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El universo «fintech» suma su primer gran escándalo financiero

Los 1.900 millones evaporados de Wirecard, que podría ser la primera quiebra en la historia del Dax alemán, desatan las criticas sobre la supervisión del sistema

un grupo de accionistas frente al logo proyectado de la compañía durante una reciente reunión anual de accionistas en Munich EFE
Rosalía Sánchez

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Su ascenso fue rápido, pero la caída es vertiginosa. Y dura. Hasta hace unas semanas, Wirecard, una startup alemana dedicada a los servicios de pago online, era señalada como ejemplo de éxito de la finanzas digitales. Un modelo para el futuro del sistema financiero. Ahora se asoma al abismo tras abrir el procedimiento de insolvencia. Sus acciones caían esta semana en la bolsa de Fráncfort por debajo de los dos euros. En abril superaban los 130, antes de que la EY (Ernst & Young) se negase a firmar la auditoría por haber hallado un agujero de 1.900 millones en sus cuentas. Todavía el martes, antes de depositar una fianza de 5 millones por su libertad condicional, el ex presidente de la sociedad financiera, Markus Braun, defendía que «en la actualidad, no puede descartarse que Wirecard se haya convertido en parte perjudicada en un caso de fraude de proporciones considerables».

Pero la investigación de la Fiscalía de Múnich no considera a la empresa víctima sino beneficiaria de haber «inflado» artificialmente el balance con la intención de hacerla «más atractiva para inversores y clientes». El dinero anotado en el balance y sobre el que se informó a los inversores en primavera sencillamente no aparecía en las cuentas de Wirecard en Filipinas, de lo que se deduce que la empresa, con 6.000 trabajadores, «inflaba» sus cuentas con fondos ficticios, mediante operaciones irregulares en Filipinas. Se trata de «un fraude de gran envergadura que implica a varias partes e instituciones en el mundo, con el objetivo de engañar» a los servicios fiscales.

En un comunicado, la junta directiva de Wirecard anunciaba el jueves la decisión de presentar una solicitud de apertura del procedimiento de insolvencia. Tras la renuncia de Braun, el consejo de supervisión ha designado a James H. Freis, nuevo miembro del consejo de administración de la compañía, «como consejero delegado interino con poder exclusivo de representación». También ha suspendido hasta el 30 de junio a su director operaciones, Jan Marsalek. Según datos del Servicio de Inmigración de Filipinas, Marsalek viajó al país del sudeste asiático el martes, tras su destitución el lunes, y a China a través del aeropuerto de Cebú el miércoles. Este dato ha hecho saltar en los mercados exigencias de mayor control.

«La empresa no tiene ya salvación», afirma Christopher Hohn, gerente de The Children’s Investment Fund, que ha ganado 200 millones de dólares en ventas en corto, apostando a la caída del precio de las acciones desde que apareció la primera sospecha, publicada por Financial Times. «Wirecard no tiene un área comercial interesante para una adquisición y los clientes simplemente podrían cambiar de proveedor porque su tecnología no es única», explica el administrador de fondos de cobertura británico, «pero es preocupante que las autoridades alemanas no le hayan retirado inmediatamente la licencia como banco y proveedor de servicios de pago. No puedes dejar que la empresa continúe con su actividad, tienes que proteger a los clientes y al sistema bancario». Hohn se refiere aquí a que Wirecard tiene casi 2.000 millones de euros en depósitos de clientes que habrían quedado desprotegidos.

El derrumbe parece inevitable, no solamente por la estrepitosa pérdida en bolsa, sino también porque el retraso en la publicación de las cuentas de 2019 pone seriamente en peligro préstamos por valor de 2.000 millones de euros que se podrán rescindir.

La actividad, servicios de pago a través de internet con grandes clientes entre aerolíneas, agencias de viajes y sector químico, reviste cierta importancia estratégica, dado que era la primera alemana que despuntaba en el negocio en la red y hacía digna competencia a sus homólogas estadounidenses, pero tanto fuentes del Gobierno alemán como analistas coinciden en que no cabe el rescate. Wirecard «debe aclarar» y «subsanar todas las demandas», ha exigido el ministro de Economía, Peter Altmaier. «Es un escándalo sin precedentes en las finanzas y un escándalo de este tipo debe ser una señal de alarma porque pone en evidencia que necesitamos más controles», ha dicho por su parte el ministro de Finanzas, Olaf Scholz.

Golpe financiero para Europa

Su solicitud de quiebra «debido a la inminente insolvencia y sobreendeudamiento» es la primera declaración de bancarrota en el seno del Dax. El derrumbe salpica la imagen y el prestigio del índice de referencia alemán, el más significativo a nivel nacional en la eurozona y que puja por un prestigio que amenaza con quedarse la city londinense, fuera ya de Europa. El ministro de finanzas alemán, Olaf Scholz, trata de poner a toda prisa un dique al descrédito y anuncia una reforma de la supervisión financiera, pero el daño ya está hecho. El escándalo aireado por el diario salmón británico Financial Times tiene como principal beneficiaria a la bolsa de Londres.

Los inversores, por su parte, acusan al antiguo auditor de Wirecard de errores en la auditoría del balance y en la comunicación a los accionistas. Wolfgang Schirp de Schirp & Partner, firma de abogados especializada en derecho del mercado de capitales, ha presentado una primera demanda contra EY.

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