El Gobierno ignora a los trabajadores de Talgo: «Queda bonito oponerse a la opa, pero necesitamos soluciones»

Han sido tres cartas las que ha mandado en las últimas semanas el sindicato mayoritario en Talgo, CSIF, a los ministerios de Economía, Industria y Transportes, los tres departamentos clave en el análisis y aprobación de la opa húngara. Y ninguna de ellas ha sido correspondida con una citación. Es más, tan solo el Ministerio de Transportes se ha dignado a responder a la misiva, y lo ha hecho para confirmar la recepción de la carta y emplazar una futura llamada que semanas después sigue sin llegar, según lamentan fuentes sindicales a este periódico.

Los representantes de los trabajadores buscan certezas y quieren conocer por boca del Gobierno las soluciones alternativas que están barajando para que se pueda desechar la oferta de Magyar Vagon. «Necesitamos ver que el ejercicio que se está haciendo es de responsabilidad y no por otro interés que pueda ser político o contrario al beneficio de la empresa y sus trabajadores», señala el secretario del comité intercentros perteneciente a CSIF, Guillermo Andreva, que sentencia: «Es muy bonito decir que me opongo a la operación, pero hay que ofrecer soluciones».

Los trabajadores temen que el Gobierno pueda vetar o ralentizar la aprobación de la opa, sin que llegue una oferta alternativa. De hecho, el Ejecutivo ha contactado con otros fabricantes con presencia en España como CAF, Alstom y Stadler, para animarlos a lanzar una contraoferta, pero todas ellas hasta el momento han declinado mostrar interés alguno al no encontrar sentido a la operación. En tanto, al Gobierno le queda el comodín de la SEPI para hacerse con la empresa o la opción de que sea Criteria quien se convierta en el 'caballero blanco'. El brazo inversor de La Caixa llegó a reunirse hace pocas semanas con el principal accionista de Talgo, Trilantic, pero sin un resultado en claro. El grupo que preside Isidro Fainé tiene como línea roja no entrar en Talgo si no es de la mano de un socio industrial.

Los sindicatos denuncian una situación muy preocupante por las dificultades que puede tener la empresa para aspirar a nuevos contratos. Talgo tiene que atender a corto plazo pedidos por valor de más de 4.000 millones de euros, máximo histórico, y negocia contratos por otros 3.500 millones que a día de hoy tendría que atender en las dos plantas que posee en Madrid y Álava. Una superficie industrial que se presenta escasa para poder asumir esa cartera y de ahí la urgencia de encontrar un inversor dispuesto a dotar de más fábricas a la empresa.

Entre los trabajadores, la preferencia es que ese crecimiento se produzca en España, pero esa es una intención que no manejan los húngaros, como le hizo saber hace tres semanas a los sindicatos, el ejecutivo que lidera a Magyar Vagon en la operación, András Tombor. El hasta ahora único aspirante a comprar el fabricante de trenes promete mantener todos los empleos en España, pero quiere que ese aumento de capacidad se asuma en las ocho fábricas que el consorcio explota en suelo húngaro.