Ajuste de cuentas

Visas H-1B: un arancel al empleo

Estos visados se han convertido en un campo de batalla político

La vivienda, un obstáculo económico

Estado y antipolítica

El nacionalismo económico de Donald Trump siempre se ha asociado a los aranceles sobre bienes importados. Pero lo que ocurre con las visas H-1B demuestra que su lógica va más allá de la frontera aduanera: alcanza al propio trabajo humano. El mismo ... mecanismo que se utiliza para gravar el acero o los coches se aplicará ahora a los ingenieros, programadores o médicos extranjeros.

Las visas H-1B, que permiten a profesionales cualificados trabajar en Estados Unidos, se han convertido en un campo de batalla político. La Casa Blanca ha anunciado que cada visa deberá pagar 100.00 dólares al año (otras versiones dicen que será un solo pago y no un desembolso anual recurrente). Desde Silicon Valley hasta hospitales rurales, estas visas han sido la vía preferida para cubrir déficits de talento que el sistema educativo estadounidense no logra suplir. Sin embargo, Trump las ha tratado como un producto más de importación, objeto de cuotas, restricciones y controles, con la misma lógica con que eleva un arancel a la soja brasileña o al coche alemán.

El resultado es paradójico. Mientras Washington se obsesiona con la competencia china y la necesidad de atraer capital y tecnología, reduce deliberadamente la llegada de capital humano. Las empresas se ven obligadas a competir por un número ridículamente bajo de permisos, con procesos de lotería que rozan la arbitrariedad. Lo que en teoría debería ser una política de atracción de talento global se transforma en una lotería proteccionista.

Trump no lo esconde: su idea de 'America First' incluye proteger a los trabajadores nativos incluso si eso significa renunciar a los más capacitados que puedan venir desde fuera. El mensaje implícito es claro: el trabajo, como el acero o el trigo, es una mercancía que debe ser defendida frente al extranjero. Esa concepción, sin embargo, ignora que en la economía del conocimiento la ventaja no está en cerrar fronteras, sino en abrirlas a los mejores.

La obsesión arancelaria de Trump convierte el empleo cualificado en un arma más de su guerra comercial. Pero a largo plazo puede terminar socavando lo que Estados Unidos más necesita para mantener su liderazgo: el talento y la creatividad. jmuller@abc.es

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