Ajuste de cuentas
La política imposible
¿Por qué buenas ideas como la mochila austriaca o las cuentas nocionales no se aplican en España?
El gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá
José Luis Escrivá sorprendió en el 40º aniversario de Fedea con un discurso poco habitual en la política española. En lugar de vender humo, se puso reflexivo: recordó que los economistas no pueden limitarse a lamentar que los políticos no apliquen sus recetas. Si quieren ... que se materialicen, deben ensuciarse las manos, entrar en la tarea de definir cómo implantar las reformas y comprender las restricciones del sistema. Dicho de otra forma: deben convertirse en políticos.
El gobernador citó a Alan Blinder, exvicepresidente de la Reserva Federal, para remarcar que muchas buenas propuestas fracasan no porque los políticos sean ignorantes, sino porque los economistas desconocen los límites institucionales. Ejemplos sobran: la mochila austríaca o las cuentas nocionales suecas, que suenan impecables en los seminarios académicos, no han tenido acogida en España.
Daba la impresión de que el exministro de Seguridad Social estaba revelando el trasfondo personal de su reforma de las pensiones y justificando los muchos pelos que se dejó en esa gatera. La que es hasta hoy su gran legado es una reforma diseñada para no irritar a nadie más que a los expertos. Garantizó poder adquisitivo a los jubilados pase lo que pase, se ganó los aplausos de los sindicatos y trasladó una factura invisible a las empresas, al resto del gasto público y a las generaciones futuras. La paradoja es clara: el analista denuncia lo que el político practicó. Y no es un problema menor, porque la clave que él mismo señala -la calidad institucional-es lo que España lleva una década perdiendo. Los reguladores y organismos independientes han sido colonizados por el Ejecutivo; a los órganos independientes se les ignora o soslaya, y la planificación presupuestaria se ha reducido a un corta-pega, mientras la complaciente Comisión Europea de Von der Leyen mira para otro lado y declara que todos cumplen. Baste recordar que su reforma por decreto salió adelante intocada sólo porque se disolvieron las cámaras en mayo de 2023.
Aquí conviene recordar a Edmund Burke: las leyes y las políticas fracasan si no se ajustan a la naturaleza humana, a las costumbres y a las circunstancias de la sociedad. Burke defendía que las instituciones no se reinventan en el vacío, sino que se construyen sobre lo que existe. Escrivá, quizá sin proponérselo, vino a decir lo mismo: sin un marco institucional sólido, las mejores ideas decaen o se vuelven malas.
Su diagnóstico sobre Europa fue demoledor: una maraña de normas producidas en Bruselas, fruto de consensos imposibles, que generan complejidad, lentitud y mediocridad. Frente a eso, citó el ejemplo danés: sus instituciones de calidad, fruto de reformas tomadas hace dos siglos, siguen siendo la base de un desempeño económico muy superior. La calidad institucional explica dos tercios de la diferencia de riqueza entre países: España está en la parte baja del pelotón, junto a Italia y Francia, muy lejos de los nórdicos o los bálticos. jmuller@abc.es