biotecnología
Hongos, el inesperado material estrella de la economía sostenible
Por su versatilidad y durabilidad, el micelio acapara los focos de la innovación en alimentación, construcción, automoción, textil... e incluso en el sector funerario
Tu próximo filete podría estar elaborado con hongos

Abundan en la naturaleza y, cada vez más, en los objetos que nos rodean. Sus propiedades los han encumbrado como uno de los materiales estrella de la economía sostenible y las nuevas tecnologías están permitiendo obtener de ellos artículos muy innovadores. Los hongos y, en concreto, el micelio (su talo, formado comúnmente de filamentos ramificados) son una de las alternativas que prueban investigadores y empresas de todo el mundo para lograr productos finales con un menor impacto ambiental que contribuyan así a la ansiada descarbonización.
Sectores como el alimentario llevan la avanzadilla, como parte de la búsqueda de un modelo que reduzca la dependencia de las proteínas animales, mientras que otros tienen en marcha proyectos demostradores. El gran reto es el escalado, que exige que bajen los costes de producción, en muchos casos todavía superiores a los de los componentes tradicionales.
Sean embrionarias o maduras, las iniciativas en torno al funghi cuentan con un enorme potencial en un contexto en el que tanto por la presión legislativa como por la concienciación de los consumidores, las soluciones amigables con el planeta se han convertido en objetivo prioritario. Una idea que sorprendería al común de los mortales procede de Países Bajos y son féretros y urnas hechos a base de micelio y fibra de cáñamo reciclada que, en las condiciones adecuadas, se biodegradan en 45 días. Loop Biotech, la empresa detrás de su desarrollo, sustituye la madera convencional, que implica la tala de árboles, su importación y tratamiento, por especies locales de hongos que cultiva en sus instalaciones de Delft.
La industria de los componentes de automoción también explora fórmulas que contribuyan a la descarbonización. La multinacional española Antolin, por ejemplo, ha conseguido un material de micelio y residuos vegetales con el que fabricar piezas para los coches, desde un parasol hasta un techo. «Se trata de una producción que, aparte de su carácter sostenible, permite acompañar el crecimiento del micelio de forma orgánica directamente en moldes de preformas, lo que puede suponer una ventaja en cuanto a consumo de material o utilización de espesores variables frente a procesos tradicionales como el de inyección de plástico, sin la necesidad de utilizar equipos costosos como las inyectoras de plástico y con un mantenimiento de utillajes menor», exponen desde la compañía, inmersa en la etapa de prototipado y validación final.
«Este año se han estado desarrollando composites con diferentes sustratos donde pueda crecer el micelio, desde fibras naturales hasta residuos de la industria papelera, buscando un equilibrio entre las emisiones de compuestos orgánicos y sus propiedades mecánicas y de proceso», detallan. Las barreras a superar se centran en los ensayos para la validación del producto: envejecimiento climático, tests de impacto, medición de huella de carbono y emisiones de otros compuestos orgánicos.
Como parte del compromiso de alcanzar la neutralidad de carbono en sus operaciones en 2045, Kia ha probado el uso del micelio, que combina resistencia con una superficie suave, como sustituto del cuero para el interior de la consola del Concept EV3, aunque la firma asegura que esta opción se encuentra en fase temprana y que está trabajando con socios para acelerar su desarrollo.

El textil tampoco es ajeno a las posibilidades que presentan las raíces subterráneas de los hongos. Entre las marcas de renombre que lo han testado está Hermès, que gracias a su alianza con la biotecnológica californiana MycoWorks lanzó en 2021 su clásico bolso Victoria confeccionado con una materia prima a base de hongos. La casa de muebles de alta gama Ligne Roset o el fabricante de sombreros de lujo Nick Fouquet, por citar algunos, también han confiado en la compañía estadounidense, que dispone de una planta de producción a escala comercial. Adidas, por su parte, llegó a un acuerdo con Bolt Threads para sacar unas zapatillas confeccionadas con Mylo, material creado a partir de un cultivo de alta eficiencia que tarda menos de dos semanas en crecer y que se realiza en un entorno de laboratorio controlado.
Cumplir con las necesidades de sostenibilidad requerirá que la moda continúe indagando en el micelio, pero la carrera acaba de arrancar. «Las grandes marcas que se lo pueden permitir están llevando a cabo pequeños experimentos, aunque no es algo que se esté aplicando con normalidad debido al coste y a que la oferta de estos materiales no está muy extendida», señala Paloma G. López, presidenta de la Asociación Española para la Sostenibilidad, la Innovación y la Circularidad en Moda (SIC MODA). Uno de los beneficios del micelio, dice, es su versatilidad y durabilidad, lo que le hace apto para ropa, complementos y calzado, sin olvidar su biodegradabilidad. «Existe una investigación amplia en nuevos materiales con el objetivo final de llegar a la prenda compostable, que cuando no sirva, se pueda enterrar para que se degrade en armonía con el entorno y sin emisiones tóxicas», comenta.
Ante la previsión de incremento de la población mundial, que se calcula que en 2050 alcanzará los 9.700 millones de personas, y la preocupación por el cuidado del medioambiente, el de las proteínas alternativas ha emergido como un pujante nicho de negocio en el que los hongos juegan un papel clave. En España hay startups especializadas, como Libre Foods, que partiendo de este ingrediente comercializa una suerte de bacon y pechuga de pollo que replican a sus homólogos clásicos, o Innomy, que recurre al micelio para simular la experiencia de comer carne.
Los centros tecnológicos, la correa de transmisión entre la ciencia y el tejido productivo, tienen un carácter estratégico para que las soluciones del laboratorio se lleven a la práctica. En el catalán Eurecat, por ejemplo, han estudiado a fondo la fermentación en estado sólido de los hongos, una herramienta cuya factura ambiental es menor que la de la fermentación sumergida propia de productos cuotidianos como las bebidas alcohólicas fermentadas, ya que la energía, el gasto del agua y los residuos generados son inferiores. Pau Sentís, investigador de la Unidad de Nutrición y Salud de Eurecat, explica que, en términos de sostenibilidad, gracias a la mencionada fermentación estos organismos pueden crear proteínas de alto valor a partir de subproductos de la industria alimentaria «que normalmente se utilizan para alimentación animal o como abono para el campo». «Tratamos de analizar si podemos encontrarles una segunda vida», indica. En el caso de subproductos que llevan compuestos antinutrientes, hay hongos que los podrían degradar con la fermentación sólida. La etapa de laboratorio, dice Sentís, ya la han concluido y ahora están haciendo el equipamiento para pasar a una escala piloto que, más adelante, permita el salto industrial. «Todo se está encaminando a la generación de proteína alternativa para la elaboración de productos sustitutivos a la carne u otros productos de origen animal», adelanta.
El margen de maniobra es amplísimo. Desde la Asociación Española de Empresas de Biotecnología (Asebio) aseguran que un 26% de sus socios trabajan en soluciones sostenibles con biotecnología industrial y agroalimentaria como actividad principal o herramienta en la elaboración de bioproductos y procesos. «Entre estos, encontramos algunas compañías biotecnológicas que están explorando el gran potencial que presentan los hongos y el micelio para avanzar en la sostenibilidad de los modelos económicos, gracias a las soluciones innovadoras y ecológicas que están aportando en diversas industrias», resaltan desde la patronal.
Un botón de muestra son las compañías que están aprovechando la capacidad biotransformadora de los hongos en biorremediación. «Mediante su aislamiento pueden producir un conjunto variable de enzimas y metabolitos secundarios que mejoran la salud de suelos contaminados y pueden restaurar áreas devastadas», precisan.
«Incluso cada vez más se investiga el potencial de los hongos en el desarrollo de antibióticos, lo que abre nuevas puertas ante un acuciante desafío global como es la resistencia a los antimicrobianos», añaden desde la patronal, que cree que nos encontramos aún en la superficie de todo el potencial de los hongos y el micelio: «La biotecnología nos ofrece herramientas esenciales para seguir avanzando, mejorar la calidad de vida de las personas y asegurar un futuro más sostenible».
Las proyecciones del micelio son mayúsculas. Juan Andrés Oria de Rueda, director de la Cátedra de Micología de la Universidad de Valladolid, resume sus ventajas: «Es totalmente natural, crece muy rápido, en condiciones normales se puede producir gran cantidad y representa la máxima expresión de lo biodegradable». Entre sus virtudes se incluye una fuerte resistencia e ignifugidad, útiles para el ámbito de la construcción o para tejidos. «El cuero vegano convencional está hecho de poliuretano, un derivado del petróleo que se inflama terriblemente, pero el cuero fúngico nos protege ante un incendio. Este tipo de tejidos, además, transpiran y nos aíslan del frío», subraya.
Para el experto, las áreas en las que el micelio tendrá mayor recorrido son la de los envases, como sustituto del plástico; la alimentación, por su variedad de aromas y sabores; el textil, por las características antes referidas, o la construcción. «Algunas aplicaciones parecen de ciencia ficción. Hay hongos cuyo micelio es capaz de alimentarse del plástico y otros que hacen lo propio con los residuos radiactivos», añade. Características asombrosas de un material que, sin embargo, se enfrenta a retos para completar su despegue definitivo. «En la actualidad, debido a que no se ha desarrollado a gran escala, es más caro que los productos derivados de la industria del petróleo, en torno a la que hay intereses creados», apunta. Oria de Rueda lamenta, asimismo, la fuga de talento español a destinos europeos Alemania o Francia, que llevan la delantera en este terreno.
Aun con estas asignaturas pendientes, nada hace pensar que el micelio sea una tendencia pasajera. «Ya existen bastantes empresas que saben que hay un nicho de negocio grande y el dinamismo en este segmento es enorme», asegura el experto. La carrera para explotar las mil y una vidas de los hongos acaba de empezar.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete