RETOS PARA UN NUEVO MUNDO
Bryan Caplan: «La democracia fracasa porque hace lo que quieren los votantes»
La segunda elección de Donald Trump ha puesto de moda las tesis de este economista: «El ciudadano actúa irracionalmente», sobre todo respecto de las nociones de la economía
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Bryan Caplan (Northridge, California, 1971) es profesor de Economía de la Universidad George Mason de Estados Unidos y autor de 'El mito del votante racional' (Deusto, 2024), un libro polémico que cuestiona la eficacia de la democracia como sistema y que presentó en ... la Fundación Rafael del Pino. Su idea central es que «los votantes no son solamente ignorantes, sino que son irracionales» y, por lo tanto, votan en consecuencia. A diferencia del mercado, sostiene Caplan, la democracia permite que las personas no sufran las consecuencias directas de sus malas decisiones. «La democracia fracasa porque hace lo que quieren los votantes», advierte.
-Este libro se publica ahora en España, pero en EE.UU. salió hace 18 años. ¿Qué cambiaría o matizaría?
-No cambiaría gran cosa, no creo que los acontecimientos que han sucedido desde entonces sean tan diferentes de lo que yo esperaba. Diría que la política de EE.UU. ha sido un poco peor de lo que esperaba, pero sólo por un margen moderado. Realmente este es un libro que se basa en el estudio de la democracia a lo largo de su historia. No trata de la actualidad, sino de lo que es la democracia y de lo que puede hacer.
-¿En qué habría enfatizado más?
-A la gente le diría que miren los últimos 20 años. Incluso a las personas muy partidistas en EE.UU. le diría que la mitad del tiempo la oposición ha estado en el poder. Así que como máximo, la democracia para ellos ha funcionado bien sólo la mitad del tiempo. Entonces, ¿qué tipo de sistema es tan bueno que sólo funciona bien la mitad del tiempo?
-La izquierda cuestiona la racionalidad del mercado para intervenirlo. ¿Con qué fin cuestiona usted la racionalidad de la democracia?
-La comparación es buena porque cuando la gente critica los mercados dice que los consumidores no saben lo que hacen. Y esa crítica aplica a la democracia porque los votantes tampoco lo saben. La cuestión es mucho peor en la política que en la economía. Al menos la gente intenta conseguir el mejor valor por su dinero. Pueden cometer errores, pero no sueles ver que alguien llene su cesta de la compra con cosas que no quiere. Mientras que en la democracia es muy normal que la gente vote por políticas que en realidad son muy malas para ellos.
-¿Cómo llegamos a creer que el mercado es igual a la democracia?
-Ojalá fuera así. La gente generalmente es mucho más escéptica y más hostil a los mercados que a la democracia. La democracia para la mayoría de la gente es sagrada e incluso si la criticas entonces dirán bueno la solución es por supuesto más democracia así que me alegraría si la gente pensara que los mercados son iguales a la democracia porque eso sería una mejora sobre cómo piensan hoy. El mensaje del mito del votante racional es que es al revés: los mercados son mucho mejor que la democracia. Los mercados son al menos un lugar donde la gente está tratando de obtener respuestas correctas, donde los que toman la decisión acertada llegan a disfrutar de los beneficios, la gente que comete un error sufre y obtiene un incentivo para aprender. La democracia, en cambio, es un área donde básicamente la gente puede ser tan irresponsable como quiera y las consecuencias individuales son básicamente cero. Por supuesto, si todos votan mal, eso es terrible para esa sociedad. Pero imagínate que fueras un alemán que votaba contra Hitler ¿Qué le pasó después de que Hitler ganara? Pues lo mismo que a los que votaron por él. Todo el mundo sufre por las malas decisiones. Incluso la gente que sabía lo que podía ir mal.
-Imagino que conoce la fábula de las abejas de Mandeville.
-Vale, no esperaba que Mandeville saliera hoy a colación.
-En el subtítulo de la obra de Mandeville está la afirmación de que el libre mercado es la mejor opción y que garantiza que las mejores ideas se impongan sobre las malas. Usted sostiene lo contrario, que a veces prevalecen malas ideas. ¿No cree que ofrece una base para legitimar la censura sobre ciertas opiniones?
-Es una gran pregunta y yo diría que si el censor realmente supiera qué es lo mejor para todos, no se producirían un montón de consecuencias negativas. Si esto es para afirmar que hay un argumento utilitario a favor de la censura, incluso así podría decir que creo que las libertades humanas son mas importantes, pero es correcto que existen algunas ideas políticas que producen lo que los economistas llaman externalidades negativas. Si tu votas por ellas no eres la única persona que sufre sus consecuencias, estás arruinando las cosas para los demás. Así que yo diría que lo principal a tener en cuenta es que, cuando tienes censura, en el mejor de los casos deberías pensar que es igual de probable que el censor sea igual o peor que una persona común y corriente. Y sí, yo diría que basado en la experiencia histórica, el censor suele ser peor y resulta ser alguien que promueve mentiras.
-Usted habla en su libro acerca de ciertos prejuicios preponderantes entre los votantes. El primero es que subestiman a los mercados.
-Lo que digo es que hay un prejuicio antimercado y que los humanos típicos subestiman los beneficios sociales del mecanismo de mercado. Tienden a pensar que porque alguien está ganando dinero eso es malo para la sociedad y esto es simplemente erróneo. Normalmente, ¿cómo se gana dinero en el mercado? Se gana dinero haciendo felices a los consumidores. Si nos fijamos en una empresa como Amazon, cuyo modelo de negocio es llevar productos baratos y convenientes a sus clientes, es verdad que quieren ganar dinero, por supuesto que lo quieren, pero el resultado es que los consumidores obtienen un servicio fantástico. Esto es sólo economía muy básica, pero es economía básica que la mayoría de la gente no acepta en un nivel profundo.

Prejuicios populares
«Donald Trump resultó ser mucho mejor que los políticos de siempre a la hora de decir a la gente lo que quería oír. Le resultó muy fácil propagar las malas ideas»
Bryan Caplan
Profesor de Economía de la Universidad George Mason de Estados Unidos
-Otro punto es que la gente desconfía de los extranjeros.
-La inmigración es la gran historia de hoy. La gente subestima los beneficios sociales de interactuar con extranjeros. En el libro hay una alegoría. Es la historia de un científico que dice: «He descubierto una forma de convertir el maíz en coches». Y todo el mundo dice que es ridículo. No es posible hacerlo. Pero él construye una fábrica en un viejo muelle abandonado y la gente se asombra porque entra maíz y salen coches. Es como si este tipo fuera un genio que ha redescubierto la naturaleza de la materia. Finalmente, un periodista se cuela con una cámara y dice que no ha descubierto ninguna tecnología para convertir el maíz en coches, porque lo que hay es sólo un muelle donde está trayendo coches de Japón y exportando maíz a ese país. No hay tal tecnología. Pero el comercio en realidad es como la máquina transformadora de Star Trek, donde puedes convertir cualquier cosa en otra. Y cuando piensas en la historia, el hecho de que un país llamado Japón exista es realmente irrelevante desde el punto de vista americano. Podría ser una máquina transportadora o una máquina transmutadora. La única diferencia es que si fuera una máquina, sólo nos beneficiaría a nosotros. Pero como es comercio, son las personas de ese otro país las que también se benefician. La moraleja de esto es que realmente el comercio es sólo un tipo de tecnología. Estar en contra del comercio es tan loco como estar en contra de la tecnología. Y los argumentos son realmente los mismos. Es como decir que no deberíamos tener tractores porque le costará su empleo a los agricultores.
-Y el tercer y cuarto prejuicio que menciona son muy populares en España: la subestimación de los beneficios de preservar la mano de obra y la tendencia al pesimismo.
-Sí, especialmente durante las recesiones, es fácil entender por qué la gente piensa que la prosperidad y el empleo es la misma cosa Y, sin embargo, si piensa en un horizonte de tiempo más largo, caben preguntas como: ¿deberíamos haber prohibido los tractores? ¿Deberíamos usar coches? ¿No podríamos hacer que la gente transporte mercancías en mochilas? Todo eso es posible. Pero el problema es que estás desperdiciando mano de obra valiosa. Estás concibiendo el trabajo como una forma de dar ingresos a una persona en vez de que contribuya a la sociedad. Ese es un camino a la pobreza. Por supuesto desde el punto de vista del trabajador realmente no importa si produce algo o no. Él sólo quiere tener un trabajo. Pero desde el punto de vista de la sociedad, si todo el mundo solo tuviera un trabajo que le diera un ingreso y nadie produjera nada moriríamos de hambre. Es vital para la sociedad que la gente realmente produzca cosas.
-Pienso que se pueden ver todos esos prejuicios en Donald Trump y en su visión del comercio y los aranceles.
-Bueno, él ganó las elecciones ¿no? Para ganar tienes que decirle a la gente lo que quieren oír. Trump resultó ser mucho mejor en esto que otros políticos profesionales. En realidad venció porque le resultó fácil propagar estas malas ideas. Mira, todos somos seres humanos. No creo que estas ideas sean únicas de Estados Unidos. Creo que están muy profundamente arraigadas en la naturaleza humana. No sé de ninguna sociedad en la que estas ideas no fueran habituales, así que puedes ir y leer a los antiguos griegos y escuchar a Aristóteles, uno de los hombres más inteligentes que jamás haya existido, diciendo: «¡Oh, el interés es malo, es usura!» Y pienso: ¿por qué alguien prestaría dinero a otro si no puedes cobrar intereses? Pero, de nuevo, este tipo de ideas son las que incluso defienden personas muy inteligentes. Los errores económicos son como la gravedad, si no tienes un motor muy fuerte que te aleje de la tierra, te estrellarás contra ella.
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