Apenas 400 euros anuales separan el SMI del sueldo más habitual en España

Las nóminas se igualan por abajo: la distancia entre ambas rentas ha pasado del 40% al 3%

La renta de los jóvenes cae un 3% desde la Gran Recesión y sube un 18% la de los jubilados

La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz efe

Los bajos salarios se han instalado en el mercado de trabajo, lo que unido a la inestabilidad que llevan hoy asociados los contratos, incluidos los indefinidos, han hecho de la precariedad laboral una pieza estructural de la economía. «Cuanto más crece el salario mínimo (SMI), ... menos lo hacen los salarios del resto de trabajadores y más se consolida un fenómeno cada vez más evidente: el de la gran igualación hacia abajo del conjunto de los sueldos». Es una de las principales conclusiones del informe «Igualitarismo salarial y empobrecimiento económico» elaborado por el Instituto Juan de Mariana, en el que se reclaman medidas que estimulen la productividad.

El trabajo del servicio de estudios tilda el discurso del Gobierno de «simplista» cuando defiende que subir el SMI es «cuestión de justicia social» y que su incremento continuado no acarrea ningún impacto negativo. Explican que, por el contrario, el indicador ya está rozando en España la renta más frecuente. «Y eso -dicen- lejos de ser una victoria, es una señal inequívoca del estancamiento salarial que está experimentando el grueso de la población».

Aseguran los autores del informe que cuando Pedro Sánchez llegó al poder, el SMI se mantenía en el entorno de los 10.000 euros en términos reales, mientras que el sueldo más común se acercaba a los 18.000 euros una vez descontada la inflación. Es decir, que un trabajador percibía 8.000 euros más al año que un asalariado que cobraba el SMI. La situación cambió a partir de 2018, con el goteo de aumentos, que hasta 2023, recuerdan, generaron un encarecimiento del 26% en el coste laboral básico -un 32% entre 2009 y 2023-.

Sus cuentas reflejan que el salario modal, o más habitual, cayó en 2023 a apenas 13.800 euros, mientras que el SMI escaló hasta rozar los 13.370 euros, «lo que convirtió una diferencia de casi 8.000 euros anuales en una brecha de apenas 400 euros», dice el estudio.

Este escenario lleva al Instituto Juan de Mariana a asegurar que «el resultado de la política de rentas que ha impulsado con determinación el presidente Pedro Sánchez y la ministra del ramo Yolanda Díaz es que el salario más habitual del país es ya prácticamente el salario mínimo. La distancia del 40% que llegó a existir entre ambas rúbricas se sitúa ahora en el entorno del 3%», señala.

Pérdida de poder adquisitivo

Al hilo de estos resultados, argumentan los autores del trabajo que «los salarios del tramo central de la distribución —lo que comúnmente se describe como clase media y clase trabajadora— han perdido poder adquisitivo, a base de quedar esencialmente estancados en un contexto de baja productividad, inflación elevada y escaso dinamismo económico. Todo ello -afirman- mientras el salario mínimo ha subido con fuerza a golpe de decretazo».

No pasan por alto el impacto que las sucesivas subidas del SMI han tenido en el empleo. Recuerda el Instituto que el Banco de España alzó la voz para alertar de la reducción del empleo que habría provocado esta política de rentas. Y que sólo el aumento del 22% que se aplicó en 2019 provocó la destrucción de hasta 174.000 empleos. Sin embargo, precisa que el Ejecutivo continuó aumentando el coste laboral, «de modo que la exclusión laboral provocada por este tipo de política fue a más en los ejercicios siguientes». En 2024 el centro de estudios estimó que, al incorporar los años 2020, 2021, 2022 y 2023 en el cálculo, el número de empleos destruidos por las alzas del SMI fue del entorno de los 210.000, con la estimación de que la cifra alcanzaría los 270.000 a lo largo de 2024. Cepyme cifró en 350.000 los puestos que se dejaron de crear por el SMI.

Tras recordar que España es el cuarto país de la OCDE con peor evolución de los salarios en las tres últimas décadas, el organismo que dirige Manuel Llamas defiende que cuando el salario mínimo se acerca a la nómina más frecuente, «desaparecen los incentivos para la mejora profesional, la formación y el ascenso laboral, porque la recompensa salarial por progresar se reduce». Agrega que «también se debilita la movilidad social, se presiona a sectores intensivos en mano de obra, se fomenta la economía informal y se dificulta la creación de empleo estable, especialmente entre jóvenes y trabajadores con menor cualificación».

A golpe de decretazo

Las recetas también se ponen encima de la mesa. Precisan que España necesita mejorar sus salarios, pero que pretender lograrlo «a golpe de decretazo es un profundo error». La alternativa pasa, en su opinión, por un modelo que premie la productividad, facilitando un contexto de actividad y rentas crecientes. «La convergencia entre salario modal y salario mínimo debe ser leída -agregan- como una señal de alarma. En un mercado laboral sano, el salario más común no habría experimentado una compresión tan acusada como la que ha ocurrido».

Los datos del estudio reflejan que el SMI supera el 60% del salario medio en 42 de 50 provincias y el 75% en 34 y que en 2024 alcanzó el 78,7% en Ávila, 77,3% en Zamora y 75,8% en Badajoz. En el caso de las pymes, representa hasta el 90,8% del salario medio en Ávila y más del 85% en provincias como Murcia o Alicante.

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