El extraño dato de PIB del último trimestre del año: España creció pese a la contracción del consumo, la inversión y el empleo

El Gobierno se apoya en el dato anual de crecimiento del 5,5% para afear a los agoreros y subrayar el vigor del crecimiento español

Los analistas advierten de que el menor gasto en importaciones, la acumulación de existencias y el gasto público enmascaran un frenazo en toda regla de la economía

La vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño EP

Bruno Pérez

Madrid

La economía española salvó el que se anunciaba como el peor trimestre del año con un crecimiento intertrimestral del 0,2%, que deja el dato de avance del PIB de 2022 en el 5,5%, en línea con lo que se venía previendo ... por el Gobierno pero muy por encima de lo que vaticinaban los principales institutos de análisis económico.

El dato difundido ayer por el Instituto Nacional de Estadística (INE) es un avance provisional y será corregido en unas semanas, pero le ha servido al Gobierno para afear el tono pesimista en el que se han venido moviendo las previsiones sobre la economía española en los últimos meses, que preveían un estancamiento total de la economía entre el verano y la primavera cuando no una recesión técnica, con dos trimestres consecutivos de destrucción de actividad.

Este trimestre estaba marcado en rojo en las agendas de los analistas como el posible inicio de la contracción económica de España, pero nada de eso ha sucedido. «Los datos de cierre de 2022 superan las previsiones más optimistas y están muy por encima de las media europea, reflejando la fortaleza de la economía incluso en un entorno internacional tan complejo», presumió ayer la vicepresidenta primera del Gobierno, Nadia Calviño, apelando al hecho de que la economía española habría crecido dos años seguidos al 5,5% según los datos del INE.

Aún así, España continúa siendo la única economía europea que casi tres años después aún no ha recuperado los niveles de PIB previos al covid.

Señales equívocas

Pero no es oro todo lo que reluce. Desde CEOE, cuyo servicio de estudios se ha asentado en los últimos años como uno de los más finos a la hora de prever el desempeño de la economía en un entorno de tanta incertidumbre, se advertía ayer en un comunicado de que ese 5,5% dice más del vigor mostrado por la economía española el año pasado y en la primera mitad del año que de su desempeño actual. Para ilustrarlo señalan a otro dato: mientras en el segundo trimestre el PIB presentaba un ritmo de crecimiento interanual del 7,8% en el cuatro trimestre ese ha bajado hasta el 2,7%.

El análisis de la Cámara de España se movía en una longitud de onda similar. «Se detecta en todo caso, una desaceleración de la actividad económica durante el cuarto trimestre. Reflejo de este freno es la moderación del consumo de los hogares, con un crecimiento negativo del -1,8% trimestral y de la formación bruta de capital fijo, que se redujo un -1,2% en el cuarto trimestre de 2022».

La foto difundida ayer por el INE cuenta que la economía española creció en el cuarto trimestre del año a pesar de un retroceso significativo del consumo, una caída de la inversión e incluso una leve contracción del empleo, que retrocedió un 0,1% en términos de horas trabajadas. Toda una anomalía.

Un crecimiento anómalo

La explicación hay que buscarla en un puñado de elementos que no siendo objetivamente positivos para la economía han tenido una aportación positiva al PIB del cuarto trimestre y han impedido que esos retrocesos en el empleo, la inversión y el consumo se hayan traducido en una contracción de la economía, al menos en términos estadísticos.

El más relevante ha sido la desaceleración de las importaciones, que han pasado de crecer un 8,7% a hacerlo solo un 2,2% y que han aportado nada menos que 1,5 puntos al crecimiento intertrimestral del PIB, ya que supone una reducción de las rentas que salen al exterior y eso favorece el PIB nacional. Sin embargo, no es un dato positivo en términos económicos.

«Las caídas en términos reales de las importaciones (como la que se ha producido en el cuarto trimestre del año) de ser significativas y persistentes en el tiempo suelen explicarse por coyunturas especialmente adversas, como las que se vieron en la crisis de 2008, 2009 o 2020», advierte Gregorio Izquierdo, director general del Instituto de Estudios Económicos.

Algo similar sucede con la acumulación de existencias por parte de las empresas, que ha aportado 0,5 puntos al crecimiento del cuarto trimestre, pero que traslada la incapacidad del mercado para absorber el ritmo de producción de las empresas por la debilidad del consumo.

El tercer factor es el impulso del gasto público, que presentó un crecimiento del 1,9% en el cuarto trimestre respecto al trimestre anterior y que aportó otras cuatro décimas al crecimiento al calor del empuje del empleo público y de los consumos asociados a los fondos europeos.

Sin la aportación de cualquiera de estos tres factores la economía habría experimentado el retroceso que se preveía en la recta final de 2022. En ese tono se pronunció ayer el vicesecretario de Economía del PP, Juan Bravo: «Somos los últimos en crecimiento en Europa. No solo no hemos crecido sino que ni siquiera hemos rebotado», dijo en relación a las dificultades de España para recuperar el PIB pre-Covid.

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