El turismo rural busca la conexión con su destino inteligente

Sin duda, el primer paso es la transformación digital de estos negocios, y también de sus entornos. «Existen herramientas digitales que pueden ayudar a recuperar los destinos rurales. Hay que tener en cuenta que, por ejemplo, disponer de conectividad no solo repercute en los turistas y en los que viven del turismo rural, también en todos los residentes de una zona», asegura Raquel Santos, una de las autoras del estudio y responsable Académica del Máster Oficial en Gestión Internacional del Turismo de Ostelea. Cada año más alojamientos se esfuerzan por tener wifi para sus clientes, empiezan a equiparse con app que ofrecen toda la oferta turística de la zona (restauración, eventos...), hay software de realidad aumentada que desde el móvil permiten agregar información a los lugares de interés turístico que se visitan o reconstruir en tres dimensiones monumentos en ruinas, o videorecreaciones que trasladan un espacio al pasado o donde aparecen avatares que hacen de guía turístico, o balizas inteligentes que orientan y emiten sonidos y explicaciones mientras caminamos a lo largo de una senda. «La tecnología va a hacer que el destino sea más atractivo, más accesible, que generemos menos impacto en el medio ambiente, porque nos ayuda a tener datos en tiempo real y a hacer una gestión más apropiada. Por ejemplo, a través de ‘big data’ y los teléfonos móviles de los turistas podemos detectar episodios de masificación en entornos clave, generar estrategias para distribuir esos flujos de visitantes a otras zonas, y avisarles de que aforo está completo a través de una app», explica Sánchez.

Desde luego, la innovación es clave para la supervivencia de muchos negocios rurales, y además supone un acicate para la España vaciada. «El turismo rural facilita la mejora de servicios en un territorio y puede incidir en el crecimiento económico y en la creación de empleo, favoreciendo así la cohesión social y territorial», afirma la investigadora.

Proyectos innovadores ya están apareciendo en diferentes zonas rurales de nuestra geografía. Los apartamentos La Torre, en el concejo asturiano de Valdés, son buen ejemplo del impulso que la conectividad puede dar al desarrollo de un negocio rural. De hecho, el año pasado esta pequeña empresa familiar recibió el Premio Industria 4.0 que otorga la fundación Caja Rural de Asturias y Fundación Centro Tecnológico de la Información y la Comunicación (CTIC) por considerarla una iniciativa innovadora en la transformación digital. Son cuatro apartamentos que disponen de servicio de wifi para sus clientes. Y no llega a través de fibra óptica, sino que a partir de un entramado de antenas que proporciona una cooperativa ciudadana (Sestaferia.net). «Desde la fibra de la localidad cercana de Luarca se ha tejido una red de espejos, colocados de forma estratégica, que transmiten la señal hasta nuestros establecimientos», cuenta Luis Gabriel Suárez, el propietario. «Los clientes —añade— piden internet porque en periodos de vacaciones también se conectan al trabajo».

Lo curioso es que estos alojamientos se encuentran apenas a 300 metros de la casa de Luis, donde sí llega la fibra óptica. «En este caso, se ha aprovechado los antiguos postes de telefonía para tender el cable». Así gestiona online todo su negocio. «Ya no utilizo el ordenador —sonríe—. Lo hago todo desde el móvil: gestiono al momento las reservas de nuestra web y de los portales donde estamos, lanzó promociones automáticamente a todas las plataformas donde aparecemos, actualizo las redes sociales, envío videos a vista de dron de la zona y sus alrededores... Antes el 80% de las reservas eran a través de PC. Hoy el 90% llegan a través de móvil». Además Luis Gabriel ofrece una app gratuita a sus clientes, donde actualiza toda la información que precisen del lugar: restaurantes, rutas, playas, eventos culturales... «La fibra y la conectividad ya son herramientas imprescindibles para las empresas de turismo rural. Sin ellas estamos condenados al fracaso», asegura este emprendedor.

Algunos de estos negocios son verdaderamente rupturistas, como ha reconocido la Organización Mundial del Turismo en el caso de Rooral y AR Vision. Ambas figuran entre los 20 finalistas de la competición Rural Tourism Startup (a la que se presentaron 900 candidaturas de 130 países).

Rooral está creando una red de pueblos en zonas despobladas desde los que poder teletrabajar. No son propietarios de establecimientos rurales, ni de empresas que realicen actividades en esos entornos... lo que ofrecen son estancias de semanas o meses para trabajar en remoto en pueblos como Artieda (Pirineo aragonés), Camprovín (La Rioja) y Somiedo (Asturias), por ejemplo. «Nos llaman diputaciones, comarcas y ayuntamientos muy interesados en atraer trabajadores en remoto», cuenta Ana Amrein, cofundadora de esta startup.

«No queremos que los pueblos se conviertan en ‘resorts’ —añade—. Nos aliamos con los pueblos que nos ponen facilidades para llevar a cabo estas estancias: pueblos que tienen una cultura abierta y colaborativa, y cuentan con la infraestructura necesaria», explica Amrein. Algo que parece difícil de encontrar: «Muchos pueblos —dice— no cuentan con casas rurales, o los propietarios no quieren ni alquilar ni vender sus casas; otras veces son pueblos que no tienen internet o disponen de un ‘coworking’ pero la señal es débil. Otros tienen de todo pero no saben cómo atraer a las personas». El objetivo de Rooral es buscar destinos para teletrabajar, para viajeros de cualquier parte del mundo que estén alineados con los valores rurales.

En la «Gran Senda» de Málaga, un recorrido de 745 kilómetros de caminos que atraviesa 57 municipios, ya se puede experimentar la tecnología desarrollada por AR Vision, otra de las startup finalistas en Rural Tourism Startup. En este caso han creado un software a partir de tecnología inmersiva. Gracias a la realidad aumentada la aplicación CultuAR, gratuita para el turista, ofrece en el móvil contenido dinámico e interactivo en tiempo real de enclaves que se visitan. «La geolocalización nos sirve para ubicar elementos de interés que estén cercanos a nuestra posición», detalla Fernando J. Quesada, socio fundador de AR Vision. Por ejemplo, si enfocamos la Alhambra con el móvil podremos ver sobre sus torres, palacios y jardines unas burbujas que al desplegarlas ofrecen información sobre ese punto concreto. O si desde un mirador enfocamos a una ciudad, aparecen en la pantalla del teléfono los monumentos más relevantes, dónde estamos hospedados, qué ríos pasan por la ciudad... «Ya no se necesita poner señales, carteles, ni acudir a páginas web o a Google para obtener información del lugar o para guiarte. CultuAr da información in situ, tiene audioguías... Llevas la oficina de turismo en el bolsillo», asegura Quesada.

Lo más innovador de esta aplicación es la detección de superficie. Sirva de ejemplo: «Si te encuentras en un sendero y hay restos arqueológicos, puedes enfocar con el móvil al suelo y aparece una reconstrucción en tres dimensiones de lo que fue una iglesia el siglo X e incluso puedes visitar su interior». Para el medio rural Quesada defiende las bondades de esta tecnología: «Se puede introducir información sobre cualquier entorno (un pueblo, sendero, monumento...) y no necesita conexión a internet. Solo con descargar la aplicación en el móvil, el turista dispone de todos esos datos durante toda su visita».

También con tecnología inmersiva, la startup Eventium Project ha desarrollado videorecreaciones del pasado. Sí sí... una aplicación recrea espacios tal y como fueron años atrás. «Hemos recreado el funcionamiento de una herrería antigua, escenas las mujeres que iban al baile acompañadas por sus madres, cómo lavaban la ropa las mujeres en antiguos lavaderos o cómo corría el agua y se usaba una fuente ahora abandona y seca», cuenta Iván González, CEO de Eventium Project... Otras veces situando códigos QR en los espacios, que enlazan con el móvil por ‘bluetooth’, aparecen en la pantalla avatares que guían una visita o recrean hechos históricos o de interés etnográfico. También instalan balizas inteligentes en senderos. «Las utilizamos sobre todo en lugares donde no hay cobertura. Puedes ir caminando por una senda, y cuando la baliza detecta la presencia del móvil envía locuciones, sonidos, explicaciones, orientaciones.. . sobre el medio por el que caminamos», explica González. Estas aplicaciones ya están a pleno rendimiento en diversos enclaves turísticos de la isla de Tenerife.

Todas, tecnologías que, con el tiempo, harán del turismo rural una aventura inteligentemente innovadora.