Un incipiente boicot a los productos 'made in USA' empieza a moverse en los países nórdicos

Cuando Trump declaró sus intenciones de hacerse con Groenlandia dejó de entrar en restaurantes de comida rápida estadounidense. Después, de acuerdo con amigos, decidió no volver a comprar unas zapatillas de su marca favorita. «Pero cuando hemos visto el vídeo de Zelensky en la Casa Blanca, sentimos la necesidad de apoyarle de alguna manera», añade Anika, miembro del grupo desde el pasado fin de semana.

En su declaración de intenciones, Bo Albertus expresa su descontento por la contradicción que supone lanzar la iniciativa en una red social propiedad del multimillonario estadounidense Mark Zuckerberg, que parece estar en sintonía con Trump últimamente. Pero por otra parte se alegra de estar atacando con sus propias armas y está convencido del poder del boicot para hacer fuerza.

La publicación se volvió viral en Dinamarca. «Las acciones individuales pueden tener un impacto si forman parte de un contexto organizado o si se difunden a través de las redes sociales», explica Magnus Boström profesor de la Universidad de Örebro que investiga la influencia social y política del comportamiento del consumidor y cree que el boicot puede llegar a ser efectivo si es «internacional, generalizado y sostenido en el tiempo».

El grupo comparte información y trucos sobre cómo hacer la compra sin enviar dinero a Estados Unidos, con esquemas de la estructura de propiedad y marcas de las grandes empresas estadounidenses que distribuyen sus productos en Europa y con consejos para sustituir esas compras por otras de marcas europeas que ofrecen más o menos el mismo producto. Además se difunde un contenido de sensibilización contra los efectos de las políticas de Trump en la forma de vida europea.

En la vecina Noruega, esta tendencia de alejarse de los productos estadounidenses ha llegado hasta las cadenas de supermercados. El Grupo Salling, que opera las cadenas de supermercados Føtex, Bilka y Netto, está respondiendo a las cada vez más numerosas consultas de sus clientes que quieren evitar los productos de Estados Unidos etiquetando con claridad los productos europeos con una estrella negra en la etiqueta de precio. Así lo ha anunciado su CEO, Anders Hagh, a través de la red LinkedIn.

Sus competidores no seguirán por el momento esta iniciativa. «Estamos comprobando lo que podemos etiquetar para que los clientes puedan orientarse fácilmente sobre el origen de nuestros productos y, por lo tanto, también sobre si son europeos o no», responde desde el Grupo Coop, detrás de cadenas como SuperBrugsen y 365discount. Dagrofa, que aglutina a Meny, Spar y Min Købmand, considera por su parte suficiente el etiquetado de la UE.

«Esto va más allá de la compra del supermercado», advierte Bo Albertus, embarcado en una cruzada cultural, más que comercial, que le ha llevado a cancelar también su cuenta de Netflix.

En Suecia, una encuesta ha revelado que casi cuatro de cada cinco encuestados podrían evitar en su vida cotidiana los productos estadounidenses. El 78% de los suecos dice que estaría dispuesto a unirse a un boicot. Las mujeres jóvenes, en particular, y más del 90% de los jóvenes suecos de entre 18 y 34 años ya no quieren comprar productos de Estados Unidos. Jannike Kohinoor, otra activista sueca, recuerda la caida de ventas en Europa de Tesla, de Elon Musk, un 45% en el mes de enero, e insiste en que «queremos que la gente abra los ojos a lo increíblemente dependientes que somos de los bienes y la tecnología estadounidenses».