Concurso de belleza

Tras unos trimestres en los que los bancos han preferido pecar por defecto porque probablemente no se terminaban de creer que las cosas no se fueran a volver a torcer, parece que se han convencido de que esta vez es la buena y de que son los claros beneficiarios del cambio de marea que se ha producido en la economía y en los mercados en los últimos tiempos. Las cuentas de resultados en todas sus líneas están aguantando mucho mejor de lo esperado. La sensibilidad de los márgenes a las bajadas de tipos es mucho menor que a las subidas y están en cierta medida compensadas por el incremento de los balances.

Tras muchos años en los que la inversión, esto son los prestamos que conceden los bancos, no ha hecho otra cosa que caer, empieza a levantar cabeza. Se trata de un cambio que rompe con las dinámicas de los últimos años y que permite que se pueda volver a considerar al bancario como un sector de crecimiento. De hecho, no hay razón para pensar que no vayan a volver a crecer como siempre han crecido, como el PIB nominal. Además, con el inmobiliario con el viento claramente de cola, todo apunta a que el crédito promotor debería volver a levantar cabeza con lo que eso supone para el balance de los bancos. Los ciclos del ladrillo y la banca siempre han ido de la mano y las perspectivas del primero no pueden ser más esperanzadoras.

El buen ritmo de crecimiento de la economía también se traslada a la línea de comisiones . En cierta medida se retroalimenta en un momento en el que además los bancos tras la enorme transformación del sector estos últimos años, tienen en general unos niveles de eficiencia mucho mayores. Otro buen indicador de la salud de la economía es la evolución de morosidad. No hay ninguna señal preocupante, todo lo contrario.

Así las cosas, el mensaje que últimamente están reprimiendo todos los días desde el Sabadell de estos niveles de rentabilidad son más que sostenibles, es aplicable a todo el sistema financiero español por mucho que le pese al vicepresidente del Banco Central Europeo que últimamente parece haberse reencarnado en Casandra, un papel que desde luego no parece el idóneo para alguien en su posición.

Lógicamente este mejor estado de ánimo no es inocuo y debería acabar trasladándose de una u otra forma al común de los mortales. Les ha costado creérselo y eso en sí mismo es la mejor garantía de la profunda bondad de esta recuperación.