«Desde nuestro hub de Madrid desarrollamos soluciones IT para todas las plantas de BASF»

—¿Ha mejorado la imagen del sector químico?

—La contribución de la química ha sido visible y muy importante durante la pandemia al proveer de productos esenciales como detergentes, desinfectantes, gases industriales y el oxígeno para los enfermos de Covid, además de los materiales para los epis.

—¿Cumplir el lema 'química para un futuro sostenible' requiere mucha innovación?

—La química es esencial para conseguir los objetivos de sostenibilidad y la innovación resulta clave. Ahora la presión es mucho mayor porque los problemas son más acuciantes y urgentes y nuestros equipos tienen la necesidad de escuchar tanto a los clientes como a los grupos de interés para dar respuestas reales a los grandes problemas de la humanidad.

—¿Cómo aplican la circularidad al plástico?

—El plástico es un material tremendamente versátil y útil. De hecho, no tendríamos las comodidades actuales sin su concurso. Hemos logrado que casi el 50% de los residuos plásticos se reciclen por vía mecánica, pero el resto va al vertedero o a la incineración. Para resolverlo, habilitamos tecnologías agrupadas en el ChemCycling que permiten descomponer los plásticos en sus materiales de partida mediante pirólisis, con lo que recuperamos el material de su inicio para reintroducirlo en el circuito químico, dando una segunda vida a los residuos.

—¿Competimos en igualdad de condiciones con China?

—Ahora acaparan el 40% del mercado mundial y en 2030 podría llegar al 50%. No es una sorpresa que el marco regulatorio no sea el mismo, porque en la Unión Europea tenemos la regulación más exigente del mundo, pero China está reduciendo las diferencias y evoluciona hacia un marco predecible y estable.

—La Comisión Europea prepara nueva legislación…

—Con 80 leyes que afectarán a la estrategia de sostenibilidad de la industria química. Compartimos los objetivos de la Comisión, porque queremos un futuro más seguro y libre de tóxicos. Sólo cuestionamos la velocidad de su implantación para que el sector pueda transformarse de forma razonable, manteniendo competitividad y por eso pedimos que la transición se haga ordenadamente. En BASF estamos haciendo frente a los retos de forma decidida y necesitamos el apoyo de las autoridades.

—¿Cree que lograremos la neutralidad climática?

—En BASF tenemos un ambicioso plan para lograrlo en 2050, con un paso intermedio de reducción del 25% en 2030 respecto a 2018, lo que resulta significativo si tenemos en cuenta que seguimos incrementando volúmenes de producción. Sustituimos los combustibles fósiles por electricidad de origen renovable y también materias primas por renovables y recicladas. Participamos en la construcción de parques eólicos en el Mar del Norte y en las costas de Holanda con una inversión inicial de 4.000 millones de euros. También invertimos en crear nuestra propia infraestructura de generación eléctrica verde, y presumimos de hacerlo con recursos propios sin recibir ni un euro público porque no queremos demorar los proyectos.

—En el primer trimestre, el grupo ha gastado mil millones adicionales en gas. ¿Es sostenible ese aumento?

—Desde la invasión de Ucrania hemos reducido el consumo de gas, sustituyéndolo por fueloil en las centrales ciclo combinado e incluso hemos reducido cargas, de modo que no se puede extrapolar ese mayor gasto a todo el año. No obstante, el gas es imprescindible como materia prima. Su consumo en BASF representa el 4% de toda Alemania, más que el de toda Suiza. De ese gas, el 40% no lo quemamos para destinarlo a materia prima, de manera que carecer de suministro o que se encarezca representa un problema doble.

—¿A qué se debe el aumento de las ventas en España un 25%?

—Son resultados buenos desde el punto vista de facturación porque los precios subieron en 2021 mucho y por el aumento de volúmenes. Tras la pandemia hubo un incremento fuerte de la demanda que generó escasez de materia prima y de producto.

—El hidrógeno se antoja una de las soluciones. ¿Qué hace BASF para lograrlo?

—El hidrógeno es un producto químico que usamos y producimos desde hace décadas. Interviene en la fabricación del amoniaco y es la molécula básica para producir fertilizantes. Para fabricar hidrógeno, el mecanismo convencional emite mucho CO2 y en BASF experimentamos procesos de reducción para obtener hidrógeno turquesa, que logra carbón sólido sin emitir CO2. Otro proceso es la electrólisis, descomponer agua en oxígeno e hidrógeno, que tampoco emite CO2 pero consume muchísima energía. Nuestro proceso, que apoya el gobierno alemán, es lo mejor de esos dos mundos y esperamos tener una planta a escala industrial a finales de la década.

—¿Consolidan su hub de Madrid como epicentro digital de toda la compañía?

—A finales de año tendremos 450 empleados, pero seguiremos creciendo. Es una historia de éxito, porque es el primer hub creado fuera de nuestra central en Alemania y hemos sido capaces de aportar talento digital. Desarrollamos soluciones de IT para nuestras plantas en todo el mundo, tareas que realizaban antes terceras empresas y que ahora internalizamos con nuestros propios expertos. Estamos siendo capaces de encontrar en España personal muy preparado y el 80% viven aquí. Los resultados son mejores de lo esperado, lo que habla muy bien del ecosistema digital español.

—¿Qué papel juega la FP dual?

—Más de la mitad de las 800 posiciones de trabajo de la factoría de Tarragona se cubren con personal de grados superiores de operación de planta química. Desde hace una década, 20 alumnos por año combinan su formación en la fábrica tarraconense y en Alemania. Al cabo de 28 meses, reciben doble certificado válido para España y Alemania, lo que les garantiza un puesto de trabajo. Es otra historia de éxito y desde Alemania nos felicitan por la calidad de los empleados españoles, de los que el 50% son mujeres.