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¿De vuelta al patrón oro?

Bancos centrales Se preparan para la crisis comprando este material precioso

Rosalía Sánchez

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Al menos ocho toneladas de oro han salido esta semana del Banco Central de Venezuela en camionetas oficiales, sin que haya quedado muy claro su paradero. Los inversores internacionales tratan de seguir la pista al cargamento, que por lo visto ha seguido una ruta rumbo a Estambul (Turquía) y Dubai (Emiratos Árabes Unidos). Hoy en día no es frecuente encontrarse con semejantes cantidades en el mercado debido en buena parte a que los bancos centrales están acumulando oro en unas dimensiones que no se veían desde 1967, antes de que Estados Unidos abandonase el patrón oro en 1971.

Solo el año pasado, los bancos centrales compraron 651,5 toneladas de oro, lo que supone un incremento del 74% respecto a las adquisiciones de 2017, que ya había sido también un año récord, según los últimos datos publicados este jueves por el Consejo Mundial del Oro, (WGC). En total, la demanda mundial de oro alcanzó 4.345,1 toneladas el pasado año, un 4% más que en 2017.

«Las preocupaciones sobre una desaceleración en el crecimiento global, el aumento de las tensiones geopolíticas y la volatilidad de los mercados financieros hacen que la demanda de los bancos centrales esté alcanzando su nivel más alto desde que Nixon acabó con convertibilidad del dólar estadounidense en oro en 1971», justifica Alistair Hewitt, jefe de inteligencia de mercado en el Consejo Mundial del Oro. Solo en el tercer trimestre de 2018, las instituciones monetarias se hicieron con más de 148 toneladas de oro frente a las 98 toneladas del trimestre anterior, un incremento del 22% respecto al mismo trimestre del año anterior.

Rusia, a la cabeza

A la cabeza de las compras se sitúa el banco central ruso, como reflejo de la política de Vladimir Putin de «desdolarizar» sus reservas, que compró 247,3 toneladas en 2018 y que acumula13 años de compras ininterrumpidas con un total de 2.066, 2 toneladas. Es ya el sexto país del mundo con más reservas de oro, por detrás de Estados Unidos, Alemania, el FMI, Italia y Francia. El segundo comprador más activo en el mercado es Turquía, que adquirió 55,5 toneladas en 2018 y continúa este año con su política de compras, seguido de China. Y la gran novedad la protagonizan los bancos centrales de Hungría (31,5 toneladas) y Polonia (25,7 toneladas), entidades hasta hace poco sin presencia en el mercado. En este ranking hay que bajar hasta el puesto 19 para localizar a España con 281,6 toneladas.

Las compras sumaron 651 toneladas en 2018, un 74% más que el año anterior

Echando la vista tras en la estadística, el año 2010 queda señalado como un punto de inflexión. Fue después del estallido de la gran crisis financiera cuando los bancos centrales volvieron a una política activa de compras, impulsados por un nuevo escenario de los riesgos geopolíticos, incertidumbre comercial y ralentización del crecimiento, factores todos ellos que se han acentuado en los últimos meses. Esta tendencia no pasa desapercibida para el FMI, que en un aparentemente inofensivo «documento de discusión» revisa la introducción del patrón oro en Europa, en el siglo XIX, y acusa a Alemania, por la transición unilateral al patrón oro tras la fundación del Reich, en 1871, de ser el país responsable de la crisis económica de la década de 1870. El economista del FMI, Johannes Wiegand, desliza que la fijación de la política monetaria a un metal precioso es causa de deflación, un fenómeno al que la zona euro se ha mantenido peligrosamente cercada desde la crisis a pesar de las políticas macro expansivas de Mario Draghi al frente del BCE.

Wiegand va incluso más allá, al apuntar que si la economía europea entra en recesión, la guardia monetaria tendrá poco arsenal con el que contrarrestar el desplome de la actual constelación, una situación en la que percibe claros paralelismos con la de finales del siglo XIX. Su diagnóstico es que solamente instituciones comunes europeas muy fuertes podrán sostener la estabilidad de la moneda, y no la acumulación de oro en los bancos centrales nacionales. El oro sigue siendo el mejor mecanismo de protección para contextos de inflación, pero en contextos deflacionarios puede jugar un papel petrificante.

Efecto seguridad

Para los bancos centrales, a juzgar por las compras, sigue primando sin embargo el efecto de seguridad que aportan las reservas de oro en tiempos revueltos. Hace dos semanas, el precio de mercado del oro llegó a su nivel más alto en los últimos diez meses, con un coste de 1.330 dólares por onza troy, equivalente a 31.21 gramos. El banco suizo UBS pronostica que el precio de la onza troy de oro llegará a 1.368 dólares en 2022, teniendo en cuenta especialmente que en EE.UU. el debate sobre el regreso al patrón oro está sobre la mesa.

Empresarios como John A. Allison IV, considerado por Trump para el cargo de secretario del Tesoro, defienden la abolición de la Reserva Federal estadounidense y regresar al patrón oro. En su felicitación de año nuevo, el Bundesbank alemán, que recientemente ha repatriado sus reservas de oro conservadas en EE.UU. desde el final de la II Guerrra Mundial, bromeaba sobre las preguntas más frecuentes que recibió el año pasado «sí, hay oro», como respuesta tranquilizadora.

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