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Aldama, el amiguete
Nuestra historia y el modelo de reparto favorecen este tipo de personajes
Grandes y protegidas (9/10/24)
Madrid
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Iniciar sesiónJavier Hernández, el 'Borrascas' de Onda Cero, es seguidor del Zamora CF y me ha contado que el 2 de junio pasado, cuando el equipo se ganó el ascenso de categoría a Primera RFEF (lo que sería la vieja tercera división) frente a la UD ... San Sebastián de los Reyes, tuvo a Víctor de Aldama, el 'nexo corruptor' de los casos Koldo, Ábalos y Begoña, a muy pocos metros. Aldama intentó ejercer de presidente del club y dirigir el festejo, pero unos dos mil zamoranos que estaban en el estadio le mostraron su desprecio con silbidos y algunos empujones.
De Aldama es un personaje muy español, que sobrevive y prospera gracias a un modelo económico intervenido por la política, donde el objetivo nacional no es crecer y crear riqueza, sino repartirla. Para eso, despliega una red de contactos ('networking') afinados con inteligencia natural (no artificial) consistente en camelarse a unos y corromper a otros. El sistema está desgraciadamente diseñado para favorecer su aparición, bien lo saben algunas empresas del Ibex que dedican sus principales energías a la captura del BOE. En otros países hay personajes parecidos. Por ejemplo, en EE.UU. es muy fácil que se parezcan a los emprendedores que buscan financiación para un proyecto. Pero al primer cheque o pagaré sin fondos, caen en desgracia. Acá, hay tantas pasarelas entre lo público y lo privado, la promiscuidad de nuestra economía es tan grande, que un Aldama puede vivir refugiado al calor de cualquier cargo político.
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El personaje lo tiene fácil con nuestros partidos políticos, plagados de personajes desclasados y arribistas que ya no pueden ascender limpiamente como ocurría en la Administración y hasta cierto punto en la sociedad hasta la década de 1990. Se ha dicho que Aldama es el Juan Guerra del siglo XXI. En realidad, la complejidad de sus relaciones supera al hermanísimo. Desde que Aldama se licenció en Derecho en 2005, ha sido cónsul, dirigente deportivo, confidente policial, conseguidor, vendedor de oro o empresario gastronómico. Sus conexiones en Ecuador, en República Dominicana y, sobre todo, en Venezuela, donde se dice que es el gestor patrimonial de la fortuna de los hermanos Delcy y Jorge Rodríguez, son inmejorables. Supera largamente a Juan Guerra.
En 'Capitalismo de amiguetes' (HarperCollins Ibérica, 2024) mi colega Carlos Sánchez destaca que este fenómeno no es necesariamente hijo del capitalismo moderno sino que entronca con viejas costumbres: «Vienen de una Restauración que instauró un sistema clientelar donde la corrupción política y el amiguismo, que es su forma amable y silenciosa, campaban a sus anchas; pero también de una dictadura, la de Primo de Rivera, que lejos de resolver los problemas los ensanchó». Y el franquismo continuó con ellos y, por lo que se ve, la democracia ídem. «Lo importante era, y aún sigue siendo, ocupar el espacio público para influir en favor de una determinada decisión, incluyendo la socialización de pérdidas. Ya sea como un lobby puro y duro o mediante la representación institucional», añade Sánchez. jmuller@abc.es
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