Así son los 'envases perfectos' que mejoran los alimentos

Empresas y centros tecnológicos aceleran las investigaciones sobre los recipientes que interactúan con el producto y van mucho más allá de ser simples contenedores

Imagen del centro tecnológico Itene que, entre otras innovaciones, ha desarrollado envases activos repelentes de insectos y absorbentes de humedad ABC

Charo Barroso

16/01/2023 a las 01:27h.

La innovación de los envases activos permite la mejora de la seguridad alimentaria, la preservación de la calidad del alimento envasado y la extensión de su vida útil. La tecnología aplicada al 'packaging' de esta industria está revolucionando el consumo. El reglamento europeo (CE) ... n.º 450/2009 establece que el envasado activo está diseñado para «incorporar deliberadamente componentes que liberan o absorben sustancias en o desde el alimento envasado o el entorno que rodea al alimento». Gracias a la incorporación al envase de un elemento secundario, se logra interactuar con el producto y se consiguen efectos beneficiosos.

Existen dos mecanismos en el envasado activo: introducir el elemento dentro del envase junto con el producto (en una bolsita, sobre o etiqueta) o incorporar el elemento en el propio material del envase en forma de aditivo. Los productos que se suelen utilizar son entre otros el gel de sílice (como deshumidificante), los eliminadores de etileno y los limitadores de CO2, etc.

Encapsulae, spin-off del CSIC nacida en 2018, pretende que los envases «hagan algo más que contener el material», en palabras de su CEO, Javier Menéndez, quien explica la diferencias entre envases inteligentes y activos: «Los envases inteligentes te avisan mediante sensores, por ejemplo, si se ha deteriorado un alimento o si una carga bacteriana alta indica que no se puede consumir una comida o si se ha roto la cadena de frío. El envase activo es capaz de reducir el crecimiento bacteriano porque contiene principios conservantes, absorbe oxígeno y evita que se oxide el alimento. El inteligente avisa y el activo actúa».

Para los envases alimentarios, Encapsulae usa el aditivo AS020P. «Con este aditivo se elimina la humedad impidiendo el crecimiento de las bacterias, evita que se deteriore el alimento y favorece que dure más tiempo la comida», afirma Menéndez. Y para la biodegradación de polímeros, el aditivo AS031P, «que genera puntos con más humedad». Señala además que así se reduce el tiempo de compostaje: «Para que un envase se considere compostable, el 90% tiene que desaparecer a los noventa días. Con este tipo de aditivos se puede reducir un 30 o un 40% el tiempo que se precisa».

Centros tecnológicos y empresas investigan también en el entorno de la cuarta gama, por ejemplo, para que la lechuga cortada tenga más tiempo de vida útil o para que sea el propio tapón de vino el que se oxide en lugar del vino. También colaboran con las empresas cárnicas para conseguir mayor seguridad alimentaria y que no haya un crecimiento de la listeria. Los trabajos van en la línea de modificar la tecnología, actualmente multicapa y multicomponente. Para que el envase sea fácilmente reciclable, una de las alternativas es que sea monocomponente. El reto es que con este cambio no se pierdan propiedades.

Para desarrollar sus envases activos, Encapsulae contó con la ayuda del centro tecnológico Itene. Nuria Herranz, su gerente del Área Tecnológica de Consultoría, Asistencia Técnica e Innovación, dice que la misión de Ietne es «generar conocimiento científico y tecnológico para transferirlo a las empresas a través de los proyectos de I+D+i, consultoría, servicios de ensayo y formación».

La potencialidad de los envases activos tiende al infinito, según Herranz: «Liberación de agentes antimicrobianos, antioxidantes, liberación de C02, agentes repelentes, aromas que se liberen del envase al producto o al revés, absorción de oxígeno, de humedad, de etileno, de olores no deseados…».

Itene ha desarrollado envases activos repelentes de insectos y absorbentes de humedad, entre otros productos, para frutos secos, pastas, fruta fresca y pollo fresco envasado, etc. «El envase activo contribuye a estar en línea con los requisitos establecidos con la economía circular porque reduce el desperdicio alimentario y puede simplificar las estructuras de los envases multicapas», asegura Herranz.

En este centro investigan sobre envases activos aplicables a distintos sectores, como alimentación, cosméticao los productos de higiene, entre otros. Las posibilidades son amplias, como indica Herranz: «En el ámbito farmacéutico, para preservar ciertas vacunas o medicamentos, y en el mundo de la cosmética, para poner menos conservantes a la crema y añadir componentes antimicrobianos al propio envase».

Visión sostenible

Tecnopackaging es una empresa de base tecnológica que nace en 2010 como spin-off de AITIIP Centro Tecnológico. Irene Serrano, ingeniera de Investigación y Desarrollo en Tecnopackaging, comenta que el objetivo es desarrollar «materiales poliméricos avanzados de base biológica desde el punto de vista de la sostenibilidad».

Partiendo de una concepción completa del envase, Tecnopackaging participa ahora en un proyecto muy amplio, junto otros centros tecnológicos y empresas, Crescere, «que incorpora residuos de leguminosas dentro del envase por sus propiedades antioxidantes». «Actualmente las formas más comunes en el envase activo –añade Serrano– son bolsas de sílice o almohadillas absorbentes que conservan la vida de los productos frescos, pero estos añadidos suponen también un desperdicio extra, aunque el envase final sea reciclable».

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La biodegradación del envase de manera controlada con enzimas es el propósito de otro proyecto, RevoluZion, desarrollado por AIITIP. Se pretende el desarrollo de materiales bioplásticos innovadores basados en componentes de base biológica (mezclas de biopoliéster como matriz y aditivos funcionales enzimáticos) con una biodegradación programada para un fin de ciclo sostenible.