Las empresas piden flexibilidad ante la nueva regulación de envases sostenibles
Distintas patronales subrayan que el nuevo reglamento en el que trabaja la maquinaria de la UE pone sobre la mesa plazos y exigencias ambientales y de circularidad con costes desorbitados para muchos negocios
Ecodiseño, o cómo forjar la sostenibilidad desde el minuto cero
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Iniciar sesiónEl sector agroalimentario y del gran consumo le aprietan los zapatos, bueno más bien los envases, porque en el futuro tendrán que ser reutilizables o reciclables, y así se reducirá a la mínima expresión los residuos que generan. Una fórmula para impulsar la economía circular ... pero que también supondrá un cambio radical en el modelo de negocio de gran parte de esta industria, con el consiguiente coste económico que eso conllevará. Así que no es de extrañar que agricultores, ganaderos, envasadores, supermercados, recicladores, productores, restauradores... estén pendientes de la posición que mañana adopte el Consejo de Medio Ambiente de la UE sobre la propuesta de reglamento de envases y residuos de envases. Y aunque no será un texto totalmente atado y definitivo, porque después se negociará entre los trílogos europeo (Comisión, Parlamento y Consejo), algunas de las decisiones que se tomen tendrán una trascendencia vital para la competitividad de estas empresas.
La propuesta que el Consejo de Medio Ambiente tiene sobre la mesa pretende reducir tanto los envases que utilizamos como los residuos que generan. Estos recipientes, film, envoltorios... son un verdadero quebradero de cabeza para el medio ambiente. Entre otros motivos porque son grandes consumidores de materias primas vírgenes. El 40% de los plásticos y el 50% del papel que empleamos en Europa se destinan a fabricar envases. Y cada vez usamos más y por tanto se producen más desechos. Las 66 millones de toneladas de residuos de envases que se originaron en el continente en 2009 han aumentado a 84 millones en 2021. Cada europeo causó 188,7 kilos. De seguir a este ritmo, esa cifra se incrementará a 209 kg en 2030, según las previsiones. Algo incompatible con una economía neutra en emisiones, como quiere Europa.
De ahí que la UE esté proponiendo tácticas para ganar la batalla al consumo de envases y sus residuos. Sobre ello ya se ha pronunciado la Comisión Europea fijando objetivos más exigentes y ambiciosos. Y el Parlamento flexibilizando y limitando algunas de las propuestas. Mañana le toca el turno al Consejo de Medio Ambiente.
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Propuesta a debate
En el tablero hay toda una serie de soluciones que debatir y negociar. Por ejemplo, que todos los envases que se introduzcan en el mercado sean reciclables en 2030. Que contengan un porcentaje de plástico reciclado. Que se diseñen con menos peso y volumen. Que las monodosis y las bolsitas de té y café sean compostables como las etiquetas adhesivas de frutas y hortalizas. También se discute prohibir las bolsas de plástico muy ligeras (menos de 15 micras), a menos que sean necesarias por razones de higiene o se utilicen para alimentos a granel, con el fin de evitar el desperdicio de alimentos. Otro objetivo es reducir los residuos de los envases de plástico (un 10% para 2030, 15% para 2035 y 20% para 2040).
Una de las grandes novedades es que se da prioridad a la reutilización de los envases como fórmula principal para minimizar estos desechos y sustituir los de un solo uso. Incluso se establecen unos porcentajes según la función que cumplen determinados envases. Por ejemplo, el 80% de los vasos de bebidas frías o calientes que se sirvan en un punto de venta para llevar deberán ser reutilizables; también el 40% de los recipientes de comida rápida o preparada para consumir en otro lugar; el 25% de los zumos (la Comisión propone el 40%)...
Mañana se conocerá la postura del Consejo de Medio Ambiente de la UE sobre los envases
Pero resulta muy difícil mantener el equilibrio entre cumplir esas exigencias sostenibles, garantizar la seguridad y calidad alimentaria y hacer rentable y competitivos los negocios. Incluso hay voces que ponen en duda la viabilidad medioambiental de algunas de las soluciones que se plantean.
Y eso ha generado una ola de reacciones. La propia CEOE ya movió ficha en su momento para suavizar el reglamento. Y esta misma semana la patronal del gran consumo (Aecoc) y otras once organizaciones empresariales de toda la cadena de valor agroalimentaria han solicitado el apoyo de la presidencia española de la UE para llegar a propuestas más flexibles. No son los únicos. Otros diez países europeos, liderados por Finlandia e Italia, también han pedido apoyo a la presidencia española para lograr medidas más equilibradas.
Reutilización
Y es que, por ejemplo, la reutilización no parece lo más acertado para todos los envases. Depende del tipo. «Cada caso necesita un análisis de viabilidad técnica, económica y medioambiental», afirma Cinta Bosch, gerente de Sostenibilidad de Aecoc. «Reutilizar un envase supone transportarlo a una planta para su lavado y reacondicionamiento. Esto significa emisiones de CO2 por el transporte y mayor consumo de agua para la limpieza. Quizá volverlo a introducir en el mercado no compensa para el medio ambiente. Por eso queremos que se analice caso por caso. Además no existe un sistema de reutilización, solo está la experiencia del vidrio en el canal Horeca. Habría que crearlo. También hay que garantizar la seguridad del consumidor. En la reutilización de envases de detergentes y productos de limpieza hay cierto riesgo si se mezclan productos químicos. Y en los productos alimentarios también es necesario garantizar su seguridad, tienen que estar bien protegidos en su envase porque si no se degradan», sostiene.
Cada europeo genera 188 kg de residuos de envases. Las previsiones apuntan que en 2030 esa cifra aumentará a 209 kilos, algo incompatible con una economía neutra en carbono
El sector es consciente de la necesidad de reducir los residuos que generan los envases y también avanzar en la reutilización, sin embargo aboga por una mayor flexibilidad como ha sido la postura del Parlamento Europeo. Este organismo propone que la reutilización solo sea obligatoria si ofrece mejores resultados para el medio ambiente. Además, ha introducido en el reglamento que se tenga en cuenta «todo el ciclo de vida del envase, desde que se fabrica hasta que se gestiona su residuo. Si solo pensamos en su reciclaje y reutilización, estamos analizando solo el final de su vida. Pero hay que tener también en cuenta su impacto durante la fabricación y uso. Si además se recicla, quizá a lo largo de su vida incluso tenga una huella de carbono menor que una posterior reutilización», sugiere Bosch.
Reutilizar envases de productos perecederos como leche, zumos y gazpachos parece inviable. Son alimentos en los que además la legislación prohíbe incorporar conservantes para mantener sus propiedades (aroma, sabor, color...). Hoy se comercializan en botellas de plástico o en 'breaks' de cartón, sobre todo, y apenas en vidrio (solo el 4%). Los dos primeros recipientes facilitan el transporte porque son más ligeros y tienen menos riesgos de rotura. «Estos envases contribuyen a estabilizar la vida útil del producto y juegan un importante papel para garantizar la seguridad alimentaria. Los zumos están hechos a partir de frutas y hortalizas, son productos vivos y sensibles, tienen mayor riesgo de fermentación, hay que protegerlos de la luz, el oxígeno y los microorganismos. Y esa es la barrera que proporcionan los 'break' de cartón y las botellas de plástico», defiende Javier Valle, secretario general de Zumos y Gazpachos de España. Este sector es el primer exportador de zumos de la UE.
Cambiar estos envases de un solo uso, como los 'break' de cartón o las botellas de plástico que ya garantizan la calidad de un producto y la seguridad alimentaria, también tiene otra problemática, y no menor. «Nos plantean un modelo de negocio muy distinto al actual. Habría que retirar las líneas de envasado, muchas están todavía sin amortizar, e introducir nuevas que además necesitan más espacio. Y realizar una logística inversa, es decir, que el envase regrese a la planta para su reacondicionamiento que implica lavado y desinfección, lo que también tiene un impacto económico muy elevado y una disponibilidad de espacio con la que muchas empresas no cuentan. Los estudios demuestran que la reutilización solo es viable medioambientalmente cuando las distancias del lugar de venta se encuentran entre 100 y 200 kilómetros del lugar de producción», afirma Valle. «Si se trabaja bien el ecodiseño, la logística, la recogida y el reciclado, mejora mucho medioambientalmente el sistema», estima.
Para 2030 hay que reducir un 10% los residuos de plásticos, un 15% para 2035 hasta alcanzar el 20% en 2040
Un envase no se elige al azar ni por capricho. «Tienen unas propiedades», garantiza Emilio Oviedo, director para Iberia de la Alianza para los cartones para alimentos y bebidas por el medio ambiente (ACE). En el caso de los 'break' de cartón están pensados para «preservar los alimentos y bebidas que contienen, para conservarlos durante más tiempo con todas sus propiedades, sin utilizar aditivos ni refrigeración, sin perder propiedades organolépticas. Hay estudios que incluso dicen que lavando los envases a ciertas temperaturas no se puede garantizar la contaminación cruzada o que el envase esté en perfectas condiciones después de un determinado número de usos», insiste Oviedo.
Sector primario
Del valor que aporta un envase a los productos que contiene son también muy conscientes agricultores y ganaderos. «Determinados plásticos que se usan como envoltorio o en la preparación de frutas y hortalizas consiguen alargar su vida útil, permiten que el producto no se deseque ni se marchite. Por ejemplo, el film adherido a los pepinos consigue que aguanten más y lleguen a Centroeuropa. Necesitamos envases para frutas y hortalizas que alarguen su vida útil durante 3 o 4 días de desplazamiento. Tenemos segmentos de producción con alta implantación en mercados europeos, en Noruega, Holanda, Bélgica, Alemania...», cuenta Andrés Angora, miembro de la Comisión Ejecutiva de COAG (Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos)
Y optar por otro tipo de envases encarecería el producto, apunta. Además, no todos los envases sirve para todos los productos. «Por ejemplo para carnes frescas fileteadas y preparadas no encontramos suficiente plástico biodegradable que se pueda usar», asegura Angora.
Venta a granel
Para dar un empuje más a la venta a granel, la Comisión Europea prohibió la comercialización de cualquier tipo de envase de un solo uso para frutas y hortalizas en lotes inferiores a 1,5 kilogramos. Pero el Parlamento Europeo tiró al traste esa solución. «Las ensaladas precortadas no se pueden vender a granel. Y nadie compra 1,5 kg de tomates cherry. El formato que más se vende son envases de 250 gr», defiende Angora.
Aunque esta medida aún se encuentra en el debate, se estudia una lista de excepciones. Es lo que está esperando como agua de mayo la Asociación de Empresas de Supermercados (Asedas). «Gracias a los envases el consumidor puede acceder a productos como fresas, frutos rojos, champiñones y setas que son muy frágiles de transportar y así se consigue que no se dañen. Además, los envases alargan la vida útil. Unas judías verdes duran hasta cuatro o cinco veces más en el frigorífico del consumidor, aguantan mejor la humedad», explica María Martínez, directora de Sostenibilidad de Asedas.
El Comité Científico de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN) ha sugerido un listado de frutas, hortalizas, tubérculos y setas de consumo común que necesitan la protección de un envase porque podrían deteriorarse si se comercializan a granel. Y por ejemplo, los frutos rojos y los germinados son especialmente sensibles.
Gastos desorbitados
En los supermercados la reutilización de envases tampoco encaja. «Nos afecta mucho en las tiendas. Las obligaciones son para las botellas retornables de bebidas. El consumidor compra una botella, la utiliza, la devuelve a la tienda y de la tienda va la fábrica para reacondicionarla y volverla a llenar. Esto es un cambio de modelo para nosotros. Tenemos que habilitar espacios donde acumular los envases retornables. Es un coste desorbitado. Y además, habría que habilitar flotas de camiones en todas las ciudades para recoger estos envases y devolverlos a las envasadoras, porque no se desinfectan al lado del súper. Por eso, pedimos que se analice el impacto ambiental y económico que puede tener en el sector de la distribución», destaca María Martínez.
Tampoco lo van a tener fácil los restaurantes de comida rápida o locales de comida o bebidas (como los cafés) para llevar. La idea es que una buena parte de los envases que emplean se puedan reutilizar. «La mayoría de nuestras marcas han invertido en innovación para conseguir cartones de un solo uso que se puedan compostar o reciclar. Han eliminado las pajitas y tapas, los cubiertos suelen ser de madera o cartón... Estos restaurantes no tienen ni vajillas para reutilizar ni lavavajillas para limpiarla. Contar con esos recursos supondría un golpe en la línea de flotación de negocio de muchas de nuestras marcas. La inversión para hacer estos cambios alcanza los 20.000 millones de euros en la restauración de comida rápida y 4.000 millones de litros de agua adicionales», apunta Adriana Bonezzi, secretaria general de Marcas de Restauración.
Eso también supondría un incremento de precio de estos productos. «El coste medio de comida de servicio rápido es de cuatro euros. Y se encarecería», asegura Bonezzi. Y la reutilización tampoco estaría garantizada la seguridad para el consumidor. «La reutilización conlleva mayor riesgo de contaminación. Los lavados generan grietas en los vasos de plástico donde se depositan restos de detergente y microplásticos que podrían ser ingeridos», asegura Bonezzi.
Con el debate abierto, todavía hay tiempo y forma para alcanzar el equilibrio entre los envases sostenibles del futuro y sus residuos, la seguridad alimentaria y la competitividad empresarial.
Recipientes en los que rebosa la innovación
Mientras se ata el reglamento europeo de envases y residuos de envases, la industria agroalimentaria sigue desarrollando soluciones innovadoras para impulsar el reciclaje e introducir en el mercado nuevos materiales biobasados, compostables o biodegradables.
Los avances se van produciendo incluso en envases que se consideran más complejos para el reciclaje como los 'break' de cartón que están compuestos por varias capas de materiales diferentes. «Están formados en un 75% por fibras de celulosa (papel y cartón), un 20% de polietileno y un 5% de aluminio. Al reciclarlo se generan dos residuos: fibras de celulosa de alta calidad que se reincorporan a la cadena del papel y cartón. Y una mezcla de polietileno y aluminio. Es un material secundario para muebles, dispensadores de servilletas, bolígrafos, fundas para móviles, mobiliario urbano... Cada vez hay más instalaciones que realizan este reciclaje. España e Italia estamos encabezando de forma masiva reciclar este tipo de envases», indica Emilio Oviedo, director de la Alianza para los cartones para alimentos y bebidas por el medio ambiente (ACE).
Se buscan también materiales más sostenibles. La empresa sueca Tetra Pak, por ejemplo, lanzó en 2015 un 'break' de cartón con materiales renovables. «Contiene un 70% de cartón, un 20-25% de plástico de origen vegetal (de caña de azúcar) y un 5% de aluminio reciclado. De tal forma que este envase ha reducido un 30% su huella de carbono. En España y Portugal vendemos más de 2.000 millones de envases de este tipo», cuenta Ramiro Ortiz, Manging Director en Tetra Pak Spain.
Para reducir la complejidad de los 'break', esta empresa también comercializa en Portugal un tipo de envases que sustituye la barrera de aluminio por más cartón reciclado consiguiendo proteger el contenido de la luz y el oxígeno. «Estas fibras de cartón son muy largas y facilita su reciclaje», señala. La idea es conseguir en 2030 «un 'break' monomaterial e íntegramente fabricado con materias primas renovables», apunta.
Biomateriales
La propuesta de reglamento europeo da libertad a los países miembros para que legislen a favor de envases que utilicen biomateriales en lugar de polímeros tradicionales. «En estos biobasados la materia prima es de origen renovable, por ejemplo del almidón, o del maíz, o de la caña de azúcar», explica Luis Gil, Project Manager on the Packaging Technologies Dep en Ainia.
Este centro tecnológico está desarrollando el proyecto europeo Urbiofin. Así lo detalla Gil: «Queremos obtener un material biodegradable a partir de la fermentación de residuos sólidos urbanos (restos de frutas, zumos, residuos de café...). Hemos conseguido un film que no se puede utilizar en contacto con alimentos, pero sí en agricultura, por ejemplo para acolchados para hierba. Podemos mejorar las propiedades de los materiales biodegradables para hacerlos más resistentes a tratamientos térmicos, o con mejor barrera al oxígeno».
Ainia también investiga un material reciclado para contener cosméticos y que estos no vean alteradas sus propiedades. E «intentamos introducir papel en ciertos formatos en lugar de plástico. El papel tiende a coger humedad y deja pasar el oxígeno. Se trata de dotarle de propiedades más parecidas al plástico que pueden servir para ciertos alimentos como cereales, arroz, especies, snack... También probamos cómo funciona en las máquinas de envasado», añade Gil.
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