La errática estrategia de Junts confunde a la empresa catalana
Valoran su papel para frenar las medidas «anti empresa» del Gobierno pero lamentan su falta de fiabilidad
Con el 'procés' ya superado, los empresarios echan en falta consenso y política desde la centralidad
Junts se desentiende en el último momento de la prórroga de la vida útil de Almaraz y avala el calendario de cierre del Gobierno
Barcelona
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Iniciar sesiónNo saben muy bien a qué atenerse. La empresa catalana asiste desconcertada a la errática estrategia de Junts, partido al que durante una semana ven como un socio clave para corregir los excesos legislativos del Gobierno del PSOE y sus socios de Sumar ... , y a la siguiente ven como una formación impredecible, generadora de tensiones y únicamente focalizada en resolver el futuro personal de su líder Carles Puigdemont. «La empresa busca estabilidad, un entorno predecible, y con Junts queda claro que esto no es posible», explican a ABC fuentes empresariales, que no esconden su irritación ante un panorama político que «no ayuda en nada, con la legislatura agonizando y los partidos actuando solo en función de sus intereses», apuntan señalando de manera particular al partido del expresidente catalán.
El episodio más reciente que explica este desconcierto se vivió esta semana en el Congreso, cuando de manera sorpresiva Junts salvó la cara al Gobierno en el veto a la prórroga de las nucleares, en un asunto muy sensible y nada menor en una Cataluña con un alarmante déficit energético y la amenaza de cierre de Ascó I (2030), Ascó II (2032) y Vandellós II (2035) sobre la mesa si no hay cambios. Sin esconder su desconcierto, fuentes de Fomento del Trabajo, la histórica patronal que da voz a la gran empresa catalana, puntualizan a ABC que no es justo cargar toda la responsabilidad a Junts cuando es la izquierda la que sigue adelante con el «apagón nuclear». Ello no quita que otras voces empresariales, menos contemporizadoras, lamenten la oportunidad perdida para comenzar a encauzar en la buena dirección el problema de suministro energético en la comunidad.
Idas y venidas
Lo sucedido en el Congreso es un buen ejemplo del desconcierto que generan las idas y venidas de Junts, y, en líneas generales, todas las voces empresariales consultadas por este diario reconocen que no saben muy bien a qué atenerse con los de Puigdemont, así que optan por la contención. Es en este contexto, por ejemplo, que relativizan la importancia del anuncio de que los independentistas rompen por completo con el PSOE, asegurando que mientras no se convoquen elecciones generales, la situación «es la misma», tal y como explicó el líder de Fomento, Josep Sánchez Llibre, tras reunirse esta semana con Carles Puigdemont en Bruselas, en una de sus habituales visitas y ronda de contactos en la capital comunitaria.
El desconcierto en la empresa es grande, más cuando ya casi se habían convencido de que Junts, con todas sus peculiaridades, había vuelto al terreno de la política más o menos «convencional», empujado tanto por las organizaciones empresariales como por el temor a un desplome electoral y su interés en presentarse ante la ciudadanía como una fuerza útil, no solo centrada en una independencia que ya se ve como imposible. «Nos ha quedado claro que Junts no es CiU», lamenta un veterano directivo, nostálgico de una época en la que los diputados de esta coalición en el Congreso -como lo fue el propio Sánchez Llibre- «eran, sin complejos, la voz de la empresa catalana en Madrid».
En este escenario, hay coincidencia en atribuir a Fomento parte del mérito de que Puigdemont y Junts, al menos durante un tiempo, «volviesen a hacer política», y que el partido votase por primera vez junto a PP y Vox para impedir la presencia de los sindicatos en los consejos de administración, luego en contra del impuesto de hidrocarburos con el pretexto de la amenaza sobre la petroquímica de Tarragona y, de manera más reciente y relevante, contra la jornada de 37,5 horas. Sánchez Llibre, con una relación cordial con Puigdemont más allá de lo institucional, señalan fuentes conocedoras, trabajó entre bambalinas en favor de los indultos -su papel fue clave, por ejemplo, para que la CEOE se pusiese de perfil ante los mismos- y resituó a la patronal catalana como un actor relevante en el escenario del 'pos procés'. Con fama de muñidor de acuerdos -fue uno más en la foto del Majestic-, Sánchez Llibre «utiliza las armas del político, porque lo ha sido durante muchos años, pero en beneficio de la empresa», se apunta en Barcelona.
Su capacidad para hacer converger los intereses de unos y otros, no obstante, no ha sido suficiente para hacer de Junts un aliado fiable para la empresa, ni en en el Congreso -como se vio en la votación de las nucleares- ni en el Parlament, donde lamentan por ejemplo que Salvador Illa se vea forzado a legislar desde la izquierda -fiscalidad, vivienda...- ante la negativa de Junts a negociar, por ejemplo, los Presupuestos catalanes para 2026.
«Anti empresa»
Las mismas voces empresariales analizan de manera ambivalente el episodio concreto de la supuesta «ruptura» Junts-PSOE: por un lado lamentan la mayor inestabilidad que ello generará -más cuando Pedro Sánchez anuncia que piensa agotar la legislatura, cueste lo que cueste-, pero por otro lo ven como una oportunidad para que Junts se sume con menos complejos al bloque de PP y Vox y torpedee los excesos de Yolanda Díaz y sus propuestas «anti empresa». A medio y largo plazo es la misma ambivalencia con la que analizan un hipotético cambio en La Moncloa, entre la esperanza de que un nuevo Ejecutivo del PP implante medidas fiscales y proempresa que llevan tiempo reivindicando, y el temor a que un papel relevante de Vox encienda de nuevo la mecha de la inestabilidad en Cataluña o frustre una reforma de la financiación autonómica.
En un momento de crecimiento sólido y con la inestabilidad de los años del 'procés' ya solo como un mal recuerdo, la empresa catalana echa en falta mayores consensos y políticas desde la centralidad. Junts, a lo suyo.
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