El impacto del Covid engorda el suculento negocio de los complementos alimenticios
La preocupación por el bienestar lleva estos productos más allá del mundo del deporte y alienta un pulso innovador que avanza hacia la personalización

Los hay para conciliar el sueño, para aumentar la masa muscular, para el normal mantenimiento del cabello, para combatir la retención de líquidos… los complementos alimenticios conforman un lucrativo negocio que ha salido del círculo de los gimnasios y se ha colado en los ... hogares de todo tipo de personas preocupadas por fortalecer su salud. El creciente interés de la población por el bienestar físico y emocional, potenciado tras el coronavirus, ha impulsado la venta de estos productos por los que ya apuestan desde importantes grupos farmacéuticos hasta pequeños laboratorios.
Se calcula que durante 2021 la industria movió 59.910 millones de dólares a nivel mundial, lo que representa un incremento del 7,5% respecto al ejercicio anterior. La cifra es indicativa de la tendencia al alza que vive este mercado, que tuvo su gran punto de inflexión en 2020, cuando la pandemia irrumpió en nuestras vidas. Ese año los ingresos repuntaron un 14,5% interanual, hasta los 55.760 millones, según recoge el 'Nutrition Business Journal'. Y las proyecciones anticipan que el sector seguirá su escalada en el futuro, alcanzando un volumen de casi 70.000 millones de dólares en 2025.
Pero, ¿qué se entiende exactamente por complementos alimenticios? La Agencia Española de Consumo, Seguridad Alimentaria y Nutrición los define como aquellos cuyo fin es complementar la dieta normal, consistentes en fuentes concentradas de nutrientes (por ejemplo, minerales y vitaminas) u otras sustancias con efecto nutricional o fisiológico, en forma simple o combinada, que se comercializan en cápsulas, pastillas, tabletas, gotas, etc. No tienen la consideración de medicamentos y, por lo tanto, no pueden prevenir, tratar o curar enfermedades.
En España, el 42% de la población asegura haber tomado complementos en los últimos doce meses, según una encuesta realizada por la OCU en mayo de 2021 mientras que en la edición de 2018 solo el 30% afirmaba tomarlos. Otros estudios arrojan cifras todavía más abultadas, como el de la Fundación Mapfre en colaboración con la Academia Española de Nutrición y Dietética, que revela que el 75,1% ha consumido durante el último año algún suplemento, con los complementos nutricionales a la cabeza (63,4%).
Lo cierto es que las ventas en nuestro país, al igual que ha ocurrido en términos mundiales, siguen una evolución positiva. En 2019, el segmento de los complementos alimenticios movió 925,7 millones de euros, tomando como referencia lo que se vende en farmacias y parafarmacias. En 2020, ya con el impacto del Covid, el volumen de negocio ascendió a los 936,9 millones y en 2021 repuntó hasta los 969,1 millones, según datos de la consultora HMR España, que prevé que para el cierre de 2022 se superen los 1.000 millones de euros.
«Hace diez años los complementos alimenticios se relacionaban con el ámbito deportivo y esa imagen ha desaparecido, aunque el cambio radical ha sido después del Covid porque el ciudadano ha aumentado su preocupación por la alimentación y el cuidado físico. Han surgido muchas empresas y productos nuevos, básicamente del sistema inmunológico y la innovación se enfoca también a la nutricosmética, que actúa sobre la piel y el cabello», señala Sergio Oya, gestor de LegalEgo Consultoría Alimentaria.
Los expertos celebran el salto adelante que ha experimentado el sector, aunque reconocen que España todavía se encuentra rezagada respecto a vecinos europeos. El director general de la Asociación para el Autocuidado de la Salud (Anefp), Jaume Pey, pone como ejemplo el mercado alemán o el francés, que son cuatro y tres veces mayor que el nacional, respectivamente. «Hemos tenido buenos crecimientos durante la pandemia, pero podemos aumentar mucho la penetración. No llegaremos al nivel de países como Alemania, donde hay menos horas de sol, pero el Covid nos ha hecho ver que teníamos déficits», comenta.
Desde Kern Pharma, laboratorio especializado en genéricos que cuenta desde 2015 con productos de autocuidado, tienen la misma percepción. «Estamos acostumbrados a acudir al médico o a la farmacia cuando ya tenemos síntomas y malestar, pero a raíz de la pandemia, la gente ha tomado mayor conciencia sobre la importancia de mantener un buen estado de salud gracias a la prevención y a la implementación de una cultura de autocuidado», comienza por explicar Bárbara Rey, Business Development Manager Consumer Health de la compañía. En paralelo, agrega, los laboratorios están más focalizados en desarrollar productos orientados a fomentar unos hábitos de vida saludable promoviendo la prevención, el mantenimiento de la salud y la suplementación. Los que han disparado su demanda a raíz del Covid son los orientados al sistema inmune, el sueño, el estrés y vitaminas, entre otros.
Jaume Pey, de Anefp, está convencido de que, gracias al dinamismo del sector, los usuarios disfrutarán de novedades en envases, ingredientes y formas de presentación (como las tan de moda cápsulas 'gummies'), un compromiso con la innovación que aplican pequeños laboratorios y grupos multinacionales.
«A más largo plazo, caminaremos hacia la personalización, es decir, complementos alimenticios adecuados al tipo de componentes que le faltan a cada uno», defiende. Una opinión que refrenda Rey, de Kern Pharma: «El futuro depara suplementación personalizada en base a test genéticos previos y a analíticas específicas, sensores no invasivos que monitorizarán numerosas funciones facilitando diagnósticos precoces… la salud entra en la casa de las personas gracias a la teleconsulta y la farmacia será cada vez más un aliado de los médicos porque podrá contribuir a la gestión de la salud de las personas de forma preventiva y acompañarlos en su autocuidado gracias a un número cada vez más creciente de productos para el cuidado de la salud sin receta médica».
Alta competencia
Desde la Asociación de las Empresas de Dietéticos y Complementos Alimenticios (Afepadi) coinciden en que la innovación es un concepto inherente al sector. «En primer lugar, para ofrecer productos que se adapten a las nuevas necesidades de los consumidores. Por ejemplo, desarrollando productos veganos que no contengan ningún ingrediente de procedencia animal. En segundo lugar, el aumento de la oferta en el sector hace que las empresas tengan que destacar y ofrecer un valor añadido a los consumidores», sostiene su secretario general, Agustín Roqué.
Bien lo sabe la startup española Aora Health, fundada en 2016 y especializada en nutracéuticos. Su CEO, Gonzalo Peñaranda, aclara que son complementos alimenticios que han demostrado su eficacia en humanos en estudios clínicos. «Identificamos moléculas que tienen un mecanismo de acción concreto y las juntamos con distintos mecanismos de acción, de manera que el efecto sinérgico potencie el resultado», cuenta. Se dirigen sobre todo a personas sanas, dispuestas a mejorar su calidad de vida.
Hasta la fecha han patentado más de 40 productos que venden en casi el mismo número de países –en España, comercializan una decena– y el 90% de su cifra de negocio este año corresponderá al extranjero. «Frente a los países de su entorno, España va por detrás, pero tenderá a converger», apunta Peñaranda, convencido de que en esa evolución el farmacéutico juega un rol esencial: «Los médicos españoles no acostumbran a recomendar estos productos, mientras que en otros mercados es habitual. Y el farmacéutico cumple un papel de prescripción en España que en otros mercados no, de forma que puede orientar al público». Con sede en el Parque Científico de Madrid y en la Universidad de Cambridge, la firma emplea a 17 personas y prevé facturar cuatro millones de euros.
Trabas a las empresas
A pesar de que es un sector con tendencia al alza desde hace años, las patronales advierten de la necesidad de contar con un marco regulatorio adecuado que facilite su dinamismo. Cabe recordar que en 2002 se publica la Directiva 2002/46, que se transpone en cada uno de los países, pero, al no tratarse de un Reglamento, deja cierto margen de discrecionalidad a los Estados en su transposición a derecho nacional, «con lo que se dan puntos de desarmonización», indica Roqué, de Afepadi. En España, se traspuso mediante el Real Decreto 1487/2009, que se modificó con el Real Decreto 130/2018. El problema radica en que, a diferencia de lo que ocurre en países como Italia, Bélgica o Portugal, «en España los productos que contienen ingredientes distintos de vitaminas y minerales no son reconocidos por las autoridades salvo que les aplique el reconocimiento mutuo», apunta el experto. Y ello supone una desventaja competitiva para las compañías patrias.
«Cuando una empresa española quiere tener un producto botánico, por ejemplo, debe irse a los países cuyos listados de sustancias admitidas son más amplios, pedir la autorización allí y luego volver a España que, por el principio de reconocimiento mutuo, le autoriza a venderlo. La empresa de gran tamaño puede manejarlo bien, pero para las pymes resulta complicado y muy costoso», lamenta Jaume Pey. Desde Anefp defienden que la situación ideal es que exista una armonización en toda Europa, pero hasta que se consiga piden que las autoridades españolas amplíen el listado. «Hemos visto voluntad de hacerlo y ahora falta que esa voluntad adquiera un poco de velocidad», dice el director general de la patronal. Aun con este reto en el horizonte, el negocio de los complementos alimenticios fortalece su salud año tras año.
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