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¿Estímulo o austeridad?

ANÁLISIS

GAYLE ALLARD

El debate ha sido intenso desde el momento en que se desató. EE.UU. ha optado por políticas de estímulo. Ante la caída de los mercados, bajó radicalmente los tipos de interés y aumentó el gasto público. Cuando la política monetaria se mostró ineficaz, se lanzó la primera ronda de «quantitative easing», expandiendo drásticamente la oferta monetaria. En Europa, en cambio, se ha preferido la austeridad. El BCE subió tipos al principio de la crisis por miedo a la inflación y recientemente los ha vuelto a subir. Muchos gobiernos fueron reacios a aumentar gasto o recortar impuestos por miedo a los déficits, y después de desatarse la crisis de los bonos en los países periféricos, han optado por la austeridad presupuestaria para controlar su endeudamiento.

En un momento como el actual, ¿quién tiene razón? En realidad, ambas partes pueden estar en lo cierto. Estimular la economía ayudará a los países a crecer y crear empleo antes, y ese crecimiento subirá la recaudación y bajará el gasto social, reduciéndose el déficit y bajando el ratio deuda/PIB. Los planes de austeridad hacen justo lo contrario: recortan gasto y suben impuestos, alejando en principio la recuperación.

Sin embargo, los países con niveles elevados de endeudamiento tienen un miedo justificado a aumentarlo. Una deuda mayor provoca nerviosismo en los mercados, falta de confianza y aumento de los tipos de interés. Estos tipos más altos tienden a contraer la actividad económica, agudizando la crisis. Los planes de austeridad tienen como objetivo recuperar la confianza y también asegurar que cuando por fin se salga de la crisis no haya una carga de endeudamiento que hipoteque el crecimiento futuro.

La elección óptima entre las dos posturas viene determinada por la capacidad del país a seguir endeudándose a tipos bajos. EE.UU. ha visto cómo, de momento, se sigue financiando a tipos de interés bajos. En España la situación es diferente. La pérdida de confianza por parte de los mercados ha provocado una subida del tipo de interés que encarece la deuda.

Aunque hay pocas normas claras ante tanta incertidumbre, en el caso de España podrían subrayarse tres consideraciones: 1) Si hay que subir los impuestos, hacerlo selectivamente, y nunca sobre el trabajo (IRPF). 2) Un mayor gasto público solo tiene sentido en obras públicas o formación. Y 3) cuando se carece de opciones fiscales y monetarias, las reformas estructurales pueden ser un estímulo potente. Posiblemente ni austeridad ni estímulo, sino reformas estructurales, sean la única opción para reactivar nuestra economía.

GAYLE ALLARD ES ECONOMISTA DEL IE

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