El IPC no responde a la rebaja del IVA de los alimentos y se acelera hasta el 5,9% en enero

El dato de enero viene a confirmar la persistencia del episodio inflacionista que anticipan los organismos internacionales, que vaticinan que la inflación no volverá a niveles normales (entendidos como una evolución entre el 2% y el 3%) hasta bien entrado 2024, y desmienten la confianza del Gobierno en un aterrizaje más o menos rápido del nivel de precios.

La información publicada este miércoles por el INE revela que la rebaja del IVA de los alimentos no ha alcanzado ni siquiera para restarle una décima al IPC (-0,077 puntos) y ha resultado muy insuficiente para compensar la mayor presión que han ejercido otros componentes como el vestido y el calzado y el transporte, rúbrica en la que ya se esperaba un fuerte repunte en enero por la retirada de la bonificación general de 20 céntimos sobre el precio del combustible.

En su valoración del dato de enero, el Gobierno ha preferido poner el foco en el impacto de la rebaja del IVA sobre la cesta alimenticia. Una nota difundida por el Ministerio de Asuntos Económicos ha destacado la reducción de tres décimas en la tasa interanual del componente alimentos y bebidas, que ha pasado del 15,7% de diciembre al 15,4% de enero y en la caída del 1,6% registrada en los precios de los alimentos afectados por la rebaja del IVA. Datos que no han impedido que en enero la cesta de la compra fuera un 0,4% más cara que en diciembre ni que acumule un encarecimiento del 19,5% respecto a 2021.

El otro gran factor explicativo del dato de enero ha sido, como es esperaba, el repliegue de la ayuda de 20 céntimos al precio de las gasolinas y el gasóleo. La gasolina se encareció un 12,7% en enero como consecuencia de la suspensión de la ayuda en tanto que el gasóleo lo hizo un 10,2%. El repunte ha tenido sus réplicas en otros servicios, como los de transporte personal (taxis o VTC), que aplicaron una subida media en sus tarifas del 3,2% en enero, según los datos difundidos este miércoles por el INE.

Más allá de las oscilaciones provocadas por la acción gubernamental, la inercia alcista de los precios empujó el IPC subyacente, el índice que mide la evolución de la parte más estable de la cesta de la compra, la que está sometida a menores oscilaciones y la que suele ser más difícil de bajar (el colesterol malo, según la califican algunos analistas), hasta el 7,5%, cinco décimas más que el mes anterior y su techo en este episodio inflacionista.

Los datos del INE revelan que el 75% de los más de 200 bienes y servicios a partir de los cuales se elabora el IPC continuaron encareciéndose en el mes de enero, un porcentaje muy amplio y que además tiene la singularidad de producirse en un mes de rebajas en que hay un puñado de rúbricas relacionadas con las ventas minoristas sobre todo del textil que experimentan bajadas respecto a diciembre por la temporada de rebajas. Es decir, que las presiones al alza de los precios están consolidadas en todos los rincones de la economía y todavía no muestran señalas de remitir.

Si esto no se ha traducido en un dato aún más elevado del IPC es por el desplome de los precios de la electricidad, que en enero bajaron un 17,5% respecto a diciembre y que a día de hoy están un 40% por debajo del precio que marcaban hace ahora un año, en enero de 2022.

Los datos de enero incluyen por primera vez la renovación de componentes anunciada por el Instituto Nacional de Estadística, que amplía la cobertura de los mercados del gas y la electricidad con la incorporación de los datos del mercado libre - una de las lagunas metodológicas a las que se apuntó desde el Gobierno para justificar la escalada de los precios de la energía entre finales de 2021 y la primera mitad de 2022- y aplica una serie de reponderaciones para estimar el peso de los distintos bienes y servicios en la cesta de la compra a partir de los datos de la Contabilidad Nacional y no de la Encuesta de Presupuestos Familiares, como se venía haciendo hasta la fecha.