El IPC se enquista en el 10,5% en agosto en medio de una subida sin precedentes del precios de los alimentos

Estadística admite que estamos ante la mayor subida de los precios de los alimentos desde que estos se empezaron a medir de forma específica en 1994. Y el horizonte no parece demasiado alentador. El ministro de Agricultura, Luis Planas, ha reconocido que la expectativa del Gobierno no va más allá de que esta situación se estabilice o como mucho experimente una "ligera" bajada en los próximos meses, dejando ya para 2023 una caída más significativa.

La situación ha llevado al Gobierno a enredarse en una ruidosa polémica respecto a la posibilidad de establecer topes a los precios de los alimentos para impedir que la deriva agrave la situación de vulnerabilidad de muchas familias. La propuesta formulada por Yolanda Díaz ha embarrancado por el rechazo de afectados, productores de alimentos, pequeño comercio e incluso del propio Gobierno. El ministro de Agricultura, Luis Planas, se mostró ayer partidario de apelar a todos lo actores de la cadena alimentaria para contener sus márgenes y evitar subidas excesivas de los precios, pero "sin imponer nada".

El IPC cerró el mes de agosto en el 10,5%, una décima más de lo avanzado a finales de agosto, pero sobre todo por encima del umbral del 10% por tercer mes consecutivo. Además, la tasa subyacente, que revela el núcleo más estable de los precios, escaló hasta el 6,4%, lo que según los analistas indica que el proceso de desaceleración de los precios será más lento y penoso de lo previsto inicialmente.

Pese a ello y pese a que la inflación volvió a subir tres décimas en agosto respecto al mes de julio, el Gobierno mantuvo ayer su relato de que la escalada de los precios habría tocado techo y se encararía ya una fase de desaceleración, que un comunicado emitido por el Ministerio de Asuntos Económicos atribuyó a "la puesta en marcha de los paquetes de medidas del Gobierno" lo que según esa misma nota demostraría la eficacia de las medidas adoptadas.

Desde el área económica del Ejecutivo se insiste en que sin las medidas de rebaja fiscal, bonificaciones y ayudas varias del Gobierno para atenuar las subidas de precios el IPC rondaría ya el 14%, pero los datos a impuestos constantes proporcionados todos los meses por el Instituto Nacional de Estadística insisten en rebajar ese efecto y señalan que sin la acción gubernamental el IPC habría cerrado el mes de agosto en el 11,2%, siete décimas por encima de la tasa real.

El optimismo del Gobierno respecto a la evolución de la inflación de aquí a final de año tampoco es compartida por los analistas. Funcas, uno de los servicios de estudios más prestigiosos del país, acaba de revisar al alza la previsión de inflación media para el conjunto del año, que sitúa ya en el 9,1%, y pronostica que en diciembre la tasa interanual estará en el 8,6%, lo que augura que esa desaceleración que espera el Gobierno sería muy tenue.

Otro elemento particularmente inquietante es que la inflación se haya mantenido en agosto por encima del 10% pese a la caída del 7% registrada en el precio del carburante y el combustible, una de las rúbricas que más ha empujado al alza el IPC en los últimos meses. El efecto balsámico sobre el IPC de esta rebaja de los precios en las estaciones de servicio en plena operación salida se ha visto compensada sin embargo por el encarecimiento de los alimentos y también de la vivienda, que fue el sector que más aportó a la subida de precios de agosto, junto al sector del ocio y de la restauración.

Los sindicatos recibieron el dato con preocupación. CC.OO. instó al Gobierno a continuar actuando contra la inflación, señaló a las empresas por aprovechar los precios para ensanchar los márgenes de beneficios y pidió acelerar la negociación salarial en los convenios para compensar el IPC con subidas salariales. CEOE, por su parte, subrayó que el hecho de que la tasa subyacente esté cuatro puntos por debajo de la generar refleja el esfuerzo de los agentes económicos para no repercutir la inflación en precios.