La inteligencia artificial amortigua el primer impacto de la guerra arancelaria
Pese a que mandan la cautela y los proyectos a corto plazo, los expertos no divisan un parón estructural en el despliegue de la nueva tecnología
EE.UU. crea la IA, China la copia y Europa se limita a regularla
El riesgo es un mercado global de la IA dividido en bloques, más caro y menos eficiente
Impulsar la inteligencia artificial (IA) mientras se levantan nuevas barreras comerciales. En ese equilibrio se mueven las volubles políticas del presidente de Estados Unidos, Donald Trump. Un día la Casa Blanca anuncia planes millonarios para reforzar los centros de datos que sostendrán la próxima oleada ... tecnológica, y al siguiente endurece los aranceles que encarecen chips y componentes clave. ¿Puede la presión del Gobierno frenar el avance de la industria de los microchips? ¿Retrasará los proyectos en marcha? ¿O la escalada proteccionista acabará enfriando un sector que parecía imparable?
Para Gonzalo de Oña, responsable de cadena de suministro de Accenture en España, los aranceles no han provocado un parón estructural en el despliegue de la inteligencia artificial. Las empresas siguen invirtiendo porque consideran esta tecnología un motor clave de competitividad. Sin embargo, dice De Oña, muestran ahora más cautela financiera y priorizan los proyectos con beneficios tangibles a corto plazo. El impacto sobre sectores críticos, como el de los semiconductores, unido a la volatilidad regulatoria, genera mayor incertidumbre y obliga a replantear calendarios de ejecución, añade el experto de Accenture.
«Nvidia es el termómetro del boom de la IA: sus beneficios baten récords, pero su acción vive en permanente montaña rusa. Hoy es la gran ganadora, mañana dependerá de si logra blindarse frente a la geopolítica», dice José Fernández Tamames, docente del grado en Ingeniería Informática en UNIE Universidad.
En lo que va de año, las acciones de Nvidia suben un 31,24% y actualmente rondan los 176,2 dólares. Se trata de un porcentaje elevado, pero es mucho más moderado que la subida del 179% en el mismo periodo del año anterior, ya que desde inicios de enero y mediados de septiembre de 2025 pasaron de unos 49,1 a 137 dólares.
Ese recorrido en Bolsa no escapa a las tensiones comerciales. Alejandro Domingo, COO y cofundador de NeuralTrust, sostiene que los aranceles generan incertidumbre en el corto plazo, aunque no alteran la tendencia de fondo. La demanda de infraestructura para IA sigue creciendo de forma exponencial y los costes disminuyen hasta diez veces año tras año. Más que el precio, comenta Domingo, preocupa el control de uso, con transparencia, seguridad y cumplimiento ganando protagonismo.
De cara al medio plazo, Domingo advierte que el riesgo de fragmentación tecnológica no tiene por qué interpretarse como una amenaza. La creación de bloques diferenciados empuja a gobiernos y empresas a revisar sus dependencias y estándares de control. Ese giro, añade el directivo de NeuralTrust, «puede incluso convertirse en una oportunidad si desemboca en una IA más trazable, auditable y alineada con marcos regulatorios sólidos».
«Ese riesgo ya está aquí. Cada restricción y cada arancel erosiona la capacidad de Estados Unidos para tejer consensos y le hace perder aliados. China, mientras, acelera su autonomía y atrae a quienes no quieren quedar atrapados en sanciones cruzadas. El resultado puede ser un fracaso sin precedentes: un mercado global de la IA dividido en bloques enfrentados, más caro y menos eficiente», dice Tamames, de UNIE Universidad. «Si la IA se convierte en un campo de batalla arancelario, Estados Unidos habrá transformado su mayor ventaja tecnológica en su mayor derrota estratégica», concluye.
Javier Hombría, profesor del Máster en Bolsa y Mercados Financieros del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB), señala que «los aranceles encarecen y retrasan, pero no detienen la inteligencia artificial». A corto plazo, ese recargo del 10% a las importaciones impacta en servidores, memorias y GPUs, lo que encarece el capex de centros de datos y obliga a startups y actores pequeños a ajustar caja y plazos. En este segmento, apunta, «veremos menos preentrenamiento propio, más alquiler de GPU por horas y una mayor optimización de recursos, con modelos más ligeros y eficientes. También anticipa fricciones de suministro si ciertos chips quedan sujetos a licencias o vetos, lo que está empujando a diversificar proveedores, recurrir a clouds con inventario asegurado o incluso a crear consorcios de compra para ganar poder de negociación».
A medio plazo, Hombría cree que el mayor riesgo no es el arancel en sí, sino la fragmentación del mercado en bloques. Estados Unidos y sus aliados concentran la nube líder y las GPUs más avanzadas, aunque con controles y barreras comerciales; China acelera la sustitución doméstica y consolida estándares propios de hardware y software; y regiones como Europa, India o el Golfo apuestan por fábricas y centros de datos para reducir dependencias. En este escenario, «Nvidia afronta presión por el cierre del mercado chino, pero mantiene demanda robusta en Estados Unidos, Europa, India y Oriente Medio. El resultado es más volatilidad bursátil y márgenes algo más ajustados, aunque el ciclo de cómputo sigue intacto», afirma el experto del IEB.
Ventaja competitiva
En ese escenario global de bloques enfrentados, Europa intenta transformar la tensión en una ventaja competitiva. La política arancelaria de Trump está fragmentando las cadenas de suministro tecnológicas y encareciendo componentes clave para la IA, sobre todo en los semiconductores. Según Luisa Fernanda Rodríguez, vicedecana de la Facultad de Business & Tech de UAX, este contexto puede favorecer al continente si consigue atraer fábricas de chips y centros de diseño, siempre que ofrezca estabilidad regulatoria, incentivos adecuados y talento cualificado. El debate sobre la soberanía digital gana fuerza y se refleja en iniciativas como el European Chips Act, la megafábrica de Infineon en Dresde y proyectos de cooperación como Gaia-X, aunque su impacto dependerá de la rapidez en la ejecución y la coordinación entre Estados miembros.
Rodríguez advierte que el reto no es únicamente tecnológico, también económico, «ya que estas tensiones están redefiniendo la competitividad global». Europa, sostiene, tiene margen para convertirse en un polo de inversión y empleo cualificado si reacciona con rapidez. «No podrá competir en escala con Estados Unidos o Asia, pero sí puede diferenciarse en campos concretos, como la IA aplicada a la industria, la automoción inteligente o el edge computing», asegura. La clave, insiste la vicedecana de UAX, está en diseñar una estrategia con visión de medio plazo.
La universidad europea no puede quedar al margen. Su papel pasa por formar talento, reforzar la investigación y trasladar innovación al tejido productivo para que el continente dé un salto cualitativo en esta transformación, concluye Rodríguez.
Necesidad estratégica
En el caso concreto de España, la inteligencia artificial ya no se percibe como una opción, sino como una necesidad estratégica para empresas y administraciones, apunta de Oña, de Accenture. Las tensiones comerciales y la incertidumbre internacional pueden retrasar plazos o alterar prioridades, aunque la apuesta de fondo sigue intacta, comenta. El Reglamento Europeo de inteligencia artificial y la Agencia Española de Supervisión refuerzan este camino al consolidar la tecnología como pilar de eficiencia, innovación y competitividad. El verdadero reto, concluye, es desplegarla de forma responsable, escalable y sostenible, de modo que solo las organizaciones con visión estratégica y disciplina estarán preparadas para resistir la volatilidad global y liderar en el futuro.
En definitiva, los aranceles suman ruido y costes, pero la IA sigue avanzando. La incógnita es si alguien logrará convertir esa tensión en impulso o si, al final, será la política la que ponga el freno.