La violencia sacude a Grecia tras las nuevas medidas de austeridad de Papandreu

Varios incidentes violentos salpicaron ayer la capital helena en una huelga convocada de urgencia por la Confederación de Trabajadores griegos, el sindicato de funcionarios y el sindicato comunista que prácticamente paralizó la actividad del país al grito de «responded con guerra a la guerra de la plutocracia».

La crispación llegó hasta las inmediaciones de la sede legislativa, que en ese momento celebraba la aprobación de las medidas adicionales del plan de austeridad. El decreto ley contó con los votos de socialistas y populistas de extrema derecha (LAOS), acuerdo que se fraguó tras un duro debate en el que el ministro de Finanzas, Yorgos Papaconstantinu, se enfrentó en solitario contra los representantes de los demás partidos. «Si me preguntan si estoy de acuerdo con el aumento del IVA o la reducción de los salarios, les diría que no, pero se trata de la salvación de la nación», declaró el responsable de las cuentas públicas.

El mensaje no caló fuera del hemiciclo. Los sindicatos habían llamado a una marcha hacia el Parlamento en protesta por el anunciado recorte de 4.800 millones de euros previsto para cumplir con las exigencias de reducción del déficit. Los choques no tardaron en llegar.

Escenario dantesco

Un grupo de unas 300 personas, pertrechadas con piedras y maderos, arremetieron contra Manolis Glenzos, miembro del grupo parlamentario Coalición de Izquierda (Syriza), que se disponía a desplegar una pancarta en el monumento al soldado desconocido. Glenzos tuvo que ser hospitalizado, después de que los agentes de policía interviniesen con gas lacrimógeno para disolver a los manifestantes. Minutos antes de la agresión a Glenzos, el presidente de la GSEE, Gianis Panagópulos, fue trasladado a la clínica de la sede parlamentaria. Un grupo de radicales comenzó a arrojarle yogures -una pintoresca tradición griega- mientras se dirigía a los manifestantes desde el estrado, tras lo cual fue golpeado.

Los altercados se sucedían casi ininterrumpidamente en medio del desconcierto y el estrépito de las cargas policiales. Las autoridades aseguraron que unos 12.000 manifestantes acudieron a la llamada de las centrales sindicales, en unas calles casi desérticas. Los únicos autobuses que circulaban pertenecían a las autoridades. Mientras tanto, en el aeropuerto, más de 60 vuelos fueron cancelados.

Con el ruido desorden el peso de las leyes parece haberse desvanecido. Irónicamente, han sido los funcionarios del Ministerio del Interior, que consideran que sus sueldos se van a reducir en un 30%, los que invadieron la Imprenta Nacional para impedir su publicación en el boletín oficial. El Gobierno recordó que las medidas se aplicarán independientemente de su publicación en el boletín.

L. M. O.

MADRID. La huelga general coincidió con la visita del primer ministro heleno, Yorgos Papandreu, a Berlín con el fin de recabar apoyos para obtener créditos. Pocas horas antes de su llegada, el ministro alemán de Economía, Rainer Bruederle advirtió de que el Gobierno alemán no destinará ni un euro a la recuperación del país heleno. «El Gobierno no tiene intención de dar ni un céntimo», declaró Bruederle, miembro del FDP (partido liberal demócrata), que se ha opuesto, de forma sistemática, a cualquier apoyo financiero a Grecia.

La canciller alemana, Angela Merkel, expresó su apoyo al plan de ajuste. «Hemos observado con alegría que el Gobierno griego han aprobado nuevas medidas para combatir la crisis. Se trata de una tarea tremendamente difícil», declaró la canciller, que negó que el Gobierno de Papandreu hubiese solicitado «ayuda financiera».