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Especial RSC

El giro radical que convirtió las empresas en agentes activos del cambio sostenible

Definir el propósito, la motivación última de las compañías y su papel en la mejora de la sociedad, se ha convertido en la llave maestra de su supervivencia

Belén Rodrigo

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Hace ya tiempo que de la empresa se espera mucho más que su contribución al desarrollo económico de una sociedad. Se está produciendo un cambio y las compañías van entendiendo que el compromiso con la sostenibilidad y la mejora de su entorno ya no es una cuestión de marketing o de buena imagen corporativa, sino una clara ventaja competitiva. «Estamos en un entorno muy complejo, pero partimos de algo donde realmente se ha constatado y se está pidiendo el rol de la empresa como real agente de cambio», indica Ana Sainz, directora general de la Fundación Seres. «Las empresas son los agentes más confiables. Realmente se ha visto que tenemos grandes retos sociales en donde todos los actores son importantes, y la empresa es un actor que aporta muchas cosas, en el procedimiento, impacto…», añade.

Recuerda que las compañías están formadas por personas y la mayoría de ellas quiere dejar huella y ayudar a construir una sociedad mejor. Si bien muchas veces se ha errado y «en ese recorrido no está todo conseguido». En este momento de cambio, resalta la influencia que está teniendo la presión social. «Han preguntado muchas cosas a las empresas, no solo lo que haces y lo que ganan, sino su propósito», subraya Sainz, a la vez que reconoce que «la normativa también ha influido mucho, impulsa y hace que se piensen sobre la mesa cosas importantes. No debe ser la única palanca, pero también ha presionado». Además, «los inversores tienen en cuenta el impacto medioambiental y social por lo que condiciona el acceso a la financiación de las empresas».

Desde Seres se muestran muy satisfechos con la evolución de las empresas en materia de los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobierno corporativo). «La evolución ha sido positiva porque las empresas han entendido que esto no es filantropía. Saben que pueden aportar su mejor hacer, que se debe capitalizar en todas las áreas». Hay aspectos menos avanzados, pero se trata de «una transformación cultural» por lo que se debe transformar a toda la compañía.

Tal y como señala Xavier Gangonells, director general de la Asociación de Directivos (AED), la adopción de los criterios ESG en España ha comenzado en las grandes compañías. «Hay regulación y exigencias por parte de inversores, consumidores, empleados o posibles empleados que van sensibilizando cada vez más. Todo ello provoca que las grandes compañías aceleran el cumplimiento de estos criterios, empezando por la G de Gobierno porque cuando tienes un buen modelo debes tener en cuenta los aspectos sociales y medioambientales». Gangonells indica también que este cambio de actitud «ya se va viendo empresas pequeñas y medianas porque tiene que ver con las personas que están al frente, no el tamaño, y su forma de entender qué es una empresa y el trabajo que debe tener un directivo».

Código ético

AED presentó en 2018 el código ético de los directivos, el primero de su categoría que existe en España. En él se abordan ámbitos como el cumplimiento de la legalidad, la diversidad y la conciliación, la sostenibilidad económica, social y ambiental y la integridad. Todo ello partiendo de la premisa de que los directivos influyen tanto en su organización como en su entorno más inmediato y contribuyen a conformar el talante del conjunto de la sociedad.

«Una conducta ética es la mejor garantía para la sostenibilidad y la rentabilidad de las empresas. La sostenibilidad y rentabilidad van de la mano», resalta el director general de la AED. «Una sociedad con directivos competentes comprometidos socialmente contribuyen a una mejor sociedad», añade. A este respecto, recuerda que es fundamental la profesionalidad y el nivel de competencia y de ejemplaridad de los directivos, «que sea un referente en la compañía y hacia el entorno».

Tal y como destaca Gangonells, «en general, cualquier persona que crea o dirige una compañía desea lo mejor para que crezca y evolucione. Que los equipos estén contentos, ilusionados y comprometidos con el proyecto. Es algo anterior a los criterios ESG, es el rol que debe tener en cuenta el directivo».

Desde hace unos años es más notable que las empresas no son solo agentes económicos, que sirven para crear empleo y dinero, sino que también «tienen un papel relevante dentro de la sociedad». Los criterios ESG tienen implicaciones estratégicas en la compañía muy importantes. «Para empezar la definición del propósito de la compañía. Se basa en entender el lugar de la empresa, su aportación», señala Gangonells. Recuerda que es necesario que la compañía sea «auténtica y es más fácil cuando el punto de partida está alineado con tener un impacto positivo en la sociedad». Con una buena base, propósito y con un buen gobierno corporativo «puedes construir políticas transversales que tengan estos ingredientes incorporados. Tienes integrado este principio que alimenta la cultura de tu compañía».

Oportunidad real

Pablo Bascones, socio responsable de Sostenibilidad y Cambio Climático en PwC, indica que la regulación europea ha ayudado a que en los últimos años las compañías españolas hayan ido integrando la sostenibilidad en sus procesos. «La transformación real llegará cuando las compañías vean esto no como un tema puramente regulatorio, sino como una oportunidad real de diferenciación. Eso requerirá transformar los modelos de negocio para dar respuesta a las necesidades a las que se enfrenta la sociedad actual».

Si bien cree que cumplir los criterios ESG no es una garantía de supervivencia de una compañía porque entran muchos factores en juego, sí tiene claro que «una empresa que no tenga en cuenta los criterios ESG difícilmente sobrevivirá. La sostenibilidad se traducirá en mejoras importantes para la competitividad y crecimiento de nuestro tejido productivo, pudiendo no solo mitigar riesgos a los que nos exponemos, sino también generar nuevas fuentes de ingresos», destaca Bascones.

Reconoce que existen detractores que opinan que la crisis del Covid y de Ucrania van a paralizar la transformación que se está produciendo en las empresas. Sin embargo, aunque algunas líneas de acción puedan frenarse en el corto plazo, «en el medio y largo esta crisis acelerará la transformación porque, por ejemplo, descarbonizar implica también garantizar el suministro y reducir los elevados costes energéticos. Además, los inversores y los consumidores están reconociendo la importancia de la transición hacia una economía baja en carbono», puntualiza.

Ángel Alloza, CEO Corporate Excellence Centre for Reputation Leadership, una fundación empresarial creada por grandes empresas destaca «el gran valor que adquieren y que están adquiriendo los activos intangibles en las organizaciones, superando ya el 80 % del valor total de las compañías y por encima de activos tradicionales». Recuerda que en España las grandes empresas actúan como tractoras en materia de gestión de intangibles. «Cuentan con equipos especializados, conocen diferentes herramientas e indicadores que les ayudan a la toma de decisiones y disponen de metodologías que les permite monitorizar y hacer tangible el impacto de sus intangibles», resalta el CEO. No obstante, es algo que afecta también a las pymes y «la inquietud de analizar, trabajar y gestionar eficientemente los intangibles de una organización, no depende del tamaño de esta sino de su convencimiento y de la actitud que tenga para poder llevarlo a cabo», añade.

En un momento convulso y complicado para las organizaciones, Ángel Alloza señala que «se necesitan profesionales que sepan entender las exigencias, necesidades y expectativas de los diferentes grupos de interés con los que se relacionan las compañías». Y todo ello debe enmarcarse bajo la perspectiva de creación y generación de valor compartido, tanto para los stakeholders como para las propias organizciones. «Las empresas, por tanto, necesitan y requieren profesionales competentes y con una visión 360 que les permita comprender la importancia y el alcance de los intangibles claves de una organización». Para ello, estos profesionales deben formarse con programas ejecutivos especializados para enfocar y redirigir su rol desde el punto de vista estratégico, transversal y vinculado, de forma inexorable, con el negocio.

Integración

Como hoja de ruta de la gestión estratégica de los intangibles señala en primer lugar la integración. «La conexión entre los diferentes intangibles de una organización es indudable. Hoy ya no es suficiente comunicar bien, sino que, a los responsables de los intangibles se les pide proteger la cultura, alinear discurso y conducta, fortalecer las relaciones con todos los grupos de interés que participan en la empresa, etc», explica Alloza. Indica también que la gestión de los intangibles introduce una perspectiva multistakeholder y multidimensional en la toma de decisiones estratégicas.

«Hoy más que nunca se necesitan indicadores, modelos y herramientas de gestión que faciliten la toma de decisiones», puntualiza. Por eso, además de la visión integrada de los intangibles, «también es necesario avanzar y contribuir al desarrollo de indicadores y herramientas estratégicas que integren y que faciliten el control y la gestión de la reputación, la comunicación, la marca, la cultura o la sostenibilidad, entre otros», matiza. Una hoja de ruta que estaría incompleta si no se cuenta con el apoyo de la alta dirección que «debe promover e impulsar la gestión excelente y estratégica de los activos intangibles.

Marta Guzzafame, socia líder de la unidad de clima y sostenibilidad en España de la consultora BCG, habla de la necesidad a la que se enfrentan las empresas de «pasar de un enfoque tradicional a uno más complejo en el que el riesgo climático y la planificación de la adaptación entren en la estrategia de negocio, para abordar los riesgos y el impacto potencial de la valoración». Además, las empresas necesitan desarrollar nuevas capacidades para avanzar en la agenda climática. «Hay que prepararse para un aumento en las expectativas sobre la claridad de los estándares de cero emisiones netas y la divulgación relacionada con el clima, tanto por parte de los inversores como de los reguladores».

Dificultades

Dificultades

A la hora de hablar de las dificultades que encuentran las empresas para materializar su compromiso con los criterios ESG, Guzzafame señala que en el aspecto ambiental, «la economía de ofrecer productos y soluciones sostenibles a menudo aún no está en su lugar, debido a las inversiones requeridas y al aumento en el costo de producción. Para solucionar esto, los incentivos públicos son clave para acelerar los esfuerzos del sector privado. Otro aspecto fundamental es señalar la demanda de productos verdes, para ayudar a sostener la transformación sustancial que muchas empresas tienen que hacer. Es por eso que iniciativas como First Mover Coalition (una iniciativa global que aprovecha el poder adquisitivo de las empresas para descarbonizar siete sectores industriales «difíciles de reducir») son tan importantes.

Según un informe de BCG, solo el 10% de las empresas miden sus emisiones de manera integral en 2022 frente al 9% en 2021, Guzzafame señala que para mejorar el porcentaje de empresas que miden e informan de su huella de carbono, «primero debemos exigir una mayor claridad en los estándares de cero emisiones netas y la divulgación relacionada con el clima. Los reguladores y los inversores juegan un papel clave en esto». Otra iniciativa puede ser aclarar los estándares para tener «reglas del juego bien definidas» una vez que todavía enfrentamos muchas incertidumbres «sobre cómo contabilizar las emisiones o cómo definir «cero neto» en ciertos sectores». En este sentido, considera que las herramientas digitales son un gran aliado para que las empresas sean más precisas a la hora de tomar decisiones.

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