La cara B del optimismo económico de Sánchez

Entre todas las referencias económicas, las vinculadas al problema de la vivienda han sido las más llamativas al apuntar que la ley aprobada hace más de dos años está teniendo los efectos deseados «allí donde se aplica». Sánchez apunta que en las ciudades que han puesto en marcha la limitación de alquileres en zonas tensionadas «se reduce el precio en un 9%» y además, lo hace «sin recortar la oferta ni dañar a los propietarios».

Las afirmaciones del presidente del Gobierno contrastan con la realidad de las estadísticas en ciudades como Barcelona, una de las pocas que aplica la limitación de precios en las zonas tensionadas. Esa contención se explica mayoritariamente por factores como la reducción de la superficie de las viviendas puestas en alquiler; y porque la Genaralitat está usando la mediana (la estadística que parte a la mitad los precios) en vez de la media para sostener que las rentas están bajando. Una referencia que consideran «robusta», pero que no es tan válida para el mercado del alquiler porque está altamente segmentado en el caso de grandes capitales como Barcelona, tal y como aclara el Observatorio del Alquiler de la Fundación Alquiler Seguro y la Universidad Rey Juan Carlos.

Además, Sánchez ha apuntado que esas políticas inmobiliarias no dañan al propietario ni reducen la oferta. Dos afirmaciones que chocan también con la realidad. Más de 24 meses después de la ley de Vivienda hay más de 120.000 pisos menos en el mercado y lo que piden los caseros a los inquilinos se ha disparado un 26% y ha superado por primera vez en la historia -de media- los 1.000 euros. En la propia Barcelona, en Madrid o Baleares se paga hoy de media más de 1.500 euros al mes por arrendar una casa. Además, en la capital catalana, la mayor parte de los pisos alquilados son de temporada o turísticos, mientras que la oferta tradicional (a largo plazo) prácticamente ha desaparecido.

El presidente del Gobierno también ha hecho un despliegue de las estadísticas económicas en las que se encuentra España en este momento. Ha anticipado que, a la espera de que mañana martes se publiquen los datos del Producto Interior Bruto (PIB) del segundo trimestre, el país seguirá siendo uno de los que más crezcan de toda la Unión Europea. Sin embargo, estas cifras vienen apuntaladas por los fondos europeos, cuya recepción de dinero continúa estos años, aunque la perspectiva es de que en dos ejercicios, España tenga que subsistir sin esas ayudas.

También se ha felicitado por la llegada de turistas, prevista en 100 millones de visitas para todo este 2025. «Hay 352.000 turistas dirigiéndose a nuestro país en coche, barco o avión. Este año vamos a recibir más de 100 millones de personas, según las proyecciones. Francamente, si 100 millones de personas nos visitan, 100 millones no pueden estar equivocadas«, ha indicado. Aunque uno de cada tres españoles no puede permitirse irse de vacaciones ni siquiera siete días al año por la evolución de los precios y la merma de muchos salarios que no suben lo suficiente como para hacer frente a la dinámica de precios, según la última Encuesta de Condiciones del INE.

Otra gran referencia de Sánchez ha sido el mercado laboral. «La tasa de paro cae hasta el 10,3%, la más baja desde 2008» y «la renta disponible real de los hogares es un 9% superior a la de 2018, gracias a la combinación de nuestras políticas económicas y políticas sociales», ha indicado.

La realidad es que, a pesar del récord de afiliados (más de 22 millones hasta junio), cada vez hay más trabajadores con empleos a tiempo parcial, es decir, de menos de 40 horas a la semana, según la última EPA. Son ya más de tres millones en toda España. Y esta situación conlleva que haya también un récord de pluriempleo, esto es, ciudadanos que necesitan dos o más trabajos para llegar a fin de mes: más de 600.000, según la última estadística del propio Ministerio de Trabajo.

En lo relativo al poder adquisitivo de los españoles, Sánchez ha obviado la situación que viven tanto desde la pandemia como sobre todo desde 2022, cuando comenzó la crisis inflacionaria que tanto dañó a las economías familiares. Desde inicios de 2020 la pérdida de poder adquisitivo, medida por el aumento en el Índice de Precios al Consumo (IPC), ha sido de casi un 20%, según destaca BBVA Research. «Hay dos componentes generales en el IPC que se han incrementado por encima del promedio: la energía y los alimentos. Entre marzo de 2020 y marzo de 2024, el aumento en el precio de la primera ha sido del 32%, mientras que de los segundos ha sido del 30%. Una persona que gana exactamente lo mismo que hace cuatro años, hoy en día puede comprar alrededor de un tercio menos de energía o de alimentos que lo que adquiría en 2020«, apunta este informe.