Teléfonos colapsados, varias horas frente al ordenador, retrasos de hasta mes y medio en las citas y de tres meses en el reconocimiento de una pensión. A principios de año saltaba el escándalo. La atención al ciudadano en la Seguridad Social estaba en sus ... horas más bajas, lo que provocó un toque de atención del Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, al exministro José Luis Escrivá para que «resuelva las demoras en la concesión de citas» y «se superen las deficiencias apreciadas en los servicios de atención».
La falta de personal y las nuevas formas de gestión estaban entre los motivos del colapso, a los que se sumó el acelerón durante la pandemia del proceso de digitalización, que trajo más facilidades para hacer trámites por vía telemática a cambio de reducir a la mínima expresión -o completamente- la atención presencial. Esta transición ha dejado desasistidos a una parte significativa de la población, en especial a los mayores, para los que internet sigue siendo territorio desconocido.
La situación generó una compra-venta de citas y una ola de descontento, que se reflejó en el alud de quejas puestas en esta administración. Durante la pandemia se triplicaron las protestas de los ciudadanos, y el año pasado crecieron un 42%, según documentos internos del organismo público de los que dio cuenta ABC. Los centros de atención telefónica y telemática de la Seguridad Social no pudieron atender casi cuatro millones de llamadas. El caos puso en pie de guerra a los sindicatos y tras amenazas de huelga forzaron un negociación con el Gobierno que incluyó el refuerzo de plantillas, entre otros compromisos.
Entre tanto, el SEPE espera su reforma. El organismo nunca ha estado a pleno ritmo en la búsqueda de empleo, absorbido por la gestión y el pago de los millones de subsidios. La situación ha ido claramente a peor. El antiguo INEM llegó a gestionar en 1999 el 22% de los contratos, pero a partir de 2003 inició una vertiginosa caída que se acentuó con la crisis financiera y ha llegado hasta los porcentajes mínimos que en estos momentos se registran, del entorno del 2%. En 2022 el porcentaje descendió al 1,9% y su cifra apenas se ha movido.
Las gestiones del organismo público para formar y ayudar a los parados a buscar trabajo son, por tanto, prácticamente nulas. Hoy, la mayoría de los desempleados sigue acudiendo a las oficinas del antiguo INEM solamente para tramitar su prestación, mientras visitan portales de empleo, rastrean en las redes sociales, buscan en anuncios en prensa y acuden a las webs de empresas de trabajo temporal. La mayor parte de los contratos se siguen realizando a través de las gestiones hechas por los propios parados.
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