Ajuste de cuentas

Revolución cultural

El Gobierno ha descubierto que las pantallas contribuyen al apocalipsis y ya tiene otro argumento para intervenir

Sin pantallas hasta los 3 años y con móviles analógicos hasta los 16: el plan del Gobierno para proteger a los niños en internet

La ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego Juan Flores

Resulta sorprendente la rapidez con que se ha movido el péndulo social de la tecnología. Los mismos que ayer abogaban por inundar las aulas de tabletas y ordenadores, ahora encargan informes que dicen que las pantallas son malas y aconsejan que entre los 12 ... y 16 años los teléfonos vuelvan a ser analógicos. O que de los 6 a 12 años se recomienden las «actividades vivenciales» como bajar al parque o el deporte. Eso sí, partidos sin goles, no vaya a ser que los padres de los que pierden no puedan soportarlo desde las gradas.

Los principales titulares del informe de los 50 expertos elegidos por el Ministerio de Juventud e Infancia que dirige Sira Rego para determinar el impacto de las nuevas tecnologías en la infancia y la juventud me recuerdan aquella historia que se cuenta sobre la imprenta: tras analizar el invento de Gutenberg, una comisión de monjes copistas concluyó que con fabricar cinco imprentas bastaba porque nunca habría tantas personas en el mundo que supieran leer.

Cada cierto tiempo a determinados grupos de la sociedad les da por volver a las cavernas. La Revolución Cultural de China que hizo que muchos de los dirigentes de ese país pasaran los mejores años de su juventud limpiando establos es el mejor ejemplo.

Me fío poco de los informes de parte. Cuando un directivo empresarial encarga un análisis a una consultora normalmente es para justificar una decisión que ya tiene tomada. Con los gobiernos pasa exactamente lo mismo. La diferencia es que los ejecutivos se juegan el dinero de sus accionistas y los ministros se gastan el nuestro. Y el daño que las empresas pueden hacer tiene un ámbito limitado, mientras que los gobiernos dictan normas obligatorias generales.

Es indudable que las nuevas tecnologías han impactado en la sociedad. Los medios de comunicación tradicionales tenemos que hacer un 'disclaimer' en este debate porque figuramos entre los más afectados. Sin embargo, no deberíamos adoptar medidas compulsivas fijándonos en las patologías que desarrolla el 20% más vulnerable de la distribución de Pareto y que antaño se solucionaba con un recio zapatillazo de la madre.

Estos consejos deberían alertar a los padres no para promover prohibiciones gubernamentales (en muchos casos como compensación de su propia falta de autoridad) sino para fijar reglas de conducta y revalorizar su papel como educadores. Coincidí en Chile un fin de semana con un alto ejecutivo que opera 'datacenters' -es decir que no era sospechoso de tecnofobia- y que acudió con sus hijos. Estaba muy pendiente del tiempo que usaban el 'smartphone' y no le importó que los niños chillaran cuando se los quitó y les obligó a interactuar con el perro y con las demás personas que estábamos allí.

Consulté al profesor Gregorio Luri si estaba siguiendo el debate promovido por Rego. «De lejos», me contestó. «Carecemos de estudios longitudinales lo suficientemente serios como para permitirnos ser talibanes», añadió. jmuller@abc.es

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