La clave para asegurar las inversiones en renovables: libertad de precios en el mercado eléctrico

Desde 1997, Europa ha seguido un sistema marginalista de precios que ha permitido un funcionamiento competitivo, garantizado las inversiones y favorecido la transición hacia fuentes de energía limpia. Todo esto está ahora en juego. Si finalmente se opta por la intervención de precios, la electricidad sería más cara y tanto la independencia energética como la descarbonización serían mucho más costosas y, prácticamente, inalcanzables.

Hay muchos argumentos sólidos en contra de la propuesta de reforma de España. Uno de ellos lo ofrece la Agencia de Cooperación de los Reguladores de la Energía (ACER). «En la última década, el comercio transfronterizo y los esfuerzos de integración de mercado liberalizado han proporcionado beneficios a los consumidores por unos 34.000 millones de euros al año», afirman. Además, señalan que la estructura del mercado mayorista de energía ha permitido el comercio entre los Estados miembros, mejorando la seguridad del suministro en una zona geográfica más amplia. El diseño del mercado eléctrico también ha facilitado la adopción significativa de la generación renovable, cuya aceleración es fundamental para alcanzar los ambiciosos objetivos de descarbonización de la UE.

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También la Florence School of Regulation, un organismo internacional dedicado a la investigación independiente sobre regulación de energía y clima, publicó un informe que analiza la situación actual del mercado energético y los efectos de posibles alternativas. El instituto concluye que un sistema de mercado 'Pay as bid', en el que cada tecnología recibe el precio ofertado, no conduciría a precios más bajos y podría afectar negativamente a la eficiencia del mix de generación, entre otras consecuencias.

Este organismo explica que, en general, se parte de una idea equivocada al suponer que el comportamiento de los productores sería el mismo en ambos métodos de fijación de precios. Claramente, esto no es realista. Si cada generador recibe el precio de la oferta que ha presentado, estimarán cuál será la oferta más cara que será aceptada y ofertarán a ese precio, aunque sea superior a sus propios costos variables. Como resultado, el costo para los consumidores sería mayor. Esto puede tener un impacto negativo en la eficiencia del mix de generación, ya que los productores con costos variables bajos no serían seleccionados en el mercado si ofertan un precio superior, lo que significa que no generarían electricidad a pesar de que podrían haberla suministrado a un costo menor. Esto se traduce en un funcionamiento ineficiente de las centrales y en un mayor costo de suministro.

Un punto de vista que defiende el catedrático de Política Energética, Lion Hirth, asesor en esta materia del Gobierno alemán, quien ha asegurado taxativamente que «afirmar que este sistema de mercado marginalista ya no funciona es, en mi opinión, simplemente falso».

Según defiende este experto, este sistema de precios es una consecuencia de la economía de mercado en la que opera la UE y se ajusta perfectamente a sus reglas, al satisfacer las necesidades de los clientes y garantizar el suministro en cualquier circunstancia. Hirth destaca que los precios marginales no son exclusivos de los mercados de energía, y pone como ejemplo el precio del trigo. Otro de los aspectos que destaca el profesor de la Hertie School de Berlín, frente a los defensores del intervencionismo en los precios de la energía, es que el precio marginal no es una regla artificial y «de ello se deduce que, si desea deshacerse de los precios marginales, debe obligar a las personas a cambiar su comportamiento. Ellos no harán esto voluntariamente. Si desea que los generadores vendan electricidad por debajo del precio marginal, necesita impuestos, subsidios o prohibiciones», explica.

En definitiva, el sistema eléctrico tiene que ser robusto y cumplir sus funciones al menor coste posible. Para ello, los precios deben ser lo bastante atractivos como para animar las inversiones y lo bastante flexibles para que consumidores y empresas se adapten y tomen decisiones eficientes de consumo, producción, inversión e innovación.

Los precios de la electricidad también son cruciales para la nueva era de las energías renovables. Históricamente, en el mercado marginalista Francia fijaba los precios con sus 59 centrales nucleares, pero ahora puede hacerlo España. El gran avance de las renovables en nuestro país –que se encamina este año hacia el 50% de energías limpias en su mix energético, según Red Eléctrica– supone una oportunidad histórica porque permitirá que España pueda tener la energía más barata de su entorno.

La pérdida de esta condición de liderazgo francés se rompió con la crisis del gas por la invasión de Rusia a Ucrania, pero el país galo quiere impedir la entrada de otros países como España que ofrezcan una energía más competitiva que la nuclear. Lo paradójico de esta situación es que el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, se alinee con esta posición y acompañe al presidente galo Enmanuelle Macron en la defensa del cambio de modelo energético.