Un impulso para seguir subiendo peldaños a partir de los 50 años

La directora de Posgrado de la Universidad CEU San Pablo recuerda también que su madurez les confiere una capacidad de análisis más estratégica y reflexiva, «lo que favorece el pensamiento crítico y una toma de decisiones más fundamentada en las discusiones académicas». A su vez, su motivación y compromiso, al tratarse generalmente de una elección personal y no de una exigencia curricular, «genera un clima muy positivo de implicación en el grupo. Su ilusión por aprender resulta, con frecuencia, inspiradora para el resto de los compañeros». E igualmente destaca que su presencia fomenta la diversidad intergeneracional, «tan necesaria en los entornos laborales actuales, y en muchos casos ejercen informalmente un rol de mentor, compartiendo con generosidad su experiencia profesional y ofreciendo apoyo tanto académico como emocional».

Precisamente en la Universidad CEU San Pablo está cursando Gerardo Jimeno (Madrid, 1967) el Máster en Urgencias, Emergencias y Catástrofes en Madrid. Licenciado en Ingeniería de Caminos, Puertos y Canales en la UPM, acabó dichos estudios en 1991 e inició una larga trayectoria profesional pasando por una consultora de ingeniería y por una constructora. «Era un enamorado de los puentes», aunque también trabajó en proyectos de carreteras y ferrocarriles. En el 2001 realizó el Executive MBA en el IE y con su mentalidad inquieta e intención de emprender, fundó una empresa de ingeniería. «Vivimos la época dorada de la ingeniería, hicimos muchos kilómetros de alta velocidad, metro, carreteras, proyectos hidráulicos…», recuerda Jimeno.

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Con la crisis de la construcción en España internacionalizaron la empresa y fue el momento de viajar por muchos países. Fue entonces cuando, sin darse cuenta, la medicina empezó a entrar en vida. «Al ver una foto mía en bañador me di cuenta de que me había abandonado y empecé a hacer deporte», señala Gerardo. Empezó a correr, a hacer maratones y acabó en pruebas de triatlón y ironman. «Mi cuerpo cambió y me interesé por la nutrición así que en 2013 realicé un máster en Psico-Neuro-Inmunología Clínica (PNIc) y cambió mi forma de pensar», reconoce. Con los amigos acababa siempre por hablar de temas médicos, así que se presentó a las pruebas del CEU para cursar Medicina, donde hay una plaza para licenciados en otra materia, e inició los estudios con 50 años.

Reconoce que le costó sacarse más la carrera de Medicina que la de Ingeniería, pero asegura que «la edad no es un impedimento, me siento más joven». Lo que sí que tenía claro era que no haría el MIR. Ya ha empezado a pasar consulta y además de cursar el máster en el CEU San Pablo está repitiendo el de PNIc junto a sus hijas, «la mayor es odontóloga y la pequeña psicóloga sanitaria», lo cual hace que la experiencia sea más interesante. Dada su mentalidad de ingeniero, «soy muy perfeccionista y aporto mucho en el mundo de la Medicina. Busco las causas de las cosas», resalta.

«Estoy satisfecho empezando una nueva vida con 50 años. Cuando tienes propósitos a largo plazo te sientes feliz»

Gerardo Jimeno

Máster en Urgencias, Emergencias y Catástrofes en el CEU

Ha aprendido que «2 + 2 en medicina no son 4 y yo no me conformo con ver los síntomas, busco las causas». La mayoría de sus compañeros son médicos adjuntos en alguna especialidad, como cardiología, cirugía general, médicos de familia… «Tienen sobre todo más manejo, trabajan sobre protocolos aunque en Emergencias olvídate, no hay otra vía que no sea trabajar sobre protocolos, no hay margen», afirma Gerardo Jimeno. Está muy satisfecho con la decisión tomada de seguir estudiando, «empezando una nueva vida con los 50 años. Cuando tienes propósitos a muy largo plazo te sientes feliz», subraya. De hecho el año que viene empezará el máter en Medicina Estética, Regenerativa y Antienvejecimiento en la UCM.

Francisco Javier Iglesias Castro (A Coruña, 1973) es alumno del Máster Universitario en Osteopatía Integrativa en la Universidad Camilo José Cela (UCJC) y lo inició ya cumplidos los 50. Enfermero de formación, en su día le costó decidirse precisamente entre Enfermería y Fisioterapia, por lo que se le había quedó una espinita clavada. «En ese momento había mucho trabajo para enfermeros y opté por ello», puntualiza. «Empecé a trabajar de enfermero, pasaron los años, soy un culo inquieto y quise hacer Fisioterapia con mi hijo pequeño recién nacido», recuerda Francisco Javier. Al terminar, con tanta competencia, se sintió en el medio de la nada, «me llegaban pacientes, «pero me entraban dudas y no tenía más herramientas». Empezó a asesorarse y siguiendo sus gustos acabó por elegir el citado máster. «Es una apuesta por lo tradicional, aunque ha avanzado mucho. Apostar por la fisioterapia es estar formándote constantemente», añade Iglesias.

Sus compañeros de máster eran bastante más jóvenes, excepto dos que rondaban los 40 años. Se muestra contento por el grupo que formaron en Madrid, «teníamos diferentes formas de ver las cosas y me sentí muy arropado y querido, hicimos una pequeña familia», indica. Siente que les aportó experiencia, «son campos diferentes, pero en ambos casos tratar con el paciente». Asegura que cuando estudias un máster en una facultad privada, «tienes que poner todo el interés del mundo, son formaciones caras y hay que aprovecharlo», resalta. Y no esconde que implica un sacrificio personal, sobre todo cuando se tiene tres hijos.

«Tenía una visión distinta a la de mis compañeros, pero me sentí querido y arropado»

Francisco Javier Iglesias Castro

Máster Universitario en Osteopatía Integrativa en la UCJC

Actualmente compagina el trabajo de enfermero con el de fisioterapeuta. Al estudiar Fisioterapia con 40 años se hizo autónomo, sin dejar su trabajo en el hospital como enfermero, y empezó a trabajar también pasando consulta y en alguna clínica. «Al crecer los pacientes tuve que reducir la jornada en el hospital y ahora el 70% de mi trabajo es como fisio», puntualiza. Tiene claro que elegir bien un máster es altamente productivo. Está a punto de presentar el TFM, pero asegura que desde el primer año de esta formación «me ha aportado seguridad en lo que hago. Te ayuda mucho a valorar al paciente de forma integrativa, te hace ir más allá de lo que antes veías (solo una parte de la persona) y espero que me aporte sentirme satisfecho en sacar pacientes hacia delante», cuenta Francisco Javier. Asegura que todavía está digiriendo toda la información aprendida y es consciente de que, en su campo, hay que estar en constante aprendizaje. No se ve de nuevo estudiando a medio largo plazo otro máster tan intenso como este, con muchas horas y prácticas, pero sí otro tipo de formaciones.

En el caso de Juan Mocoroa (San Sebastián, 1969), estudió en Deusto, en el campus de Bilbao, el programa Experto en Dirección General (PDG). Ingeniero Técnico por la Universidad del País Vasco, acabó sus estudios en Holanda y ha desarrollado toda su trayectoria profesional en Mercedes Benz, siendo ahora directivo de la compañía en España, en la planta de Vitoria, donde ocupa el puesto de jefe de Ingeniería. Ha trabajado también en el extranjero, dentro de la compañía, donde también ha tenido oportunidad de realizar muchas formaciones en la academia de la firma. Pero después del Covid, «me apetecía evolucionar. Busco la formación continua y creo que cada cuatro años hay que renovarse. Estos estudios de posgrado me aportaron la posibilidad de ver desde perspectivas muy diversas el mundo del negocio».

Uno de los grandes retos para Juan Mocoroa fue organizarse en su trabajo, ya que durante todo un año debía desplazarse un día a la semana de Vitoria a Bilbao para acompañar el curso presencial, además de todas las horas que dedicaba a su preparación. «Teniendo un trabajo de mucha responsabilidad no es fácil porque implica que al menos dedicas dos días a la semana a los estudios. Yo lo hice usando días de vacaciones y funcionó muy bien», indica el ingeniero. Posteriormente, realizó un segundo programa, Liderando desde el consejo, «más corto y más fácil de compaginar».

«Me apetecía evolucionar. Busco la formación continua y creo que cada cuatro años hay que renovarse»

Juan Mocoroa

Experto en Dirección General en Deusto Business School

En el PDG Juan era el alumno de mayor edad, pero no le llamó la atención como un factor diferenciador. Eso sí, gracias a su larga trayectoria profesional, «aportaba mucho desde el punto de vista de la experiencia y la dinámica de los debates era muy enriquecedora». Ha aprendido mucho por la diversidad de puntos de vista ya que «había gente de banca, de servicios, de ONG…». Una vez realizada la formación, siente que su activo como persona ha mejorado, «lo he enfocado así durante toda mi carrera, he intentado ser útil para los que he trabajado». Cree que como profesional tienes un determinado valor «y si lo cuidas puedes llegar a 70 años en activo pero otros a partir de los 50 dejan de tener interés y curiosidad de lo que ocurre en el mundo», matiza.

En su opinión, la formación continua es una tendencia que debería ir a más, «que no está muy extendida, pero la recomiendo y la apoyo». Teniendo en cuenta que la esperanza de vida es mayor y que probablemente deberemos jubilarnos más tarde, «el seguir activo en el mundo profesional es muy importante». Es consciente de que un profesional de hace 20 años hoy no se defiende bien, «tiene que evolucionar, sin esa preparación y adaptación constante está perdido».