BlackRock y grandes bancos se retiran de objetivos ecologistas en un acercamiento a Trump

En su carta, el fondo argumentó que su participación en iniciativas como Net Zero expone a sus gestores a investigaciones legales por parte de funcionarios públicos y que, tras una revisión rutinaria, decidieron formalizar su salida.

El presidente de la Comisión de Justicia de la Cámara de Representantes, el republicano Jim Jordan, calificó la salida de BlackRock como «una gran victoria para la libertad y la prosperidad estadounidense. Todas las instituciones financieras de Estados Unidos deberían hacer lo mismo y abandonar el cartel climático y las políticas woke».

El término «woke» proviene originalmente del inglés y significa «despierto». Se refiere a priorizar causas de izquierda en temas sociales, políticos y de justicia, como racismo, igualdad de género o cambio climático, entre otros.

En su carta a los clientes, BlackRock afirmó que sus esfuerzos de inversión sostenible continuarán, pero «impulsados por las necesidades de nuestros clientes y nuestra convicción de inversión continua de que la transición energética es una gran fuerza que da forma a las economías y los mercados».

El movimiento inesperado de BlackRock es un golpe significativo para las políticas de inversión basadas en criterios ecologistas. Larry Fink, consejero delegado de la compañía, había promovido estas estrategias, utilizando su influencia para presionar a las corporaciones a reducir su huella de carbono desde su adhesión a Net Zero en 2021. Sin embargo, la creciente oposición política, especialmente de legisladores republicanos en estados como Texas y Florida, generó una crisis interna.

Factores como la inflación tras la pandemia y el aumento en los precios del gas debido a la invasión rusa de Ucrania hicieron que las políticas de sostenibilidad se tornaran impopulares, especialmente ante el aumento de los precios de la energía. Donald Trump, quien se dispone a volver a la Casa Blanca, las había rechazado por considerarlas ideológicas e inútiles, si no directamente contraproducentes.

BlackRock no está sola en este giro. Grandes bancos como JPMorgan Chase, Goldman Sachs y Wells Fargo también han abandonado recientemente asociaciones climáticas de la ONU. Críticos, incluidos legisladores del Capitolio, han señalado que iniciativas como Net Zero podrían violar leyes antimonopolio al coordinar a las empresas para lograr objetivos climáticos que consideran cuestionables, afectando sobre todo a la clase trabajadora.

La salida de BlackRock marca un cambio en la relación entre negocios y políticas de izquierda, tras años de avance de departamentos empresariales centrados en asuntos como la diversidad racial y de género o la reducción de gases contaminantes.

En diciembre, la Comisión de Justicia de la Cámara de Representantes, liderada por los republicanos, solicitó información a BlackRock y a decenas de otros gestores de activos involucrados con la iniciativa de emisiones cero de la ONU, por su posible daño a la economía nacional.

En noviembre, BlackRock y varios de sus competidores fueron demandados por Texas y otros diez estados gobernados por republicanos, quienes acusaron a la compañía de reducir la producción de carbón en Estados Unidos y de contribuir al aumento de los precios de la energía debido a su activismo medioambiental. BlackRock ha negado cualquier irregularidad y declaró que la demanda «desalienta las inversiones en las empresas de las que dependen los consumidores».

BlackRock es una de las mayores empresas de gestión de inversiones a nivel mundial. Fundada en 1988 y con sede en Nueva York, su función principal es gestionar activos financieros en nombre de sus clientes, que incluyen fondos de pensiones, gobiernos, compañías, bancos, fundaciones y personas de alto patrimonio.