Calviño deja atrás el optimismo y vira hacia la cautela: «Hay que prepararse para lo peor»

«Es evidente que todo depende de lo que suceda con la guerra», ha admitido Calviño, en relación al futuro desempeño de la economía, condicionado por un volumen de factores de incertidumbre tan importante que hace complicado avanzar que puede pasar. «Hay que prepararse para lo peor pero esperando que no suceda y eso es lo que estamos haciendo», ha remachado, evitando descartar de forma explícita la posibilidad de que la economía española puede atravesar de manera puntual a final de año una recesión económica, como se apuntó este lunes desde el Consejo General de Economistas de España.

El giro hacia la prudencia del relato gubernamental se produce precisamente cuando el 'momentum' económico parece más sólido, con un dato de avance de crecimiento del segundo trimestre del 1,1% -por encima de lo esperado- y unas expectativas formidables para la campaña turística estival. Cada vez está más extendido el temor a lo que pueda ocurrir a partir del mes de septiembre, cuando los turistas se vayan, la inflación continúe hostigando los bolsillos de los consumidores y los balances de las empresas y la subida de tipos de interés empiece a encarecer la financiación que las entidades financieras ofrecen a las empresas.

Ante esta situación Calviño se agarra ahora a las previsiones de los organismos internacionales, que hace unos meses le parecían excesivamente cautas para España. Este martes ha destacado que los organismos internacionales siguen previendo para España un crecimiento superior al 4% este año y al 2% el año que viene.

Calviño reconoció también que los datos de paro y afiliación a la Seguridad Social de julio muestran «una ralentización» en la segunda mitad del mes y «un menor dinamismo» que atribuyó «a la incertidumbre» por la situación internacional.