Mentir con todo lujo de detalles

Su desfachatez no conoce límites, pero que sean capaces de llegar a estos extremos es de un atrevimiento digno de mejor causa. Con independencia de la fiabilidad de las estadísticas que nos quieran colocar, no hay nadie medianamente informado -o que, por ejemplo, esté tratando de encontrar casa en estas zonas- que compre esta mercancía profundamente averiada. El problema de acceso a la vivienda en España es generalizado, pero es todavía más grave en las zonas donde han llevado más lejos la regulación. El incremento de la inseguridad jurídica se traduce en reducción de la oferta y eso solo tiene un camino en lo que a los precios se refiere: suben. Es tan sencillo que no necesita mayor explicación.

Noticia Relacionada

Sánchez pone el aparato del Estado al servicio de la 'operación Montero'

Antonio R. Vega

El presidente aprovecha los resortes del Gobierno para impulsar a su candidata. Recuperar Andalucía es la próxima cumbre que tendrá que escalar una ministra que nació para mandar. Es lo que lleva haciendo desde que terminó Medicina

Cualquier otra interpretación interesada es algo tan burdo que no es que tenga las patas cortas, sino que directamente te explota en la cara. Tratar de idiotas a cientos de miles de ciudadanos que hoy no pueden comprar o alquilar una casa no tiene ningún recorrido. El nivel de desconexión con la realidad a la que han llegado los que pergeñan estos argumentos es sideral, y síntoma claro de la desesperación de sus jefes.

Las tragaderas del ciudadano español son insondables y más que contrastadas; ahora bien, tocar las narices de forma gratuita con un tema tan importante no puede salirles gratis. Es una provocación que como poco tiene coste electoral.

Tratar de utilizarlo como argumento electoral señalando a las comunidades del Partido Popular que no aplican la ley de vivienda es dejársela botando delante de la portería. No son idiotas, sencillamente están desesperados. Y piensan que mintiendo a todo el mundo, todo el tiempo y con todo lujo de detalles pueden salir del atolladero en el que están metidos. Sin embargo, cuanto más se mueven, más se hunden. No les puede quedar mucho.

El oro no para de subir. La semana pasada cerró por encima de 3.000 dólares la onza. Y son muchos los que utilizan esta subida como justificación de sus miedos. Otros, sin embargo, no entienden muy bien por qué sube, pero, mejor aún, no les preocupa. Los primeros argumentan que el preciado metal sube porque son muchos los que lo utilizan como refugio por lo que está por venir. O porque es una muy buena forma de cubrirse contra la inflación que lejos de embridarse es mucho más alta de lo que reflejan las estadísticas. Los otros nunca han considerado el oro un activo financiero y mucho menos refugio de nada.

Visto con algo de perspectiva, el oro, como la gran mayoría de materias primas que tienen uso industrial, suele subir con la inflación. Ni más ni menos. El oro ha subido como lo ha hecho una cesta de distintos metales en los últimos años, lo único que pasa es que acapara más titulares. Con la subida del precio de la chatarra, por ejemplo, no abren los noticiarios, aunque probablemente tenga más impacto en nuestro día a día que la del oro, que nos toca muy de lejos salvo que tengas una joyería.

El oro tiene más sentido que las 'cripto'. Es una reserva de valor. Su valor subyacente no es cero. Pero en ningún caso es un activo financiero. La volatilidad de su precio es menor pero tampoco se utiliza como medio de pago -de hecho, dejarlo de utilizar como medio de pago supuso un importante avance-. No paga dividendos ni cupones, ni siquiera una renta como el inmobiliario, por lo que más allá del ángulo especulativo, no hay ninguna razón para comprar el metal amarillo. Como con las 'cripto', la única razón para comprarlo es que detrás va a venir un incauto, otro, dispuesto a pagar más.

Hay que reconocer que el oro tiene mejor prensa. Y son muchos que lo consideran como activo refugio. Y algunos que se aprovechan de lo potente que es el marketing del miedo en estos casos. Por eso ahora son muchas la noticias que relacionan su subida con el actual lío geopolítico. Pero desengáñense, el oro, a largo plazo, sube como la inflación. Probablemente no se descapitalicen si se meten en oro -algo que no se puede decir a los 'criptobros', por ejemplo- pero tampoco van a hacerlo mejor que la inflación. Hay opciones mejores mirando a largo plazo que por el camino le van a pagar todos los años un dividendo, un cupón o una renta.

En España se ahorra poco y mal. Detrás de esta circunstancia se encuentra el hecho de que somos un país donde hemos empezado a ver la cara a la cajera hace relativamente poco, sin ninguna cultura financiera y en el que no se sabe muy por qué la riqueza está estigmatizada.

Empezando por esto último, habría que tratar de resignificar la riqueza. Ser rico no solo no es malo, sino que debería ser algo deseable. La mala prensa que arrastra tendrá que ver con los camellos entrando por el ojo de una aguja y los ricos en el Reino de los Cielos que nos llevan repitiendo muchos años. Sin embargo, y sin entrar en el fondo, debería ser algo a lo que aspirara la mayoría. Y, aunque no todos lo alcancen, creo que resulta fácil entendible el objetivo de, por lo menos, haber hecho una huchita para no pasarlo mal los últimos años de vida.

Ahorramos poco y ahorramos mal. La falta de pedagogía y el mal entendimiento del Estado del bienestar es lo que está probablemente detrás de lo poco que ahorramos. Que la mayoría no tiene para vivir con la pensión -o por lo menos para vivir como ha vivido- es algo evidente. Y normalmente cuando nos queremos dar cuenta ya es tarde. Una mínima planificación financiera es indispensable para proyectar nuestro yo futuro. Mirar para otro lado no solo es una irresponsabilidad, sino que además suele valer de poco.

Y ahorramos mal por dos razones. Primero, no sabemos por qué estamos ahorrando y cuánto tenemos que ahorrar. Y, segundo, y probablemente como consecuencia del primer punto, somos mucho más conservadores con nuestras inversiones no ya de lo que podemos ser -que eso, como casi todo, se educa- sino de lo que tenemos que ser para alcanzar las rentabilidades que cubren nuestros objetivos.

Los depósitos, que es donde fundamentalmente está invertida la mayoría del personal, hoy no cubre la inflación. No es que no ganes, es que directamente estás perdiendo. La primera vivienda puede tener algo de sentido por un tema más emocional que financiero -y menos mal que una parte importante de los 'baby-boomers' tiene vivienda porque si no el lío iba a ser morrocotudo- pero la segunda no tiene ninguno -ojo, desde el punto de vista financiero-. La falta de cultura financiera está detrás de que la exposición a los activos que mejores retornos históricos tiene -la Bolsa- sea ridícula.

Es algo que nos tenemos que hacer mirar urgentemente. Es mucho lo que nos jugamos cada uno de nosotros. Procrastinar no es opción porque el tiempo juega en nuestra contra. Al final es mejor no depender de nadie.