el quinto en discordia
Similitudes
El esfuerzo que supone para las familias endeudarse para comprar una vivienda está a niveles más que razonables
Edificio en construcción en Madrid
Los seres humanos en general somos muy dados a buscar similitudes o semejanzas con el pasado porque facilita nuestro entendimiento de las cosas. En ese ejercicio de tirar del retrovisor al que somos tan aficionados, últimamente nos ha dado por comparar la situación actual ... del ladrillo con la crisis de 2008. Nada más lejos de la realidad. Los números son abrumadores y, aunque a alguno pueda molestar, la realidad desmonta fácilmente ese titular.
El problema que hoy hay en el sector inmobiliario es el contrario que había entonces. No hay oferta. Entonces los stocks de casas vacías no eran de este mundo. Tras muchos años de digestión de la locura de aquellos años, la oferta de vivienda nueva no cubre la demanda. Además no hay un problema de endeudamiento del sector privado, lo que tiene una doble lectura. La gente se puede endeudar para comprar. Y los bancos no tienen problema de solvencia alguno, por lo que siguen teniendo muchos incentivos para seguir prestando.
Los tipos han subido –y algo más todavía subirán– pero el esfuerzo que supone para las familias endeudarse para comprar una vivienda –lo que el argot se conoce como tasa de esfuerzo– está a niveles más que razonables y a la mitad de como llegó a estar, por ejemplo, en 2008. A lo anterior hay que sumar que tras la pandemia el efecto que en estas páginas hemos llamado «recuperar el tiempo perdido» sobre la propensión marginal a comprarse una casa es evidente. Después de lo vivido en 2020, la lógica financiera a la hora de comprarse una segunda vivienda se aparca y predomina la emoción. Y esta forma de entender la vida es gasolina para el ladrillo.
Además, y poniendo las cosas un poco en perspectiva, a medida que se nos vaya quitando el susto del cuerpo -algo que, por cierto, a tenor de la evolución de los indicadores de confianza del consumidor ya está empezando a pasar-, la situación actual de tipos de interés por debajo de la inflación que ya tenemos y que vamos a seguir teniendo los próximos años representa viento de cola para el ladrillo.
De hecho fue la clave de lo que ahora conocemos como el milagro económico de finales de los años noventa del siglo pasado y principios de los 2000. Tipos europeos con inflaciones españolas es una mezcla que ha demostrado ser muy positiva para el ladrillo con lo eso supone para la economía española. Estamos ahí.
Lejos de parecerse la foto actual al desastre que provocó la mayor crisis de nuestra historia, se asemeja mucho más a la que dio pie al periodo más prospero de la economía española cuya titularidad se diputan Aznar y Rato pero, bueno, eso es harina de otro costal que podemos discutir otro día. Así las cosas, desde luego que no estamos a las puertas de un pinchazo de una burbuja sino todo lo contrario en los primeros compases de un súper ciclo económico que de parecerse a algo es al que más crecimiento ha traído a la economía española en los últimos cuarenta años.