Los expertos invalidan la caída de la temporalidad como listón para medir el éxito de la reforma laboral

De hecho, la figura del contrato fijo discontinuo flexibilizado podría haber tomado el relevo a las anteriores modalidades de relación laboral temporal, gracias a que se permiten largos periodos de inactivación y activaciones muy ajustadas, incluso de semana en semana. Por lo que al margen de la expresión global de los cambios introducidos en esa caída de la tasa de temporalidad, que en el sector privado ronda el 14% desde el 25% que se registraba antes de introducirse la nueva normativa, parece que los usos habituales de mano de obra concentrados en los periodos de mayor actividad (asociado a las temporadas turísticas principalmente) se mantienen un año después.

Este sería el marco en el que fluctúa actualmente el mercado laboral según las conclusiones arrojadas durante la jornada 'Encuentros sobre el empleo en España' celebrada este martes por el Consejo General de Economistas, en la que se dieron unas primeras pinceladas de la situación del empleo en nuestro país un año después de la introducción de la reforma laboral. Aunque en un primer brochazo, la conclusión es positiva ya que se ha reducido la «temporalidad contractual», los expertos señalan la existencia de ciertos contrapesos que hacen menos amable esa estadística, lo que permite hablar de «temporalidad real».

Así lo señaló durante su intervención el catedrático de Fundamentos del Análisis Económico en la Universidad Complutense de Madrid y subdirector de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), José Ignacio Conde-Ruiz, al afirmar que si bien la temporalidad de los contratos ha sufrido una fuerte reducción en el último año, ciertas aristas como el elevado flujo de salidas del empleo al desempleo, el repunte exacerbado de los contratos fijos discontinuos (se han firmado más de 2,5 millones en el último año) advierten una persistencia de la intermitencia del empleo que era la característica general previa a la reforma laboral.

«No tiene sentido que el contrato fijo discontinuo permita ajustar el periodo de activación a la semana», señala Conde-Ruiz abogando por introducir medidas disuasorias o restrictivas para la formalización de los tipos de contrato que permiten mantener la precariedad y la inestabilidad, «que sufren los trabajadores con estos contratos». El economista plantea como una posibilidad el aplicar un 'bonus malus' que implique recargos para el empleador que abuse de estas figuras contractuales que permiten conservar elevados grados de rotación en las plantillas.

«El fijo discontinuo no acaba con la precariedad, replica la inestabilidad que sufrían los anteriores trabajadores con contrato temporal de corta duración», señala el catedrático de Análisis Económico que, no obstante, asegura que las medidas introducidas componen la mejor reforma que se ha realizado sobre el mercado laboral en lo que va de democracia. Si bien admite sobre esta línea, que la normativa aplicada redunda en la reforma laboral aprobada por el PP en 2012 -luego no es derogativa de los principales preceptos acordados entonces-, mejora ciertas disfunciones existentes desde entonces y, más allá, demanda seguir mejorándose sobre las bases ya establecidas.

Durante el debate producido a partir de estas líneas de análisis, el profesor en la Escuela de Relaciones Laborales de la Universidad de A Coruña y asesor económico del Ministerio de Trabajo y Economía Social, José Manuel Lago, llegó a reconocer que puede haber en cualquier caso «un mal uso» de la figura del contrato fijo discontinuo «por parte de algunas empresas», ya que resulta llamativo que mientras que sólo por la vía de los fijos discontinuos se hayan firmado más de 2,5 millones y sin embargo se mantengan intactas las resistencias a rebajar el número de desempleados en nuestro país.

«Habría que llevar un mayor control», admitía el asesor económico del Ministerio de Trabajo, apuntando por ejemplo al caso de los contratos fijos discontinuos en el ámbito de la enseñanza, y explicando que el modelo óptimo sería el de los sectores de hostelería como en Canarias y Baleares en los que los periodos de activación están casi preestablecidos por las temporadas de apertura y cierre de los establecimientos hosteleros a costa de las temporadas altas de actividad.

También recogía en este punto de la resistencia a la reducción del desempleo en nuestro país pese a haberse creado ya un millón de puestos de trabajo bajo el paraguas de la reforma laboral, que las mejores condiciones que ofrece el mercado -también gracias a la política de subida del salario mínimo- están llamando a los ciudadanos en condiciones de trabajar de buscar un empleo. «Estamos en los niveles de actividad más altos de la historia», por lo que el paro se reduce menos ante la fuerte creación de empleo.

En este caso, Conde-Ruiz aduce también un efecto tractor de la situación económica más allá de las mejoras de la reforma laboral. Recuerda que la normativa se aplicó en un contexto de crecimiento económico del 5%, por lo que «no todo el empleo indefinido es gracias a la reforma laboral».