empresarial, lamiéndose las heridas y en evidencia por su derrota, que es una victoria de la verdad, una conquista frente a quienes quieren matar la realidad para imponer su voluntad de poder.
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