China crece un «inverosímil» 0,4% en el segundo trimestre del año
El gigante asiático paga el precio creciente de la política de Covid cero y sus restricciones, mientras aumentan las dudas sobre la veracidad de las cifras oficiales
La política de Covid cero que China mantiene desde el comienzo de la pandemia resulta cada vez más onerosa. Así lo demuestra su última factura: en el segundo trimestre del año, la segunda economía mundial apenas creció un 0,4% en términos anuales, según ha anunciado esta mañana la Oficina Nacional de Estadística. El coste real, sin embargo, podría superar con mucho a las cifras gubernamentales.
Este último periodo, de abril a junio, coincide con los rebrotes más virulentos registrados en China hasta la fecha. Una situación ante la que sus autoridades impusieron durante dos meses un encierro domiciliario en Shanghái, núcleo comercial del país. También Pekín, la capital, padeció durante seis semanas una serie de medidas que, sin llegar a suponer un confinamiento oficial, arrinconaron a los residentes en sus casas. Muchas otras ciudades, asimismo, conviven con restricciones que han causado un profundo impacto económico.
Por este motivo, la limitada caída desvelada hoy viernes alimenta más que nunca las dudas recurrentes respecto a la autenticidad de los guarismos públicos. «La oficina de estadística asegura que la producción en el segundo trimestre fue ligeramente superior a la de hace un año. Eso es inverosímil incluso teniendo en cuenta el fuerte repunte que muestran los datos mensuales de junio», apunta Julian Evans-Pritchard, economista para China de la consultora Capital Economics, en un informe compartido hoy. «Esta no es la primera vez que las cifras oficiales del PIB parecen subestimar el alcance de una recesión».
China registra su ritmo de crecimiento más bajo en dos años, desde que durante el primer trimestre de 2020 pagara el estallido de la pandemia en Wuhan con un histórico desplome del 6,8%. Tras blindar sus fronteras gracias a la política de tolerancia cero, el gigante asiático acabó cerrando el año con un repunte del 2,3%, su peor resultado en casi medio siglo pero, al mismo tiempo, la única gran economía del mundo en terreno positivo.
Ahora, por contra, dicha estrategia representa una utopía inalcanzable que mantiene al país sometido al virus y amenaza con seguir lastrando su desempeño económico. El 4,8% del primer trimestre ya provocó el escepticismo de los analistas. La suma de ambos parciales arroja un 2,5% para la primera mitad del año, el cual hace casi imposible alcanzar el objetivo gubernamental, fijado «alrededor del 5,5%» en la reunión anual del aparato legislativo del régimen el pasado mes de marzo.
Los expertos no auguran una rápida recuperación pese a la retirada de las medidas más restrictivas, pues ante el modelo actual su reimposición solo resulta cuestión de tiempo. La detección esta semana de una nueva subvariante de ómicron en Shanghái, por ejemplo, ha reavivado los rumores sobre otro confinamiento. «Incluso con un poco de masaje de las cifras, es difícil ver cómo se puede alcanzar el objetivo gubernamental», pronostica la nota de Capital Economics. «Esperamos que las cifras oficiales de PIB alcancen el 3 y el 4% este año, pero creemos que la realidad sobre el terreno será de un crecimiento más cercano a cero».
Prioridades enfrentadas
El coste creciente de la política de Covid cero parece haber despertado la alarma de ciertos sectores en el seno del Partido Comunista. Esta intranquilidad se ha personificado en la figura de Li Keqiang. El primer ministro presidió este martes un simposio con expertos para «evaluar el estado de la economía» ante la «inusual situación experimentada en el segundo trimestre del año», a causa del «impacto severo de factores más allá de nuestras expectativas».
Ya a finales de mayo llegó a convocar una reunión de emergencia del aparato. Entonces, ante más de 100.000 representantes de todos los niveles de la Administración, Li reconoció que las dificultades son «en cierta medida mayores que aquellas experimentadas en 2020 cuando la pandemia golpeó al país»; e hizo hincapié en la respuesta necesaria: «El desarrollo sigue siendo la clave para resolver todos los problemas de China».
Mantener a la vez ambas prioridades, crecimiento económico y covid-cero, con sus consiguientes exigencias supone, no obstante, poco menos que una antítesis. El líder Xi Jinping rehúsa pese a todo abandonar una estrategia que en su día convirtió en fuente de legitimidad para el régimen, cuya vigencia reitera en cada intervención pública. «La persistencia es la victoria», proclamó durante una visita oficial a la provincia de Sichuan el mes pasado.
Tendencia positiva
Otros índices mensuales publicados hoy invitan a una lectura más optimista a corto plazo. La producción industrial creció en junio un 3,9% anual frente al 0,7% de mayo. Las ventas al por menor reflotaron un 3,1% tras caer un 6,7 y un 11,1% en mayo y abril respectivamente. La inversión en activos fijos, por su parte, avanzó hasta el 6,1%.
La tasa de desempleo urbano, método poco representativo que no incluye las cuantiosas bolsas de trabajadores migrantes, descendió al 5,5% desde el 5,9% de mayo. Para los menores de 25 años, en cambio, subió hasta 3l 19,3%.
Por otro lado, las cifras de aduanas divulgadas ayer mantienen el patrón de meses previos: exportaciones elevadas e importaciones menguantes. Las primeras aumentaron un 17,9%, su rimo más rápido desde enero. Las segundas, sin embargo, apenas ganaron un 1%, ratio que plantea dudas sobre la solidez de su evolución. La economía de China sufraga así una política de Covid cero cada vez más costosa, aunque su precio exacto siga siendo un misterio.
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