La guerra arancelaria sume en el caos a la almendra española
El fruto seco estadounidense, que es más barato, «marca el precio en España», denuncia Asaja
Los agricultores temen más importaciones antes de las tasas de la UE y por el cierre de China a EE.UU.
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La guerra arancelaria desatada por Donald Trump mantiene en vilo a los productores españoles de almendra, pues tiene potencial para causar una disrupción comercial que hunda los precios y dé la puntilla a un sector que ya juega con márgenes estrechos.
Las organizaciones agrarias ... dieron la voz de alarma en cuanto el pasado nueve de abril la Comisión Europea aprobó las contramedidas a cuenta del arancel sobre el acero y el aluminio impuesto por la nueva administración estadounidense. Las tasas apenas duraron 24 horas, pues después de que la Casa Blanca suspendiera la parte más gravosa de sus gravámenes contra los Veintisiete –dejándolos en el 10% durante noventa días–, el Ejecutivo comunitario decidió hacer lo propio, también por espacio de tres meses.
En cualquier caso, el problema de las almendras sigue ahí, pues el calendario de contramedidas que presentó la UE originalmente posponía el castigo a la almendra estadounidense hasta el uno de diciembre; si nada cambia, por entonces los exportadores de ese país deberán pagar un impuesto del 25% para vender en Europa. Para España, que es el segundo productor mundial después de los EE.UU., parecería que no es una mala noticia que se imponga un corsé a su principal competidor, pero no es el caso.
Para comprenderlo, hay que explicar las particularidades de este mercado. Como ya se ha avanzado, EE.UU. es el principal productor, con 1,27 millones de toneladas en la campaña 2024/25 (según estimaciones del Departamento de Agricultura de EE.UU.) o un 77% de la cuota global. Esto le convierte también en el primer exportador, siendo sus principales mercados la UE, China y la India, por ese orden. De lejos, le siguen en la lista España, que en la campaña 2024/25 producirá 373.558 toneladas (según el Ministerio de Agricultura) y Australia, con 160.000t. La paradoja es que buena parte del almendruco que consumimos en nuestro país es extranjero, y buena parte del que producimos se vende al exterior; cosas de la globalización. El año pasado España exportó 112.021t del fruto seco e importó 98.927t, el 80% de las cuales provenían de EE.UU.; sobre todo, de California. Esas compras en el exterior son necesarias para suplir la voracidad de la industria, pero las necesidades de los agricultores son otras.
En este contexto, la mera amenaza de arancel de la UE contra la almendra americana abre varios escenarios para el campo, todos ellos perniciosos. Y si finalmente esa tasa no se aplica, el sector avizora más problemas a causa del gravamen impuesto por Pekín a todos los productos estadounidenses. En el primer caso, el peligro es que los exportadores californianos adelanten las ventas antes de diciembre y hundan los precios en un momento crítico, justo cuando la industria hace acopio para la campaña de Navidad –léase, turrones–.
Según explica a ABC Javier Fatás, portavoz de COAG, esto puede producirse tanto por el exceso de 'stock' antes de que empiece la campaña española –de agosto a septiembre– como por la «especulación» que puede derivarse. Esto último, por cierto, podría exacerbarse si España se consolida como un lugar 'de paso' para la almendra. Si China mantiene la tasa del 125% sobre los EE.UU., ese escenario es factible, dado que nuestro país es el principal importador del Viejo Continente, con el 34% del volumen. El peor escenario, claro está, es que en ese caso la producción estadounidense elija ampliar su cuota de mercado en España para suplir los envíos a China; si Bruselas retira el arancel y Pekín no, es razonable que eso suceda.
China se ofrece como alternativa
José Ugarrio, el portavoz de Asaja, no descarta ninguno de esos escenarios, aunque advierte de que la situación aún depende de muchos futuribles. «La incertidumbre es gigante», añade, y apunta al comercio con el Gigante Asiático como posible solución. Precisamente, la apertura de nuevos canales comerciales para productos agroalimentarios fue uno de los temas que Pedro Sánchez trató en Pekín durante su viaje de la semana pasada –ese que le ganó una reprimenda del secretario del Tesoro Bessent–. El presidente volvió de China con sendos protocolos para el cerdo y la cereza, aunque no con uno para la almendra porque ese ya se acordó en su anterior reunión con Xi Jinping –hace ya dos años–. Según explica Ugarrio, hasta ahora los exportadores españoles no han hecho gran uso de esa posibilidad «por la dificultad de exportar a China» frente a otros mercados, pero el nuevo contexto ha cambiado las cosas.
El problema de fondo es la vulnerabilidad del sector por los estrechos márgenes de beneficio. De hecho, a lo largo del año pasado los almendrucos se vendieron por debajo del precio de coste en varios momentos, advierten las organizaciones agrarias, que a su vez le dan la culpa a la competencia californiana. «El precio de nuestra almendra lo fija EE.UU.», explica Ugarrio. Esto se justifica por el distinto tipo de producción a ambos lados del Atlántico. En el caso americano se trata de plantaciones intensificadas, mientras que en España la intensificación se ha centrado en otros cultivos (por ejemplo el olivar) y los almendros siguen plantándose en terrenos de secano, que son menos rentables.
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