Consejos de Warren Buffet para una herencia eficaz

El principal consejo de Buffet para todos los padres, ya posean una riqueza modesta o una grande, es que «cuando sus hijos sean adultos, pídanles que lean el testamento antes de firmarlo». «Asegúrese de que cada hijo entiende tanto la lógica de sus decisiones como las responsabilidades que tendrán a su muerte. Si alguno tiene preguntas o sugerencias, escuche atentamente y adopte aquellas que le parezcan razonables. No querrá que sus hijos le pregunten '¿por qué?' respecto de las decisiones testamentarias cuando usted ya no pueda responderles». Cuenta Buffet que a lo largo de los años ha recibido preguntas y comentarios de sus tres hijos, Susie, Howie y Peter, que ya tienen 71, 69 y 66 años de edad. «A menudo he adoptado sus sugerencias. No hay nada malo en que tenga que defender mis ideas. Mi padre hacía lo mismo conmigo».

El 'oráculo de Omaha' modifica su testamento cada dos años, a menudo en aspectos muy menores. Sin embargo, junto a su inseparable amigo Charlie Munger, fallecido en noviembre de 2023, vieron como muchas familias se rompían después de que un testamento provocara confusión y rabia entre los herederos. «Los celos, junto con los desaires reales o imaginarios durante la infancia, se magnificaban sobre todo cuando se favorecía a los hijos sobre las hijas, ya fuera de forma monetaria o con puestos de relevancia». Por el contrario, dice que en muchas ocasiones vieron cómo la discusión a fondo del testamento de un progenitor rico antes del fallecimiento de éste contribuyó a que la familia se uniera más.

No hay un cálculo preciso sobre el coste de las herencias conflictivas. Entre los abogados españoles se ha generalizado la noción –sin que nadie pueda citar una fuente o estudio– que un 10% de las herencias son conflictivas y la cuarta parte está bloqueada. Se necesitan de 5 a 7 años para resolver estos conflictos.

A los costes legales hay que sumar la ineficiencia que suponen los bienes inmovilizados o mal gestionados y los impuestos. En 2023, más de 56.000 herencias, el 16% del total en España, fueron rechazadas debido a deudas o costes tributarios y burocráticos asociados. Ni hablar del precio que suponen las rupturas familiares, las injusticias y los efectos psicológicos que dejan los testamentos.

Estas reflexiones de Buffet se producen después de que decidiera convertir varias acciones de Berkshire Hathaway en títulos destinados a cuatro fundaciones familiares: la que lleva el nombre de su primera esposa, Susan Thomson, fallecida en 2004, y otras tres más. Casados desde 1952, ambos siempre habían pensado que Susan sobreviría a Warren. Cuando murió, su patrimonio ascendía a 3.000 millones de dólares de los que el 96% fueron a parar a su fundación. Además, le dejó 10 millones de dólares a cada uno de sus tres hijos. «Estos legados reflejaban nuestra creencia de que los padres ricos deben dejar a sus hijos lo suficiente para que puedan hacer cualquier cosa, pero no tanto como para que no hagan nada».

Los hijos de Buffet han mostrado entusiasmo y buenos resultados con sus propias obras filantrópicas. Por esta razón, un padre orgulloso ha anunciado en el comunicado que a su muerte –«que no tardará en llegar», dice– tendrán la responsabilidad de distribuir todo su ahorro en Berkshire que representa el 99,5% de su patrimonio. El problema es que sus hijos ya están en la tercera edad «y la enorme riqueza que he reunido puede tardar más en distribuirse que lo que vivan mis hijos». Por esta razón ha designado tres fideicomisarios sucesores, más jóvenes. Buffet explica que todas las decisiones sobre su patrimonio deberán ser tomadas por unanimidad . «Mis hijos se verán asediados por peticiones muy serias de amigos muy sinceros y de otra personas». La unanimidad consigue paliar parte de «esta desagradable realidad».

La carta de Buffet tiene un aroma a despedida. «He vivido como he querido vivir desde finales de mis 20 años», dice. «Continúo mi racha de suerte que comenzó en 1930 cuando nací en Estados Unidos como varón blanco». Admite, sin embargo, que sus dos hermanas no tuvieron tanta suerte pese a que la Constitución de EE.UU. les había prometido que recibirían el mismo trato que a los hombres. «Favorecido por mi condición masculina, muy pronto tuve la certeza de que me haría rico. Pero ni yo ni nadie soñábamos con las fortunas que se han hecho realidad en EE.UU. en las últimas décadas. Ha sido alucinante, más allá de la imaginación de Ford, Carnegie, Morgan o Rockefeller. Los miles de millones son hoy los nuevos millones».