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El Everest inversor de la empresa familiar para instalar el gen sostenible en su ADN

Un informe cifra en 140.000 millones los recursos necesarios hasta 2030 para que estas compañías puedan culminar su transformación en torno a criterios ESG

La apremiante cuenta atrás para la nueva era de la sostenibilidad empresarial

Recelos culturales, falta de incentivos y el déficit tecnológico son frenos que afrontan las compañías ABC
Belén Rodrigo

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El informe 'Empresa familiar y financiación sostenible' llevado a cabo por la consultora Valora cifra en 140.000 millones de euros la inversión necesaria hasta 2030 para que las empresas familiares españolas puedan culminar su transformación sostenible. Un 90% de estas compañías admiten que tendrán que aumentar sus inversiones en ESG en la década actual. Por ello, resalta el documento, se ha producido un cambio claro de prioridades y la sostenibilidad se posiciona como un factor clave en la toma de decisiones estratégicas. Además, la gestión de riesgos y oportunidades asociados con los aspectos ESG gana importancia, dado que tendrán un impacto significativo en la rentabilidad y reputación empresarial.

A nivel mundial, KPMG presentó el año pasado el informe 'Un camino bien recorrido: Cómo las empresas familiares están guiando el camino hacia la sostenibilidad'. En él se pone de manifiesto cómo invertir en tecnología y operar de forma sostenible no sólo es lo correcto, sino que también se está convirtiendo en un motor de crecimiento y ventaja competitiva entre las empresas familiares. El 43% de las que participaron en la encuesta reportaron altos niveles de rendimiento en el índice de sostenibilidad, «lo que refleja un compromiso multigeneracional de crear valor para todas las partes interesadas y está permitiendo a muchas empresas familiares destacar como líderes en sostenibilidad», indica el documento. Reflejan igualmente un importante cambio de mentalidad, «que pasa de considerar las medidas de sostenibilidad como un costo adicional de la actividad empresarial a convertirlas en una inversión esencial para el futuro».

Senén Ferreiro, presidente de Valora, recuerda que la agenda de la transformación sostenible tiene tantas derivadas y en ámbitos tan diversos que es muy compleja de abordar. «Y por esta razón, a muchas compañías les está costando ver el valor de negocio de esta transición y, por lo tanto, asumir las inversiones que puede suponer», puntualiza. En su opinión, esto explica también que algunas compañías hayan percibido esta transición como una amenaza, «en lugar de visualizar este camino como una oportunidad para innovar en los productos o servicios que comercializan».

Pese a ello, hay conciencia en la necesidad de afrontar la descarbonización, con hasta un 80% de organizaciones que admiten que el cambio climático conlleva repercusiones para su negocio en lo que a riesgo físico se refiere. «No obstante, a pesar de esta evidente preocupación, hay empresas familiares españolas no están reaccionando a la urgencia del cambio», indica Ferreiro. Las compañías con sede en España se sitúan entre las que menos iniciativas e inversión han destinado o están destinando para enfrentar estos desafíos. «Aún hay una gran reticencia cultural a adoptar modelos de negocio que pongan la sostenibilidad en el centro», añade. Y deja claro que esta situación no se da entre todas las empresas por igual y hay excepciones. «También detectamos la existencia de firmas que están dedicando inversiones masivas en I+D+i, como los proyectos de hidrógeno en el caso de la metalurgia o de electrificación, dentro de las empresas energéticas», pone como ejemplo.

Para J. Eduardo Rodríguez Osés, director de la cátedra de empresa familiar de la Universidad de La Rioja, es importante tener en cuenta que en materia de sostenibilidad, las empresas familiares impactan positivamente en el desarrollo económico, social y medioambiental del entorno. «No sólo por sus actuaciones ligadas a valores propios (visión a largo plazo y arraigo al territorio), que son coherentes con la realidad económica y social actual, sino también por su ejemplaridad y reputación dentro del ecosistema», resalta. Los efectos positivos se multiplican gracias al número tan significativo de empresas que son familiares, su aportación al PIB y empleo, su cercanía, propósito definido y creación de valor, prudencia y su misión de cuidar a las personas.

Rodríguez considera que las empresas familiares están afrontando internamente y con carácter estratégico cambios hacia un modelo sostenible. «Lo realizan tal y como sus valores con sensatez, prudencia, fuertes inversiones que mejoren su competitividad y bajo un plan plurianualizado que les permita avanzar hacia el futuro que todos anhelamos», puntualiza. Además, indica que la sostenibilidad actualmente forma parte de todas las agendas de las organizaciones empresariales, tanto por los requisitos normativos que actualmente se exigen como por convencimiento. «Actualmente, la sostenibilidad es muy relevante para mantener y fortalecer las relaciones con todos los 'stakeholders', acceder a financiación privada y pública, desarrollar proyectos de I+D+i y posicionarse adecuadamente desde el punto de vista reputacional», explica el director de la cátedra.

Sí que constata que la transformación sostenible es costosa, requiere importantes recursos porque hace preciso cambios en nuevas maquinarias, mejoras de procesos e incorporación de avances tecnológicos e incluso desarrollos propios. «La sostenibilidad debe ser entendida como un proceso continuo en el que la empresa familiar con su visión puesta en el largo plazo es el mejor de los protagonistas y las más interesada en lograr impactos positivos en el territorio más cercano», indica el docente. Resalta igualmente que la mayor parte de las empresas familiares ejecutan acciones medioambientales y realizan inversiones importantes dirigidas a la gestión de residuos, reciclaje de materiales, ahorro de consumo energético o reducción de huella de carbono. «También han implantado medidas de carácter social, orientadas a fomentar la conciliación de la vida familiar y laboral de los empleados, el cuidado de las personas, la salud laboral, de igualdad de género o inclusión de colectivos vulnerables», añade. Son compañías que se ocupan más de estos aspectos y «menos de realizar informes extensos de sostenibilidad, o divulgar sus avances de RSC o ESG, sus actuaciones están lejanas del 'greenwashing' o social».

Dificultades

Son varios los problemas que encuentran las empresas familiares para realizar el cambio y J. Eduardo Rodríguez Osés apunta como el principal, que comparten con las pymes e incluso con las empresas grandes, «los plazos que marcan las leyes y las administraciones públicas, las exigencias que entran en vigor sin estudios e informes que recojan las posibilidades reales de la industria, el impacto que generan sobre la competitividad en actividades y sectores, las inversiones que se requieren sin estar acompañadas de ayudas adecuadas; en realidad su desconexión con la coexistencia en un mundo globalizado e interconexionado».

El presidente de Valora, por su parte, apunta las dificultades que han detectado tras el análisis realizado a 700 empresas familiares españolas. «Los empresarios mencionan la falta de recursos y de incentivos, la ausencia de peticiones de los clientes y la escasa disponibilidad de la tecnología adecuada, como las principales barreras», resalta Senén Ferreiro. Y en menor medida argumentan otros problemas como los bajos niveles de conocimiento y conciencia o la complejidad normativa, entre otros. «La falta de preparación de sus asesores tradicionales, y las dificultades para encontrar profesionales con experiencia real en sostenibilidad y negocios son otras de las causas», especifica.

Longevidad

«Cuando miramos al sistema sostenible hay pocas empresas con la longevidad que consiguen las familiares que cuentan con un modelo ya de por sí sostenible», afirma Marta Elvira, profesora y titular de la Cátedra de Empresa Familiar del IESE. «Han sido capaces de pasar un negocio, ir adaptándolo y que vivan de él varias generaciones. Sin olvidar que muchas de estas empresas están muy vinculadas al medio, como son los viñedos», puntualiza la docente. Habla igualmente de la relación que existe entre estas empresas y el desarrollo local de la zona en la que están instaladas. «Contribuyen con la creación de empleo, con riquezas y donde eso ocurre se forma el tejido social de una región».

Marta Elvira indica además que las presiones que tienen estas empresas en materia de sostenibilidad no son las mismas que las grandes corporaciones. «La empresa familiar es un modelo sostenible de por sí, pero otra cosa diferente es presentar informes de esta materia. Hay algunas que lo hacen y otras no. No experimentan la misma presión en conformidad con la cultura de la compañía», aclara la docente. Y recuerda también que hay empresas familiares que han sido prudentes y más discretas a la hora de compartir la información, lo cual se puede malinterpretar como falta de transparencia. «Siempre ha habido discreción con respecto a la información que las empresas privadas comparten», recalca. De ahí que dar datos que avalen lo que se está haciendo será un desafío para muchas empresas.

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