Hay que recordar que el BCE elevó el pasado jueves por décima vez consecutiva los tipos de interés de la zona euro hasta el 4,5%, su nivel más alto en más de 20 años, desde mayo de 2001, si bien también sugirió que esa decisión podría constituir la última subida de un episodio que se ha prolongado durante algo más de un año.
De Cos observa un puñado de indicios que apuntan en esa dirección, en la de que el BCE no tendrá que ir más allá en las subidas de tipos de interés para alcanzar el objetivo de domeñar la inflación. El primero de ellos es la transmisión de la política monetaria a la economía real, que el gobernador del Banco de España entiende que "se está transmitiendo con fuerza a las condiciones de financiación y crédito" y ello a pesar de que esta se produce en un periodo de entre 18 y 24 meses por lo que aún quedan efectos por manifestarse.
En segundo lugar, la creciente debilidad de la actividad económica en la eurozona, que se inició a principios de años, que se prolongó durante el tercer trimestre según los primeros datos disponibles y que ha obligado al BCE a corregir nada menos que un punto a la baja el crecimiento del PIB de la eurozona en el periodo que va hasta el año 2025.
El tercer indicio que le lleva a pensar que estamos ante un punto de inflexión en la orientación de la política monetaria es la acumulación de indicios de que la inflación subyacente ha iniciado una tendencia a la desaceleración, que no parece estar amenazada tampoco por los efectos de segunda ronda que puedan venir de los márgenes de las empresas o de las subidas de salarios. Considera una prueba de ella que el consenso de los analistas apunte a una inflación subyacente del 2,1% en 2025, ya en línea con el objetivo del BCE.
El gobernador del Banco de España aprovecha el artículo para defender la política monetaria desarrollada por el BCE en los últimos doce meses para tratar de contener la inflación. "No nos podemos permitir una inflación persistente y elevada", recalca Hernández de Cos. "Los beneficios a largo plazo de una inflación baja compensan con creces los costes a corto plazo (en términos de menor crecimiento y empleo) que producen las medidas de política monetaria necesarias para reducirla y justifican la respuesta del eurosistema", concluye..
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