El BCE duda sobre la rebaja de tipos ante la persistencia de la inflación
La autoridad monetaria deberá elegir entre control de precios y crecimiento
El BCE cambia el ciclo y baja los tipos de interés 0,25 puntos por primera vez desde 2016
Christine Lagarde, presidenta del BCE
Las entidades financieras siguen contando con que el Banco Central Europeo (BCE) reduzca dos veces más este año la tasa de depósito, hasta el 3,25% en 2024 y hasta el 2,25% a finales de 2025. Ese es el resultado de una encuesta ... de Reuters sobre perspectivas de la tasa que reciben si depositan el exceso de fondos en el banco central, actualmente del 3,75%. A principios de junio, el BCE redujo los tipos por primera vez desde 2019, pero el movimiento no halló continuidad en la posterior reunión de julio debido a que no es capaz todavía de cantar victoria sobre la inflación.
La presidenta del BCE, Christine Lagarde, ha dejado abierta la puerta a una decisión en septiembre, pero condicionada por la inflación persistentemente alta en el sector servicios y el fuerte crecimiento salarial. Y los datos no acompañan: en julio, la inflación europea volvió a aumentar hasta el 2,6% en tasa interanual, frente al 2,5% de junio y en Fráncfort no quieren pillarse los dedos. Ya tardaron más de la cuenta en reconocer la subida de los precios que llegó a alcanzar el 10,6%, y en junio se vieron obligados a rectificar su optimista previsión de inflación. Ahora calculan que fluctuará alrededor del 2,5% a finales de año y no es suficiente.
En contra de lo esperado, el recorte de tipos de junio en 0,25 puntos porcentuales, hasta el 4,25 no ha logrado una dinámica a la baja de la inflación. Además, muchos economistas advierten que permanecerá persistentemente alta en los próximos años, alimentada por los cambios estructurales que la economía mundial está experimentando, desde la desglobalización al envejecimiento de la población, pasando por la lucha contra el cambio climático. Raphael Gallardo, economista jefe de Carmignac, advierte de que «los esfuerzos para limitar el aumento de la temperatura a 1,5 grados por encima de los niveles preindustriales, como prevé el Acuerdo de París de 2015, ejercerán una presión alcista sobre la inflación de 1,6 puntos porcentuales por año durante la próxima década». El motivo es que los materiales necesarios para la transición energética son cada vez más caros. Las turbinas eólicas, por ejemplo, ya se han encarecido un 40%. En los próximos diez años se espera también que los precios de metales como el níquel, el zinc o el cobre se dupliquen y sólo esto aumentará la inflación general anual en 0,1 puntos porcentuales. Y los combustibles fósiles serán necesarios todavía durante muchos años, mientras que se ha renunciado mayoritariamente a la búsqueda de nuevos yacimientos, por lo que es probable que la oferta disminuya más rápido que la demanda. Gallardo estima que el precio del crudo subirá un 20% cada año para que la demanda se ajuste a la producción, impulsando la inflación general anual en otros 0,8 puntos porcentuales. Todo esto sin contar con que Trump puede llegar de nuevo a la Casa Blanca en noviembre y aplicar sus políticas arancelarias.
En estas condiciones, el BCE se pensará muy mucho la serie prevista de recortes y tendrá que hacer malabarismos para conseguir amansar la inflación al mismo tiempo que sigue proporcionando oxígeno contra la recesión y que contrarresta los efectos de su propia política monetaria. Los bancos centrales occidentales han estado aplicando una política monetaria asimétrica desde los 80, reduciendo las tasas de interés clave para prevenir crisis económicas sin devolverlas al nivel anterior en las siguientes fases de recuperación. Las economías europeas no ayudan: la productividad laboral y los salarios reales apenas han crecido en décadas y las inversiones descienden en relación con el valor agregado por las empresas. Si los bancos centrales mantienen su objetivo de detener la espiral de precios, los efectos recesivos serán muy marcados y la recesión, a su vez, genera inestabilidad política.
Pero incluso el presidente del banco central de Alemania, cuya economía bordea la recesión, previene contra los recortes de tipos apresurados. Joachim Nagel insta a la cautela: «Debemos seguir siendo cuidadosos porque la incertidumbre sobre el futuro desarrollo económico y de precios sigue siendo grande», ha asegurado. «No nos veo en la cima de una montaña desde la que inevitablemente bajamos, sino más bien en una cresta en la que todavía tenemos que encontrar el punto adecuado para el descenso posterior», asegura, e insiste: «no estamos en piloto automático en un proceso de bajada de tipos y cada paso que se de en esa dirección deberá afrontar consecuencias indeseables».