América Latina y el Caribe avanzan hacia una tercera década perdida en materia de crecimiento

La Cepal entrega su informe anual donde advierte que los países tienen poco espacio para generar políticas fiscales de reactivación

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José Manuel Salazar-Xirinachs durante el lanzamiento del informe anual de la Cepal, ayer EFE

María José Errazúriz L.

Santiago de Chile

Estancada es el término que utiliza la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), para definir la actual situación económica de la región, que presenta bajas tasas de crecimiento e inversión, aumento del empleo informal y un evidente impacto negativo del ... cambio climático.

El organismo entregó hoy su nuevo informe anual sobre el estado de los países de la zona, señalando que la incertidumbre de la economía global mantiene a América Latina y el Caribe atrapados en lo que denomina «la trampa del bajo crecimiento económico», la cual se arrastra desde hace varios años y registra en la última década (2015-2024) un crecimiento promedio del 0,9%. Por lo mismo, se indicó que urge implementar políticas de desarrollo productivo que puedan revertir los magros índices en diversas áreas.

La proyección que hace la CEPAL de crecimiento económico promedio para este año para toda la región es de un 1,8% contra el 3,2% que se espera a nivel mundial, y que puede ser desglosado por subregiones en un 1,5% para América del Sur, un 2,2% para México y Centroamérica y un 2,6% para el Caribe sin incluir a Guyana. Para el próximo año la proyección es mejor y asciende a un 2,6% gracias a que se ve en este semestre un repunte en América del Sur, que se ubicaría en un 2,4% en 2025.

Al presentar el informe, el secretario ejecutivo de la CEPAL, José Manuel Salazar señaló que la trampa de bajo crecimiento va aparejada a una alta desigualdad social, una baja movilidad social y una débil institucionalidad y gobernanza. Al respecto, informó que estos factores, menos «tecnocráticos», serán abordados en profundidad en la próxima reunión a celebrar en septiembre en Lima.

Salazar indicó que si bien los fenómenos anteriores se pueden observar en distintos países de la región no se puede generalizar porque hay naciones como Brasil o Costa Rica que han implementado políticas sociales y de medioambiente que van en la dirección correcta. «Pero hay grandes áreas de deterioro, no se ha avanzado en la capacidad institucional para enfrentar esto», afirmó.

El detallado informe del organismo indica que los países se deben abocar a generar políticas que permitan crear empleos de mayor productividad porque se observa un claro retroceso en esta área, donde siete de cada diez latinoamericanos trabajan en la informalidad. En sectores de baja productividad, como servicios, la informalidad es del 35,3%, mientras que en el comercio es del 18,1% y en transporte-turismo de un 13,2%.

Política fiscal restringida

El informe también confirma que las restricciones macroeconómicas de los gobiernos dejan poco espacio fiscal para desarrollar mayor inversión pública y transferencias sociales que puedan revertir la situación. Ese reducido espacio fiscal se debe a las crecientes presiones por el pago de los intereses de la deuda pública, aunque a nivel regional la cuenta corriente de la balanza de pagos se caracterizó por una reducción del déficit en 2023 al totalizar 86.000 millones de dólares (-1,3% del PIB) en comparación con los 144.000 millones de dólares (-2,5% del PIB) en 2022.

La desaceleración observada en los últimos años, post pandemia, se ha traducido en una caída de la tasa de crecimiento del número de ocupados, donde entre 2015-2024 la tasa promedio de la región fue de solo un 1,3%, un tercio de la registrada en la década de 1970 (de 3,9%) y también inferior a la década de 1980.

Debido a que las condiciones financieras internacionales seguirán siendo restrictivas, el bajo crecimiento se ha traducido en un estancamiento del PIB per cápita de la región que registra un modesto crecimiento de 0,3% puntos porcentuales en el cuarto trimestre de 2023, lo que lo dejará en el mismo nivel que hace diez años.

Uno de los mayores problemas detectados en el informe es que el crecimiento del empleo sigue siendo lento y ha profundizado las brechas de género, según explicó el director de la dirección de desarrollo económico de la CEPAL, Daniel Titelman.

Los 14 países de América Latina y el Caribe registran un decrecimiento de -1,9% en la tasa de crecimiento interanual del número de empleados, comparando el primer trimestre de 2023 con el mismo período de 2024. Respecto de la variación interanual de la tasa de ocupación informal, comparando el primer trimestre de 2023 con el mismo de este año, cayó un -1,6% para toda la región.

En este acápite, Titelman remarcó que el crecimiento de la ocupación informal en América Latina y el Caribe es una consecuencia del bajo crecimiento, lo que a su vez empuja la creación de empleos informales en sectores de baja productividad; es decir, un círculo vicioso al que se suma que menores niveles de educación incrementan el fenómeno de la informalidad. El directivo agregó que la informalidad se concentra en los grupos etarios jóvenes y adulto mayor, y en los migrantes.

En cuanto a las tasas de productividad laboral en sí, precisó que estas están por debajo de las de los años ochenta y que en el decenio 2013-2024 ha habido una caída de 2,8 puntos porcentuales.

Fuerte evasión y elusión

El extenso informe de la CEPAL señala que los ingresos públicos de América Latina vía impuestos se estabilizarán este año, mientras que en el Caribe se prevé una recuperación. No obstante, Titelman advirtió que la tasa de evasión y elusión es «muy fuerte» y alcanza el 6,7% del PIB regional, unos 433.000 millones de dólares.

La pérdida de dinamismo de la productividad laboral y de las exportaciones, así como el impacto del cambio climático traducido en prolongadas sequías o inundaciones catastróficas, a los que se suman tasas de política monetaria que, si bien se reducen, siguen altas, hacen que América Latina y el Caribe enfrenten una tormenta perfecta.

El secretario ejecutivo José Manuel Salazar hizo hincapié en la necesidad de impulsar políticas de desarrollo productivo que no sólo podrán revertir el fenómeno de la informalidad, sino que, además, ayudarán a la mitigación de los efectos del cambio climático como es impulsar el desarrollo de la ciencia y la tecnología, la transformación digital, infraestructura específica y emprendimiento.

Frente al hecho de si esta trampa del bajo crecimiento puede dificultar alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ODS, al 2030, Salazar afirmó que efectivamente las restricciones macroeconómicas hacen difícil las transformaciones sociales, pero hizo presente que esos ODS requieren a su vez de inversión, lo que podría ayudar a mover la aguja hacia en el sentido correcto, es decir, impulsar el crecimiento.

Salazar aseguró que si no se revierte la tendencia, América Latina y el Caribe podrían enfrentar una «nueva década pérdida» en materia de crecimiento económico, la tercera consecutiva.

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