China crece un 3,9% en el tercer trimestre lastrada por la política de covid-cero
El índice hongkonés Hang Seng cae por debajo de los 16.000 puntos por primera vez en 13 años tras la perpetuación de Xi Jinping en el poder
El presidente chino durante el XX Congreso del Partido Comunista de China
Aunque reciente, el XX Congreso del Partido Comunista ya pertenece al pasado. Xi Jinping ha iniciado un extraordinario tercer lustro al frente de China como el líder más poderoso desde Mao Zedong tras eliminar toda brizna de oposición, simbolizada por el asiento vacío ... a su izquierda por la expulsión del expresidente Hu Jintao. Y la vida política vuelve a su cauce, empezando por su cita periódica con la economía.
El PIB chino creció un 3,9% interanual en el tercer trimestre de 2022, según ha revelado esta mañana la Oficina Nacional de Estadística. Un dato que debería haber visto la luz el martes de la semana pasada, pero cuya publicación fue postergada para no desviar atención de la cita más importante del régimen, celebrada cada cinco años.
Esta cifra mejora el 0,4% registrado en el segundo trimestre; cota «inverosímil» a ojos de muchos analistas, pues durante aquel periodo la mayor ciudad del país y su núcleo económico, Shanghái, padeció un confinamiento domiciliario de dos meses agravado por la negligente gestión de las autoridades. A pesar del enorme descontento social, el jefe del Partido Comunista en la urbe, Li Qiang, fue nombrado ayer nuevo número dos del aparato; demostración de que en la China de Xi no importan tanto los méritos como la obediencia al líder. De este modo, Li pasará a ser responsable de la evolución de la segunda economía del mundo.
Junto al 4,8% del primer trimestre, recibido entonces con escepticismo, el parcial para lo que va de año arroja un 3%; muy por debajo del objetivo oficial «alrededor del 5,5%», ya inalcanzable y en apariencia abandonado. También de cursos precedentes, con la excepción de 2020, cuando a causa del estallido de la pandemia el PIB chino apenas creció un 2,2%: la única gran economía del mundo en territorio positivo pero, al mismo tiempo, su peor resultado en casi medio siglo.
Todo ello es consecuencia de la política de covid-cero impuesta por Xi, la cual desde hace más de dos años y medio mantiene al país aislado del resto del mundo y sometido al virus sin fin a la vista, pero al mismo tiempo haciendo realidad la fantasía de control absoluto del líder. La pandemia justifica la obstrucción a los desplazamientos de una ciudad a otra, los confinamientos recurrentes, la existencia de una base de datos para registrar en tiempo real los movimientos de cada individuo y la obligación universal de realizar una prueba PCR cada tres días.
La perpetuación de Xi consagrada este fin de semana apunta a una prolongación indefinida de dicho modelo. Y los mercados, a su manera, se han expresado al respecto. En su apertura de hoy lunes, el índice Hang Seng de Hong Kong ha caído por debajo de los 16.000 puntos por primera vez en 13 años, con pérdidas particularmente acusadas para las tecnológicas chinas como Alibaba, Tencent o Meituan.
Otras métricas macroeconómicas desveladas hoy muestran avances generalizados en términos anuales. La producción industrial repuntó un 6,3% en septiembre, un 2,5 las ventas al por menor y un 5,9 la inversión en activos fijos. La tasa de desempleo urbano, que no contabiliza enormes masas de trabajadores migrantes, alcanzó el 5,5% frente al 5,3 del mes anterior; pero bajó del 18,7 al 17,9% para los menores de 25 años.
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«Más a largo plazo, la perspectiva sigue siendo pesimista», ha apuntado Julian Evans-Pritchard, analista de Capital Economics, en un informe divulgado tras la publicación de los resultados. «No hay posibilidades de que China acabe con su política de covid-cero a corto plazo, y no esperamos una relajación sustancial antes de 2024». De cara al futuro de China y tras la conclusión del XX Congreso, la única certeza reside en que Xi Jinping seguirá al mando.
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