Alemania afronta una de sus peores crisis y atenaza al resto de Europa
El producción industrial volvió a hundirse en junio y lo hizo en un 1,5%, un punto más de lo esperado
Los expertos advierten de que los números «son alarmantes», mientras el país no para de perder empresas
Alemania se desindustrializa y sufre un desplome de la inversión extranjera
La industria alemana no pasa por su mejor momento
Alemania atraviesa una de sus peores crisis en décadas; quizás no tanto por la dureza de la caída del PIB, sino porque su modelo económico, por momentos, se está poniendo en entredicho. La primera economía de la zona euro se encuentra atrapada en un trabalenguas ... que rima con la recesión y que está llevando a muchas empresas a abandonar el país. La producción industrial alemana siguió cayendo en junio y más de lo esperado. En comparación con el mes anterior, la producción total cayó un 1,5%, según la Oficina Federal de Estadística, cuando los analistas esperaban una caída promedio del 0,5%. En términos interanuales, Alemania produjo un 1,7% menos en junio. En la comparación de tres meses, menos fluctuante, la caída es de un 1,3% de abril a junio.
Desglosando el dato aparece un detalle muy significativo: la producción de la industria automotriz alemana cayó un 3,5%; la automoción, que es uno de los principales motores del país, no atraviesa su mejor momento. Por su parte, la actividad de la construcción también fue más débil y sólo el sector farmacéutico destacó por su efecto positivo en el resultado general, con un aumento en la producción del 7,9%.
La cifra de la semana pasada sobre nuevos pedidos industriales queda en un pobre espejismo a la luz de estos datos. Jens-Oliver Niklasch, analista de LBBW, constata el diagnóstico: «Con este dato no se puede descartar una revisión a la baja del producto interior bruto del segundo trimestre».
La oposición alemana ha reaccionado pidiendo al canciller Scholz que convoque una cumbre de crisis. Argumenta que la economía está creciendo con fuerza en India y China. Incluso el sur de Europa se desempeña mejor que Alemania, lo que para la CDU prueba que se trata de un problema alemán, fruto de «las decisiones equivocadas y la acción vacilante del Gobierno semáforo». En un contexto generalizado de remontada, Alemania pierde más y más empresas.
La mala situación económica alemana, por su fuerza en Europa, tiende a arrastrar al resto de países. Así, sus malos resultados ya empujaron a la eurozona a recesión técnica en el primer trimestre de 2023, cuando se experimentó una contracción del 0,1%. Durante el segundo trimestre del año el crecimiento mejoró de forma leve, elevando el PIB de la eurozona en un 0,3%, pero el estancamiento es evidente.
Expulsadas por la inflación
«Los números son alarmantes: en el peor de los casos, este es el comienzo de la desindustrialización», advierte el Instituto Económico Alemán (IW), que detecta una tendencia de cierres que afecta especialmente a las plantas de producción que requieren un alto gasto energético. En 2022, Alemania registró una diferencia negativa de alrededor de 125.000 millones de euros entre la inversión directa que salía del país y lo que se invirtió desde el extranjero.
Los sectores que más energía consumen, como el químico o el metalúrgico, optan por llevarse al extranjero plantas de producción, ante el encarecimiento de la cesta energética y la incertidumbre sobre los suministros. Para reforzar la producción sería necesario invertir en nuevos activos y para ello, a su vez, el stock de capital tendría que crecer. Pero según cifras de la OCDE, la inversión extranjera en Alemania en particular se ha derrumbado recientemente casi por completo: solo alrededor de 10.500 millones de euros se invirtieron en Alemania el año pasado y muy particularmente descienden las inversiones de los vecinos europeos.
La producción de la industria de la automoción, uno de los principales motores del país, cayó un 3,5% de abril a junio
Esto se debe fundamentalmente, según el diagnóstico del IW, a tres factores que hacen que Alemania sea cada vez menos atractiva como sede de negocios: la escasez de trabajadores cualificados y los altos costes laborales, que el 76% de las empresas industriales mencionan como principales obstáculos, los altos precios de la energía y la enorme carga burocrática. «La Ley de Inmigración Calificada es un paso en la dirección correcta, pero queda mucho por hacer», dice el presidente de la patronal, Rainer Dulger sobre la ley aprobada en junio, que prevé, entre otras cosas, una llamada «tarjeta de oportunidad» basada en un sistema de puntos y con criterios de selección que incluyen conocimientos de idiomas, experiencia profesional, edad y conexión con Alemania. Los especialistas en tecnología de la información podrán llegar incluso sin título universitario aunque con ciertas calificaciones. Y permite a los solicitantes de asilo con una oferta de trabajo pedir un permiso de residencia, cuando hasta ahora tenían que salir del país y solicitar una visa de trabajo desde el extranjero.
Los sindicatos están de acuerdo en esto con la patronal, aunque añaden que «es necesario también hacer que los alemanes vuelvan a trabajar». «Eso significa una mejor educación. Cada joven que deja la escuela sin un título es demasiado», señala la líder sindical Yasmin Fahimi, que añade: «Tenemos más de 2,6 millones de adultos jóvenes sin cualificación profesional que necesitan formarse con urgencia». Para muchas empresas, sin embargo, resulta más eficaz y barato servirse de los nuevos medios de inteligencia artificial que formar a jóvenes adultos. Los datos de clima de negocios del Instituto IFO y el indicador de sentimiento económico ZEW, cayendo, contribuyen a trazar el mapa de un callejón sin salida.
El freno industrial, la bajada de exportaciones y el hundimiento de la inversión ponen en jaque el modelo económico alemán
Tampoco ayudan elementos como la Ley de Reducción de la Inflación Estadounidense, que perjudica a las ventas alemanas a Estados Unidos, o la progresiva desaparición del motor de combustión interna, con la que la economía alemana pierde un importante punto de venta en su industria clave. El modelo económico alemán, basado en las exportaciones, sufrió graves tensiones durante la pandemia de las que no ha terminado de recuperarse y la demografía juega además en contra del sector secundario. El país ahora navega entre la recesión y el estancamiento.
Problemas internos
«Las condiciones de inversión en Alemania se han vuelto a deteriorar recientemente debido a los altos precios de la energía y la creciente escasez de trabajadores cualificados», explica el economista de IW Christian Rusche, para quien «muchos problemas son caseros, incluidos los altos impuestos corporativos, la burocracia excesiva y una infraestructura en crisis».
El grupo de asesores conocido como 'Cinco Sabios' acaba de recomendar al Gobierno alemán organizar la acogida de 1,5 millones de inmigrantes al año, si quiere mantener la producción industrial. Monika Schnitzer, presidenta del consejo de expertos, sugiere que «no deberíamos exigir que los trabajadores cualificados extranjeros hablen alemán, sino inglés» y apunta como problema grave «el hecho de que uno de cada cuarto alumnos de cuarto grado no pueda leer correctamente en la actualidad». Además, la República Federal, en su opinión, «no ha invertido en infraestructuras, se está quedando atrás en la digitalización y ha comenzado demasiado tarde con la protección del clima».
Desde la oposición, el presidente regional de Hesse, Boris Rhein, y el bávaro Markus Söder, ambos ante elecciones regionales en octubre, presentarán en breve un «plan de emergencia de cinco puntos» junto al líder de la CDU, Friedrich Merz, en el que hablan de mantener el freno de la deuda y sobre todo de reducciones de impuestos: eliminar el IVA de los alimentos; reducir el impuesto a la electricidad y transferencias de bienes inmuebles; tarifas de red reducidas; parálisis de la denominada ley de la calefacción y exenciones fiscales a las horas extraordinarias, además de una rápida reducción de la burocracia. El diario Bild ha denunciado que eso es precisamente lo que asfixia a la economía alemana: «Estamos viviendo una dictadura de la letra pequeña».