especial Universidades

Los campus se reconectan con una nueva realidad

Las universidades están en plena transformación: nuevas herramientas tecnológicas, otros métodos docente, enseñanzas híbridas... mientras se avanza en la transferencia de conocimiento al mundo empresarial y en formaciones que permiten adquirir las habilidades y competencias que demanda el tejido productivo

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La enseñanza superior y sus instituciones siguen transformándose en un contexto marcado por la digitalización y la tecnología. Los desafíos del sistema educativo se amplían año tras año y junto a retos ya conocidos, como el relevo generacional en el profesorado o la ... financiación de las instituciones públicas, cobra protagonismo el de la empleabilidad. «El papel que juega la tecnología en el día a día universitario es cada vez mayor y se percibe en todos sus ámbitos: docencia, investigación y gestión interna», indican fuentes de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE). Por un lado, en la docencia, se aprecia un incremento en el desarrollo de actividades formativas no presenciales o en formato híbrido, «así como un uso mayor dentro y fuera del aula de tecnologías para fomentar el aprendizaje activo tales como cuestionarios y videos interactivos, sin contar con que también empieza a haber herramientas basadas en IA que están permitiendo dar unos primeros pasos en materia de personalización», añaden. En cuanto a la investigación, la tecnología también juega un papel más importante en muchas disciplinas y los investigadores cada vez hacen un mayor uso de ella para analizar datos, presentar resultados o hacer simulaciones. Finalmente, en la gestión universitaria también se puede ver cómo aumentan los procesos que los centros ofrecen de forma totalmente digital, «mejorando así la experiencia de los usuarios, y también se empiezan a ver proyectos ambiciosos como la certificación digital, a la vez que se percibe un incremento en la automatización de procesos y herramientas basadas en IA, como por ejemplo los asistentes virtuales». Pero desde CRUE sobre todo destacan que «la transformación digital es un camino que se emprende, pero no es un proyecto con una finalización concreta».

Fondo y forma

En los últimos años ha habido una mayor adopción de herramientas tecnológicas por parte de los docentes universitarios y, aunque unas disciplinas se prestan más que otras y el despliegue aún no es generalizado, «sí que vemos como cada vez más docentes han ido aprovechando las ventajas que aporta la tecnología», afirman fuentes de CRUE. Y recuerdan que no es sólo una cuestión de tecnología, la metodología docente es igual de importante, «porque las herramientas sin un buen uso en el aula no sirven de nada y, en este ámbito, también vemos cada vez más profesores que van incorporando nuevas metodologías docentes que aprovechan al máximo las posibilidades disponibles hoy día».

Carmen Palomino, directora de Fundación Universidad–Empresa (FUE), indica que fue la pandemia la que obligó a las instituciones educativas a afrontar ese cambio, y «todos nos hemos dado cuenta de que la transformación digital no es aprender una tecnología, sino cómo adquirimos esas competencias que forman parte de nuestro día». En las aulas se trabaja en el pensamiento crítico y las competencias digitales que es lo que dará la clave a los jóvenes.

Un desafío permanente a resolver es el de fijar estrategias para adecuar el balance entre la realidad productiva y laboral y la oferta de estudios

Leonardo Caruana, profesor titular de Historia Económica de la Universidad de Granada, resalta algunos de los logros del sistema universitario español, destacando especialmente el hecho de que 32% de los jóvenes son universitarios (18-24 años), lo que supone casi 1.700.000 de estudiantes en el año 2021-2022. «Así mejoramos el capital humano», indica el también el ex subdirector general de Coordinación y Seguimiento Universitario del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes (MECD). Otro aspecto relevante son las mujeres que «tienen mejores notas y son más en las universidades, pero faltan en ingeniería y en informática», subraya. Y el otro gran logro a largo plazo es que el 40% de la población entre 25 a 64 años tiene estudios superiores.

A la hora de hablar de los retos que tiene por delante el sistema, se fija en que el gobierno actual «gasta un 21,4 % menos en la universidad pública que la media de los países de la OCDE, y llevan gobernando más de seis años. Se podían preocupar más en el futuro del país, es decir, en sus universidades». Entiende que de esta forma no avanza el país, se queda rezagado. «Se necesita más inversión, el mundo es cada día más global y más exigente en materia de innovación, tecnología, etc. y el sector público en la universidad española sigue siendo la parte principal para mejorar el Estado».

Montse Álvarez, del gabinete técnico de la Fundación CYD, destaca la necesidad de adecuar el balance entre la oferta productiva y la oferta de estudios. «Es fundamental trabajar en estrategias que fomenten el incremento de titulados en carreras STEM en España, que desempeñan un papel crucial en la innovación, el desarrollo tecnológico y el crecimiento económico», indica Álvarez. Para determinar la idoneidad del reparto de egresados por ámbitos y campos «sería necesario revisar si la estructura productiva española, en global y por regiones, está en línea con esta proporción de titulados, y con los descensos/aumentos en la participación relativa de las diversas áreas de conocimiento», añade. Respecto a la tasa de sobrecualifiación, Montse Álvarez cree que la estructura productiva española no es capaz de generar los suficientes puestos de alta cualificación que se precisarán para absorber a los graduados superiores que egresan del sistema educativo. «Para equiparar el nivel de producción de graduados superiores en España y situarnos en el promedio europeo, sería necesario aumentar al menos en 13 puntos la proporción de empleos de alta cualificación», puntualiza.

En este sentido, CRUE indica que las universidades tienen entre una de sus misiones principales la transferencia del conocimiento a la sociedad en general y al tejido productivo en particular. «Pero, además, son conscientes de la necesidad de estrechar al máximo los lazos con los diferentes agentes y organizaciones sociales que constituyen la puerta de entrada al mercado laboral de sus egresados. Por ello, las universidades y las empresas llevan trabajando desde hace años distintas formas colaborativas», matizan, señalando que el crecimiento de los programas de cátedras de empresas e institucionales está ayudando a fortalecer las relaciones con las empresas, aportando un mejor conocimiento mutuo de ambos mundos y facilitando que muchos de nuestros estudiantes se familiaricen con las actividades que estas desarrollan. «Otra buena muestra de esta preocupación por mejorar la relación Universidad-Empresa es el crecimiento de la facturación por contratos de actividades de I+D con empresas y otras instituciones», añaden.

Pensamiento crítico

La directora de FUE habla de la importancia que tiene la enseñanza universitaria en la formación de alumnos para un nuevo mercado de trabajo, «debe formarlos en pensamiento crítico, que sean personas con capacidad de análisis». Y ve fundamental que los alumnos entiendan que en la educación superior «empiezan el primer estadio formativo, estarán todo el día aprendiendo y desaprendiendo y seguirán aprendiendo toda su vida». Cree necesario que los jóvenes sean curiosos para «saber de muchas cosas que les den oportunidades de elegir su camino. Y hay que ayudar a la empleabilidad», puntualiza.

Muchos de los países con mejores indicadores de empleabilidad y competitividad llevan tiempo apostando por la formación dual. «Es un modelo que permite un mayor y mejor alineamiento con las necesidades del tejido productivo y es más eficaz en orden a la adquisición de habilidades y competencias que demandan las empresas e instituciones donde nuestros egresados tendrán que desarrollar su actividad laboral en el futuro», señalan desde CRUE. Leonardo Caruana también apuesta por la formación dual pero recuerda que no estamos hablando de algo nuevo, «desde la edad media estaban los aprendices. Además, en muchas ocasiones aprendes tu solo, 'learning by doing'».

Carmen Palomino, por su parte, entiende la formación dual como un cambio de paradigma muy importante del «que siempre se es consciente de su importancia». No se trata de estar más horas en una empresa, sino que «la entidad de acogida/empresa se convierte en entidad formativa. Quien va a dar la asignatura obligatoria de un currículo es la empresa», resalta. Por eso FUE defiende que los trabajadores de las empresas reciban herramientas para poder hacer bien su trabajo. «La formación dual es un buen método, pero no vale para todas las titulaciones y se debe hacer dando herramientas a las empresas», subraya. Se lamenta que para poner este modelo en práctica se pongan tantos impedimentos y burocracia. «Hay que reflexionar si lo que buscamos es calidad en la formación y en las prácticas», apunta Palomino. Y resalta un dato, que en España hay 3. 272 grados y el 46,3% no tiene una asignatura obligatoria de prácticas. Queda mucho trabajo por hacer.

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