Auge y caída de Carlota Pi (Holaluz): de acuerdos con Elon Musk a la rebelión de su plantilla

La fundadora de eléctrica pasó de codearse con grandes empresarios a perder la confianza de inversores

La compañía sigue buscando nuevas vías de financiación para solventar su deuda

Carlota Pi, fundadora de Holaluz josé ramón ladra

El camino empresarial de Carlota Pi, una de las fundadoras de Holaluz, compañía eléctrica que ha llegado a sobrepasar los 300.000 clientes, ha empezado a encontrarse con demasiadas piedras. La comercializadora, que fue un revulsivo dentro del sector, tuvo en la ... figura de Pi un gran reconocimiento para su marca. Premios por su labor, ríos de tinta sobre la irrupción de la empresa en el mercado energético… las loas de hace una década se han convertido, ahora, en un señalamiento por parte de sus propios trabajadores, y las dudas sectoriales de que Holaluz vuelva a tener el mismo brillo que hace años.

En el verano de 2018, a principios de julio, cuando el calor empieza a entrar en el cuerpo sin previo aviso, Carlota Pi posaba junto a Francisco Riberas como ganadores de los Premios AMD que concede esta organización de directivos. La foto junto al presidente de Gestamp y consejero de Telefónica, un habitual de la 'lista Forbes', era un símbolo de lo que en ese momento representaba Carlota Pi. Máxima exposición a los medios de comunicación, un crecimiento desmedido de clientes en Holaluz, aunque eso sí, siempre con una tendencia muy 'startapera'; es decir, haciendo camino para adelante, pero con un balance financiero que siempre promete más de lo que otorga.

La compañía llegó a facturar cerca de 1.000 millones de euros en 2022. Era el momento del esplendor del autoconsumo solar. La crisis energética de precios invitaba a que la gente apostara por tener sus propios paneles solares. Holaluz se dimensionó en consecuencia. Quizá demasiado. Contrató, invirtió, siguió gastando en marketing. La denominada 'revolución de los tejados' estaba en marcha, y no se debía detener.

Los precios eléctricos estaban disparados. Algo que años atrás servía para poder robar clientes a las grandes compañías, ahora era distinto. Los españoles se sacaron un máster en la evolución del megavatio hora. Parecía que invertir en autoconsumo era una buena apuesta. Pero algo no terminó de salir bien del todo.

Además, en este contexto, Holaluz quería ensanchar el perímetro de su negocio. En 2023, Carlota Pi firmó un acuerdo con Tesla, la gran compañía de automoción controlada por Elon Musk, con el objetivo de comercializar e instalar las baterías domésticas del ahora amigo íntimo de Donald Trump. El objetivo era introducir en esa ecuación solar a los vehículos eléctricos y, en definitiva, aportar mayor valor a los clientes. También se pretendía ganar mayor presencia dentro del propio sector.

Adiós, luz

Pero todo saltó por los aires en la primavera de 2024. Carlota Pi, hasta ese momento, era una de las imágenes de éxito en el sistema emprendedor español. Además, lo había conseguido en un sector como el energético, donde se enfrentaba a colosos como Iberdrola o Naturgy. Precisamente este segundo segmento, el del gas, fue el que encendió de llenó las alarmas de que tras la crisis derivada de Ucrania nada sería igual.

Si los precios eléctricos habían generado un negocio en el autoconsumo solar, esa misma crisis le había obligado a ceder su cartera de clientes de gas. Pero el verdadero golpe llegó en abril de 2024 cuando en la presentación de su balance financiero, junto a unas abultadas pérdidas, Holaluz ponía en negro sobre blanco una palabra maldita: «preconcurso de acreedores». Era una referencia a la necesidad de financiación y que, si finalmente no salía bien, sería una figura mercantil que deberían activar.

Desde entonces, y con líos mediante con los accionistas, la compañía busca financiación para salir adelante. En este tiempo, además, han surgido parte de la realidad de cómo la compañía ha realizado una gestión mejorable en los últimos trimestres.

Holaluz realizó un expediente de regulación (ERE) en 2023, pero antes había llevado a cabo un elevado número de contrataciones. La plantilla a cierre de 2021 era de 354 trabajadores. Un año después la cifra ascendió a 752 empleados, de los cuales 402 pertenecen al equipo de 'solar', según consta en las memorias financieras de la compañía.

Según ha conocido ABC en fuentes del sector, esta apuesta tan fuerte por tener personal propio era muy arriesgada. Se trataba de un beneficio inmediato con respecto a tener que subcontratar personal para realizar instalaciones de autoconsumo, pero era una anomalía dentro del negocio.

Holaluz lo justificaba explicando que «la escalabilidad es esencial en el negocio de la comercialización de la energía eléctrica, motivo por el cual la compañía apuesta por la captación de capital humano, y más particularmente perfiles tecnológicos».

Otro de los puntales de la 'revolución de los tejados' era la comunicación. Según consta en el informe financiero consolidado, en 2023 el gasto en 'Publicidad, propaganda y relaciones públicas' ascendió a 24,8 millones de euros. La propia compañía explicó que se trata de una contención de gasto con respecto a los 25,3 millones que gastó en 2022.

Para terminar con los problemas, desde hace semanas los trabajadores de Holaluz están manifestándose contra la compañía por algunos recortes que han sufrido.

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