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Consejos fundamentales

Asusta observar que se aplazan esas medidas que debemos adoptar

JUAN VELARDE FUERTES

Un gran economista alemán, Juergen Donges, acaba de intervenir en Madrid, el pasado 31 de mayo, en el Observatorio Económico de FAES. El 3 de junio lo ha hecho en Sitges, en la XXVII Reunión del Círculo de Economía, el gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez. De ambas lecciones se derivan algunos consejos importantes para este muy delicado momento de la vida española.

Donges llamó la atención sobre una especie de juego tramposo que se difunde. Concretamente, el de pensar que los males actuales, desde luego añado yo, los males españoles, son algo que procede del exterior y que nos golpea sin culpa previa. Sin embargo, el problema esencial procede de dentro de nosotros. Es una consecuencia de lo mal estructurada que hemos pasado a constituir nuestra economía. Por ejemplo, ¿se puede arreglar la cuestión fundamental que tiene España de falta de competitividad, que acarrea unos déficit exteriores formidables, ¡admitiendo la indexación de los salarios!? Y también está en nosotros mostrar a los mercados financieros extranjeros que han adquirido nuestra deuda pública, qué es lo que se hace para reestructurarla porque, de pronto, lo que ha surgido en el mundo financiero internacional es, jugando con el célebre ensayo de Laín Entralgo, que existe «España como problema». ¿Para qué surgió, si no ante ese riesgo, el famoso Fondo de Rescate? Porque se infiere que de la mala conducta de algunos países deudores en el área del euro, se derivan las fuertes conmociones, que experimentan los acreedores, hasta el punto de que, como señaló en el preámbulo de su intevención Fernández Ordóñez, «si no resolvemos correctamente esta crisis, podríamos entrar en un “escenario de horror”».

Una ratificación de esta tesis de Donges la tenemos al observar las variaciones del PIB, la realidad del desempleo, la situación de los precios, muy desigual en el propio ámbito europeo. ¿Por qué, por ejemplo, Dinamarca marcha mejor que Suecia en estos momentos?

Un mensaje clave se lanzó desde Sigtes cuando el gobernador del Banco de España mostró con claridad que los españoles debemos ser «capaces de adoptar las medidas necesarias con la extensión e intensidad precisas y en unos tiempos suficientemente breves para transmitir a todo el mundo la certeza de nuestra determinación de superar la crisis». Y eso obliga, de modo urgente, a «acometer un cambio profundo en el marco legal e institucional del empleo», agregando «que alterar este marco en el mercado del empleo ha de ir acompañado de un aumento de la productividad para así recuperar la competitividad, cumplir el plan de reducción del déficit, y completar el saneamiento del sistema financiero y la reestructuración de las cajas de ahorros».

De ahí se deriva la exigencia de que «las autoridades autonómicas y locales no retrasen más las decisiones enérgicas de reducción del gasto que son imprescindibles». El planteamiento de estas reformas propuestas por Fernández Ordóñez efectivamente puede conducir a una reducción de «la prima de riesgo del Reino de España, lo que se trasladaría a unas mejores condiciones de financiación para nuestras empresas y para el sector público».

Admitió, además, que si bien éstas eran las «tareas más importantes y urgentes para mejorar nuestra economía,... es obvio que hay otras muchas que llevarán tiempo y no es la menor la de buscar todo lo posible por elevar el nivel educativo de nuestra población activa». Y eso, ¿tiene algo que ver, sino más bien todo lo contrario, con el reciente designio de castigar a los colegios que no tengan coeducación? En el excelente suplemento «Familia» de ABC, del pasado día 3, se exponía cómo la marcha de los países más prósperos era exactamente la opuesta en relación con ese tipo de enseñanza que se defiende.

Por eso asusta observar que se aplazan esas medidas que debemos adoptar. Veremos qué sucede con el control del gasto público, sobre todo en las autonomías, o tras la decisión del Gobierno sobre el muy serio problema de la rigidez del mercado laboral, después del fracaso del equivocado intento de que lo resolviese un planteamiento corporativo típico. Son estos momentos cruciales, y todo retraso aumenta los riesgos, porque el mercado financiero castiga, y cómo, a quienes no resuelven los problemas desde «dentro», como señalaba Donges.

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