Von der Leyen admite que el sistema europeo de precios para la electricidad ya no funciona

La presidenta del Ejecutivo comunitario ha anunciado la creación de un Banco Europeo del Hidrógeno «para garantizar la adquisición» de este combustible

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen EFE

Enrique Serbeto

Corresponsal en Bruselas

Después de meses sosteniendo que era un mecanismo inmutable, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen reconoció ayer que el sistema de fijación de precios de la electriciada que rige en el mercado europeo “ya no se adapta a la situación de ... los consumidores” y prometió elaborar un método nuevo en el que los usuarios “puedan beneficiarse del bajo precio de las renovables”.

El el discurso anual sobre el estado de la Unión ante el Parlamento Europeo, la cita política más importante del año, Von der Leyen presentó también la propuesta de la Comisión para intervenir el mercado eléctrico que además de una reducción del consumo de electricidad en horas puntas incluye una limitación de los beneficios que obtienen las compañías productoras con tecnologías inframarginales y los de las grandes petroleras, para obtener una “contribución solidaria” que podría alcanzar en toda la UE unos 130.000 millones de euros destinados a ayudar directamente a los consumidores, pero sin que ello represente subsidiar a los combustibles fósiles “que no solo sería malo para el clima sino también para la economía”.

Según la presidenta, las energéticas “están haciendo beneficios mayores de su historia, récord extraordinario” que de algún modo “se benefician de la guerra” y “en estos tiempos los beneficios tienen que ser compartidos y distribuidos a aquellos que lo necesitan mas”.

Además de impulsar el desarrollo del hidrógeno, propuso establecer una lista de suministradores de gas honestos que iría desde “los que nos con confiables, como Rusia, a los seguros como nuestros amigos noruegos”. La presidenta se refirió con elogios a los países bálticos que desde hace años hicieron grandes esfuerzos para eliminar su dependencia energética de Rusia o Dinamarca, que invirtió masivamente en renovables después de la última crisis petrolera, pero no mencionó la obstinación de su país, Alemania, por subordinarse al gas ruso.

La medida planteada por Bruselas contempla un mite al precio al que las productoras a partir de renovables y nuclear pueden vender la electricidad en el mercado mayorista, de tal manera que la partida económica resultante se destinará a dotar de apoyo a los hogares más vulnerables.

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